Menu

Escuche Radio América

El Señor Jesucristo: El cordero de nuestra pascua - Parte II

  • Fecha de publicación: Viernes, 10 Abril 2020, 14:08 horas

5. LA PRUEBA: El tiempo de la prueba de Jesús fue la misma cantidad de tiempo, como en la fecha exacta en que los corderos pascuales eran originalmente seleccionados y examinados para estar seguros de su perfección, mientras permanecían atados fuera de cada hogar esperando para ser sacrificado.

"El siguiente día" mencionado en Juan 12:12, fue el de la entrada triunfal del Señor.  Cuando llegó montado sobre un asno en Jerusalén, le estaba dando oportunidad a la nación de Israel para que le recibiera como su Mesías, el Cordero de sacrificio ungido por Dios.  Esta oferta del Creador a los judíos, fue profetizada en el año 487 antes de Cristo: "Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna" (Zac. 9:9).

Mientras cabalgaba a través de las calles ese día, parecía que sería recibido como Mesías, ya que las multitudes agitaban ramas de palmas y clamaban: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!" (Jn. 12:13).  ¡Cuán maravilloso!  El agitar las palmas junto con esas palabras de alabanza de los Salmos era parte de la liturgia judía para dar la bienvenida al esperado Mesías y a su reino.  Pero... ¿Le reconocieron como el Hijo de Dios, su Mesías?  Desafortunadamente, esa misma multitud que le adoraba, pocos días después gritaba: "¡Crucifícale, crucifícale!" (Lc. 23:21).

También este día "triunfal" fue el comienzo de un intenso período de prueba para los devotos fanáticos, tal como está relatado en los cuatro evangelios: "Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra"(Mt. 22:15).

Después de ser ungido para su sepultura, el escrutinio de sus antagonistas duró cuatro días.  Finalmente, los acusadores se rindieron tratando de encontrar faltas en Jesús, pero no pudo ser hallado nada malo en su contra.  Ellos decidieron crucificarlo con ayuda de testigos falsos, quienes incluso no pudieron ponerse de acuerdo en sus mentiras contra Él, y Pilato finalmente pronunció estas palabras: "Yo no hallo en él ningún delito" (Jn. 18:38).

6. LA SANGRE PROVEÍA VIDA: Jesús vino para morir.  Así como la sangre del cordero pascual fue rociada sobre el dintel y los postes de las puertas salvando las vidas de los primogénitos en cada casa, de la misma forma Su sangre derramada provee vida a todos los que creen en Él y se amparan en su sacrificio.

El propósito de Dios para la sangre en los sacrificios está explicado así en Levítico 17:11: "Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona".

Jesús aplicó esto a sí mismo durante la última cena cuando hablaba con sus discípulos: "Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados" (Mt. 26:27, 28).

Finalmente, para dejarnos bien claro el significado de la sangre, la Palabra de Dios dice: "¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?" (He. 9:14).

7. NI UN HUESO ROTO: Recordemos que cuando los judíos estaban en Egipto, Dios les dijo expresamente que no debían quebrantar ni un solo hueso del cordero Pascual.  Por otra parte cuando los romanos crucificaban a alguien, era costumbre que los soldados les rompieran las piernas a fin de acelerar la muerte.  Sin embargo, la Biblia específicamente nos dice que los soldados "no le quebraron las piernas" a Jesús: "Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas" (Jn. 19:31-33).

8. MUCHOS CORDEROS REPRESENTABAN UNA PERSONA: Basados en el número de judíos que salieron de Egipto, los que según Éxodo 12:37 eran "como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños" y en lo que necesitaba cada familia para el sacrificio, la celebración de la primera Pascua probablemente requirió más de 100.000 corderos.

Considerando el inmenso número de corderos sacrificados, tome nota de la forma tan peculiar cómo Dios se refirió a ellos en el libro de Éxodo.  Dios instruyó a Moisés con estas palabras: "Y lo inmolará [le dará muerte] toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes" (Ex. 12:6).  Note que no habló en plural, sino en singular para enfatizar que esos corderos eran la semblanza del legítimo Cordero de Dios: nuestro Señor Jesucristo.

El diseño maravilloso del Creador se halla revelado en esta Escritura, ya que a pesar de que había miles de corderos para el sacrificio, la Palabra de Dios se refiere al sacrificio como algo en singular, ya que dice "lo inmolará".  Esto una vez más es una semblanza profética de Jesús, "El Cordero de Dios, que fue inmolado como expiación por nuestros pecados”.

9. CRUCIFICADO EL DÍA DE PASCUA: Estas comparaciones no sólo revelan que el cordero Pascual era un cuadro profético del Señor Jesucristo, sino que también nos muestran otro paralelo asombroso.  ¡Él fue crucificado el día exacto de la Pascua!  Mientras los judíos estaban sacrificando los corderos en preparación para la celebración de la Pascua, el Señor estaba siendo crucificado.

Mateo 26:2 declara: "Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado".  Y Juan 13:1 nos dice, que "Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre".  A esto se hace alusión clara en Juan 19:14, 15: "Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César".

10. FUE COLGADO SOBRE LA CRUZ COMO LOS CORDEROS DEL SACRIFICIO Y MURIÓ EN EL MOMENTO EXACTO EN QUE SE COMENZARON A SACRIFICAR LOS CORDEROS: Por las instrucciones en Éxodo de inmolar el cordero "entre las dos tardes", nos enteramos del tiempo en que los corderos originales eran sacrificados.  Esta expresión "entre las dos tardes" se refiere al tiempo comprendido entre las tres hasta la seis de la tarde.  También hay otra información que confirma este tiempo para el sacrificio de los corderos pascuales.

La Enciclopedia Judaica declara: «Se convirtió en una costumbre general dejar de hacer cualquier labor desde las doce del mediodía en adelante, para que así el tiempo del sacrificio de Pascua pudiera ser realizado apropiadamente».

Registros antiguos también nos dejan saber, que cada año durante la Pascua, los sacerdotes se aseguraban «que las ofrendas encendidas diarias fueran hechas temprano, media hora después de la séptima hora (es decir a la 1:30 p.m.), para acomodar las ofrendas pascuales».  Según La Enciclopedia Judaica, la última muerte a la 1:30 de la tarde permitía que la ofrenda del sacrificio diario se completara a las 2:30 de la tarde.

Incluso hasta escritores en el judaísmo ven estos eventos como una superposición.  Ellos escriben: «El Evangelio de Juan fecha la muerte de Jesús para el 14 de Nisán, a la hora del sacrificio del cordero Pascual».

Según los registros de Josefo, el historiador judío, los sumos sacerdotes oficiaban sobre los corderos Pascuales del sacrificio, desde las tres hasta las cinco de la tarde.  ¡Cuando examinamos más de cerca los eventos del día de la crucifixión, emerge una asombrosa posibilidad!

Mateo, Marcos y Lucas, todos se refieren a una tiniebla que descendió sobre la tierra desde las doce del día hasta las tres de la tarde.  Como hace 2.000 años todavía no se conocía la luz eléctrica, ¡es muy probable que a los corderos se les hubiera empezado a dar muerte cuando el mismo Creador “encendió las luces”, a las tres de la tarde!

Dios nos deja saber que la hora exacta de la muerte de Jesús fue a las tres de la tarde.  ¡Tal parece que no sólo fue crucificado el día de Pascua, sino que de hecho murió por nosotros sobre la cruz en el momento exacto en que se comenzaron a sacrificar los corderos pascuales!
¿No le parece sobrecogedor descubrir, cómo la turba aparentemente sin control que crucificó a Jesús, estaba en realidad en las manos y en el tiempo perfecto determinado por Dios?

11. NO FUE DEJADO SOBRE LA CRUZ DURANTE LA NOCHE: Recuerde, a los judíos se les instruyó expresamente para que no dejaran ninguna parte de los corderos sacrificados para el día siguiente: "Ninguna cosa dejaréis de él [del cordero] hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego" (Ex. 12:10).

Dios asimismo retrató otro cuadro de Jesús en sus regulaciones sobre la Pascua.  Note que los judíos insistían en que los cuerpos de los crucificados no permanecieran sobre la cruz durante la noche: "Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad" (Dt. 21:22, 23).  Mientras tal parece que el motivo de los judíos sólo estaba asociado con guardar la ley al pie de la letra respecto a los cadáveres, ellos sin saber cumplieron con la ordenanza de no dejar nada del sacrificio hasta la mañana siguiente.

12. LA NOCHE DE LA PASCUA SIGNIFICÓ VIDA PARA UNOS Y MUERTE PARA OTROS: Todos los que residían en Egipto durante la noche de Pascua enfrentaron la pérdida de su primogénito.  Nada tenía que ver con que fueran valientes o cobardes, ricos o pobres, bondadosos o egoístas, religiosos o ateos, todos estaban sujetos al juicio de Dios.  Sólo una cosa era capaz de salvar la vida de los primogénitos, y esto fue la fe de los hebreos, quienes se apresuraron a seguir las instrucciones de Dios al pie de la letra y a rociar la sangre de los corderos sobre el dintel y los postes de las puertas.

Mientras que la muerte en los hogares de los incrédulos fue trágica, la descripción de la salvación de quienes creyeron es un hecho milagroso: "Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir" (Ex. 12:23).

El sacrificio del cordero Pascual difiere de todos los otros, en el hecho de que es el único sobre el cual Dios reclama posesión diciendo: "... la víctima de la pascua de Jehová..." (Ex. 12:27), "...la sangre de mi sacrificio..." (Ex. 34:25).  Dios estableció este Cordero Pascual como Su sacrificio.  Este cordero representa a Dios proveyendo un cordero para el sacrificio tal como lo hiciera para Abraham.  Recuerde que Abraham le aseguró a Isaac, "Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío" (Gn. 22:8).

Un aspecto conmovedor de la obra expiatoria de Jesús, es que Él, como Dios en la carne, voluntariamente se ofreció a Sí mismo sobre la cruz para pagar por nuestros pecados.  Jesús advirtió a sus discípulos respecto a sus intenciones de ir a la cruz, cuando les dijo: "Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado" (Mt. 26:2).

Una vez más, después de su resurrección, Él explicó esta verdad a algunos discípulos que todavía estaban confundidos: "Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían" (Lc. 24:25-27).

A través de este examen uno no tiene más que maravillarse al advertir el control de Dios sobre su sacrificio.  Vemos esto, no sólo en su dominio sobre los asuntos de los hombres, sino también sobre el programa de Satanás.

La Escritura revela que la noche antes de la crucifixión, el diablo incitó a Judas para que traicionara a Jesús.  ¡Imagínese!: "El diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase" (Jn. 13:2).  Satanás verdaderamente pensaba que él había planeado el último golpe maestro contra el gobierno de Dios, pero aunque posee inteligencia y poder, carece de avance espiritual.  Él pasó enteramente por alto el simbolismo de los sacrificios.  No tenía la comprensión de las profecías del Antiguo Testamento concerniente a Cristo, ni remotamente visualizó que después de la crucifixión, Jesús conquistaría la muerte.

La Biblia declara: "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová" (Prov. 1:7).  Satanás no tenía temor de Dios, por eso no entendió el significado verdadero de la Pascua.  Carecía de la capacidad para comprender el plan redentor del Creador.  El plan diabólico de Satanás para eliminar a Jesús de hecho fue un cumplimiento de la palabra profética de Dios.

Resumen de la Pascua "Pesach"

Casi 1.500 años a. de C., Dios llamó a Moisés para que librara a la nación de Israel del yugo de la esclavitud en Egipto.  Su liberación tuvo lugar después de que todos los primogénitos de Egipto murieron en manos del ángel de Jehová.  Milagrosamente los primogénitos de las familias judías vivieron, gracias a la sangre de los corderos que fuera rociada sobre el dintel y los postes de las puertas.  La celebración anual de la última cena Pascual es un memorial de esas vidas salvadas y de la liberación de la nación de Israel de la esclavitud.

La Pascua es una semblanza profética del sacrificio de Cristo: el Cordero de Dios.  Jesús provee salvación y liberación del yugo del pecado a todos los que confían en el poder de su sangre y por fe la depositan sobre la puerta de su propia vida.

La descripción precisa y las instrucciones de la Pascua están demostradas gráficamente en la crucifixión del Señor Jesucristo:

1. Jesús vino tal como había sido profetizado.  ¡La Pascua también ocurrió como había sido anticipada!
2. ¡Jesús, el Cordero de Dios, nació en Belén, la ciudad en donde se criaban todos los corderos pascuales!
3. Jesús era un varón perfecto, ¡los corderos también debían ser sin defecto!
4. ¡Jesús fue escogido para ser ofrecido como sacrificio en la misma fecha en que eran seleccionados los corderos pascuales!
5. ¡Jesús fue probado para perfección por la misma cantidad de tiempo y en las fechas exactas en que se guardaban los corderos pascuales!
6. ¡Jesús provee salvación mediante su sangre, así como la sangre de los corderos proveyó vida!
7. ¡A Jesús no le rompieron ni un solo hueso, tampoco a los corderos!
8. ¡Jesús fue Ese que sería "inmolado" a pesar de que se sacrificaron muchísimos corderos!
9. ¡Jesús fue crucificado en el día exacto del cordero Pascual!
10. Jesús no sólo fue crucificado el mismo día en que se sacrificaban los corderos pascuales, ¡sino que murió en el momento exacto en que el primer grupo de corderos era sacrificado!
11. ¡El cuerpo de Jesús no permaneció sobre la cruz durante la noche, como tampoco ninguna parte de los corderos quedaba hasta la mañana siguiente!
12. ¡Jesús, como el sacrificio de Dios, provee vida a esos que confían en Él, de la misma forma los que creyeron en Dios y permanecieron en sus hogares marcados con la sangre del cordero, libraron sus vidas!

«Padre Celestial: Tú que enviaste a tu Hijo Jesucristo como el Cordero Divino para ser sacrificado como expiación por nuestros pecados.  Tú que lo enviaste al mundo a buscar y a salvar lo que se había perdido.  Venimos ante Tu presencia en este tiempo en que la humanidad entera enfrenta esta terrible pandemia, para implorarte que des sabiduría a tus hijos, los creyentes, para poder testificar a esos que no Te conocen, para que sepan, que así como los judíos en el tiempo de Moisés aplicaron la sangre de los corderos pascuales sobre los dinteles y las puertas de sus casas y fueron librados de la muerte; de la misma forma hoy, todos los seres humanos miren a Tu Hijo Jesucristo: El Cordero Divino que fue inmolado por todos nosotros, para que por su Sangre derramada sobre la Cruz del Calvario, sean librados de pasar una eternidad sin Ti»“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Mr. 8:36).

Más en esta categoría: « La Realidad del Coronavirus
volver arriba