La Realidad del Coronavirus
- Fecha de publicación: Sábado, 18 Abril 2020, 05:19 horas
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Sin duda, casi todos los pastores, eruditos y estudiosos de las profecías bíblicas, han hablado y escrito comentarios acerca del Coronavirus de Wuhan y su devastador impacto en el planeta. Esto a nuestra humilde opinión es bueno, pero es importante recordar que aunque hay algunas cosas que podemos saber con bastante seguridad con respecto a lo que está ocurriendo, si examinamos la Palabra de Dios detenidamente en relación con lo que nos depara el futuro, advertimos que hay otras que no encajan en la situación actual, aunque en apariencia pareciera que fuera así.
Todos los que aseguran, por ejemplo, que ya nos encontramos en el período de la tribulación, nos recuerdan a esos estudiantes de primaria ansiosos, que responden a la pregunta del maestro sin que haya terminado de formularla. Esto quiere decir, que antes de apresurarnos a expresar cualquier interpretación, debemos examinar primero cuidadosamente todas las escrituras proféticas y no responder instintivamente a algo que en apariencia pueda parecernos obvio.
Algunos pastores, especialmente hispanos, están declarando que lo que estamos viendo en este momento, con la pandemia que azota al mundo, es el cumplimiento de la apertura de los sellos mencionados en el capítulo 6 de Apocalipsis, en donde dice: “Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer” (Ap. 6:1, 2).
Aunque haya algunas similitudes, es obvio que lo que vemos no es el cumplimiento de la apertura de los primeros cuatro sellos. La razón principal por la que podemos saber por seguro que esta epidemia no es parte de ese cumplimiento, es por el hecho de que la Iglesia todavía se encuentra en la tierra. Además, el jinete que monta el caballo blanco es el Anticristo, y él tampoco se ha revelado todavía.
El cumplimiento del rapto de la Iglesia está profetizado en Apocalipsis 4:1, donde dice: “Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”. Los estudiosos de las profecías más reconocidos concuerdan, en que este es el momento en que la Iglesia es sacada fuera de este mundo, pero la Iglesia todavía se encuentra aquí.
El jinete que monta el caballo blanco cuando tiene lugar la apertura del primer sello, es el Anticristo, quien todavía no se ha dado a conocer. Nosotros creemos que es probable que ya esté vivo en este instante, pero el momento de su revelación aún no ha llegado.
Otra de las cosas que preocupa a los cristianos, especialmente los de Estados Unidos, es el hecho de que William Barr, el Procurador General de Justicia de este país, declaró estar muy inquieto respecto a la libertad de los ciudadanos, después que el señor Bill Gates, fundador de Microsoft, habló sobre la posibilidad de que esa nación muy probablemente contará en unos meses con una vacuna para administrársela a toda la población norteamericana, y que junto con ella, a cada uno se le implantará un certificado. Esto será obligatorio y es muy posible que se establezcan leyes similares en el resto del mundo. Bill Gates dijo: «Finalmente tendremos algunos certificados digitales para saber quién se recuperó, se hizo la prueba recientemente, o quién recibió la vacuna».
La agencia de noticias Reuters aclaró, que Bill Gates no había dicho que se implantarían cápsulas con certificados digitales, es decir microchips. Sin embargo, fue publicado en un artículo en la revista Scientific American el 19 de diciembre de 2019, que la Fundación Bill y Melinda Gates, estaba aportando fondos al Instituto de Tecnología de Massachusetts para que los registros de la vacuna fueran colocados directamente sobre la piel. Agregando: «Junto con la vacuna, a cada persona o niño se le imprimiría un registro con tinta invisible que no se puede ver a simple vista, sino con un filtro especial colocado en los teléfonos celulares que brillaría cuando se acerque la luz infrarroja a la piel».
Muchos cristianos creen que esto podría tratarse de la “Marca de la Bestia”, pero una vez más esto no es posible, porque la marca la impondrá el mismo Anticristo, y él aún no se ha manifestado.
En este mundo son muchos los seres humanos que son propensos a especular demasiado en tiempos de crisis. Hay personas que señalan la posibilidad, incluso la probabilidad, de que van a desatarse guerras regionales en algunos países, que habrá invasión de animales salvajes en ciudades pobladas, y una gran escasez de alimentos, todo debido a esta epidemia.
Es cierto que los grandes eventos proféticos, proyectan un escenario muy similar a la pandemia que está azotando al mundo entero en este momento. Pero, cuando se trata del cumplimiento de profecías bíblicas específicas, hay varias cosas que no encajan. Nosotros, al igual que otros estudiosos de las profecías, creemos que el impacto de este virus es una advertencia de parte de Dios, tal vez una de los últimas, o quizá la última, pero no es el cumplimiento de las profecías del capítulo 6 de Apocalipsis.
La conclusión obvia de la situación que estamos viviendo, es que nos estamos aproximando inexorablemente al tiempo del retorno del Señor Jesucristo por Su Iglesia. Desafortunadamente, lo que impide que las personas en general reciban y consideren una evaluación bíblica objetiva, es la plantilla de los políticos locales de las naciones y el sistema de corrección social, a través del cual se mide hoy todo en este mundo, incluido el virus que está azotando a la humanidad.
La única verdad de todo, es que la pandemia de Coronavirus junto con cualquier otro patógeno en la tierra, es el resultado directo del pecado humano. Y debemos agregar a esta extensa lista, todas las formas de mal comportamiento, ya sea que se manifieste en palabras o en hechos.
Ninguno de los problemas que enfrenta la humanidad en la actualidad, tiene su origen en enfermedades físicas, traumas, política, clima, calentamiento global o lo que sea. El problema es espiritual y su raíz está en el malvado corazón humano. Mientras que las personas no conozcan el Evangelio de Jesús y el mismo no tome control de la vida de cada uno, sólo estaremos lidiando con los síntomas.
Todo el planeta gime debido al pecado y no será librado por ningún esfuerzo de los médicos, mucho menos de los políticos. La paz llegará a este planeta por el Señor Jesucristo, quien la traerá personalmente a su Segunda Venida, la cual tendrá lugar después del arrebatamiento de la Iglesia.
La obligación nuestra es predicar el Evangelio, no la mentira de ilusiones derivadas de los esfuerzos humanos contra los agentes patógenos. Una seguridad real que se basa en la intervención de Jesús, nuestro Señor y Salvador. Lo único genuino que garantiza que hay algo mucho mejor que pronto llegará, sin importar las catástrofes que puedan afectar a la humanidad y al planeta.
Los cristianos tenemos la esperanza bienaventurada, de que podríamos estar vivos cuando el Señor Jesucristo saque a la Iglesia fuera de este mundo. Y el segundo aspecto es, de que si morimos antes del retorno del Señor por Su Iglesia, sabemos con absoluta seguridad que inmediatamente estaremos en Su presencia y que nuestros cuerpos resucitarán a la vida eterna con Él: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Jn. 11:25, 26).
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Ts. 4:13-17).