El Rapto antes de la Tribulación
- Fecha de publicación: Sábado, 02 Mayo 2020, 15:02 horas
- Visitado 2098 veces /
- Tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente /
- Imprimir /
"Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas. Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado" (Ap. 4:1, 2).
Las cartas a las siete iglesias, no sólo representan un mensaje para cada iglesia individualmente, sino para los siete periodos de la historia de la Iglesia. Por lo tanto, no fue coincidencia que lo primero que ocurrió después que Juan expusiera el mensaje para cada una de ellas, el apóstol fue llevado al cielo. Siendo que Juan era el único de los primeros discípulos que quedaba vivo y un miembro de la Iglesia Universal, su elevación al cielo es un cuadro del rapto de la Iglesia, justo antes de que comience la tribulación.
Vale la pena hacer notar también que la invitación proviene del mismo Cristo, quien le habla a Juan con una voz "como de trompeta". Note cuán similar a este evento, es la promesa de nuestro Señor Jesucristo a sus discípulos cerca del fin de su vida, cuando les dijo que los llevaría a la casa del Padre: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Jn. 14:2, 3).
Sabemos que Dios está en el cielo y que Jesús ascendió a este lugar donde se encuentra hoy sentado a su mano derecha. Pablo nos cuenta que cuando él mismo murió, su espíritu y alma partieron y "est[uvo] con Cristo". Y también dijo: "Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo" (Col. 2:5). Obviamente, eso quiere decir que cuando un cristiano muere, su alma y espíritu van a morar con Cristo en la casa del Padre, en el cielo, mientras el cuerpo físico permanecerá en la tumba hasta el momento de la resurrección, la cual tendrá lugar a la conclusión de la edad de la Iglesia, justo antes de la tribulación. Es por eso que ubicamos el rapto en este punto, en medio del flujo de eventos del libro de Apocalipsis y hay por lo menos cuatro razones para eso:
1. La localización de este evento es la correcta para el Rapto. Los capítulos 4 y 5 de Apocalipsis, presentan una visión en el cielo y el capítulo 6 inicia el periodo de la tribulación. Juan, uno de los primeros miembros de la Iglesia de Jesucristo, es un símbolo apropiado del arrebatamiento de la iglesia fuera de este mundo, justo antes de que comience el periodo de la tribulación. Así lo prometió el Señor: "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra" (Ap. 3:10).
2. La ausencia de cualquier mención a la Iglesia en el resto del libro de Apocalipsis, indica que no se encontrará en la tierra durante la tribulación. En los capítulos 1 al 3 de Apocalipsis, hay 16 referencias a la Iglesia, mientras que en los capítulos 6 al 18 que cubren la tribulación, no se menciona a la Iglesia ni siquiera una vez. La conclusión natural que podemos trazar de esto, es que la iglesia que fuera tan prominente durante sus dos mil años de historia, tal como profetizan los capítulos 2 y 3, no se menciona en los capítulos 4 al 18 los que describen la tribulación, sencillamente porque ya no se encuentra en la tierra.
3. El uso extenso del lenguaje y símbolos del Antiguo Testamento en los capítulos 4 al 18, es una indicación de Israel, no de la Iglesia. Esto se entiende, ya que la edad de la Iglesia es el tiempo de los gentiles, mientras que la tribulación es el periodo de angustia para Jacob o la septuagésima semana de Daniel, la cual Dios separó para tratar con Israel. Algunos de estos símbolos del Antiguo Testamento son el tabernáculo, el arca del pacto, el altar, los ancianos, los incensarios, querubines, sellos, trompetas y plagas.
4. Hay mucha similitud entre los eventos de Apocalipsis 4:1, 2 y muchas otras enseñanzas de la Escritura sobre el rapto, tal como 1Tesalonicenses 4:13-18. Ninguna de las cuatro razones, es suficiente en sí misma para insistir que Apocalipsis 4:1, 2 es una alusión directa al rapto de la Iglesia. Sin embargo, cuando las consideramos juntas, sí podemos sacar esta conclusión. El rapto de la Iglesia no se enseña en forma explícita en el capítulo 4 de Apocalipsis, pero de manera definitiva, aparece cronológicamente al fin de la edad de la Iglesia y antes de la tribulación. Examinemos otros pasajes de la Escritura que tratan específicamente con el rapto, para así estar claramente informados respecto a lo que enseña la Biblia sobre el tema.
Lo primero que ocurre en esta visión del futuro, después de la revelación del Señor Jesucristo descrita en Apocalipsis, capítulos 2 y 3, es que Juan es llamado a la casa del Padre en el cielo. Este hecho es instructivo y Juan obviamente representa la Iglesia. Como la puerta abierta en el cielo y la invitación personal de Cristo es "Sube acá", ciertamente es una descripción paralela con otros pasajes proféticos de la Biblia, tal como 1 Tesalonicenses 4:16-18, todo lo cual parece apuntar al rapto.
Algunos eruditos en profecía, están reacios a admitir que Apocalipsis 4:1, 2 es una enseñanza directa al rapto, porque no lo dice específicamente, tampoco da detalle adicional acerca de tal evento. Pero como Juan es el testigo ocular y es quien está escribiendo eventos futuros, incluso de su propio día, ¿qué mejor forma para aludir al rapto que este tiempo específico, particularmente ya que está localizado inmediatamente después de la descripción de la edad de la Iglesia y justo antes de la revelación del Anticristo y el principio de la tribulación, que comienza en el capítulo 6 de Apocalipsis?
El Apóstol Pablo fue el escritor escogido por Dios para revelar a la Iglesia los maravillosos detalles del rapto, cuando tanto los muertos como los vivos, serán arrebatados al cielo para estar con Cristo. Esto lo registró en 1 Tesalonicenses 4:16-18 y 1 Corintios 15:51-57.
Jesús, lo mencionó una vez y está registrado en Juan 14:2, 3. Habló de su segunda venida muchas veces, pero en cada ocasión tenía en mente el evento que Pablo llama "la esperanza bienaventurada". Es en ese evento, que piensa la gran mayoría cuando hablan de las muchas promesas en el Nuevo Testamento sobre la segunda venida de Cristo, 318 en total.
La Biblia enseña que la venida del Señor Jesucristo tendrá lugar en dos fases. La primera, es su venida en el aire para arrebatar a su Iglesia antes de la tribulación y la segunda, será su aparición gloriosa, cuando regresará a la tierra con sus santos a la conclusión del periodo de la tribulación, para establecer su reino milenial. A continuación veremos cuáles pasajes de la Biblia aluden al Rapto y cuáles a la Segunda Venida.
Pasajes sobre el Rapto
"No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Jn. 14:1-3).
"Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios" (Ro. 8:19).
"De tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo" (1 Co. 1:7, 8).
"He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad" (1 Co. 15:51-53).
"El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene" (1 Co. 16:22).
"Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas" (Fil. 3:20, 21).
"Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca" (Fil. 4:5).
"Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria" (Col. 3:4).
"Y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera" (1 Ts. 1:10).
"Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?" (1 Ts. 2:19).
"Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras" (1 Ts. 4:13-18).
"Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Ts. 5:9).
"Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1 Ts. 5:23).
"Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios" (2 Ts. 2:1-4).
"Que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo" (1 Ti. 6:14).
"Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino" (2 Ti. 4:1).
"Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tit. 2:13).
"Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan" (He. 9:28).
"Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca" (Stg. 5:7, 8).
"Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado" (1 P.1:7, 13).
"Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria" (1 P. 5:4).
"Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Jn. 3:2).
"Pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga" (Ap. 2:25).
"Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra" (Ap. 3:10).
Pasajes sobre la Segunda Venida
"Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación" (Dn 2:44, 45).
"Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido" (Dn. 7:13, 14).
"En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad" (Dn. 12:1-3).
"Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito" (Zac. 12:10).
"He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur" (Zac. 14:1-4).
"Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad" (Mt. 13:41).
"Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados" (Mt. 24:21, 22).
"Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo" (Mt. 26:64).
"Porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá. Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos que él escogió, acortó aquellos" (Mr. 13:19, 20).
"Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo" (Mr. 14:62).
"Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca" (Lc. 21:25-28).
"Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo" (Hch. 1:9-11).
"Para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos" (1 Ts. 3:13).
"Y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros)" (2 Ts. 1:7-10).
"Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida" (2 Ts. 2:8).
"Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría" (1 P. 4:12, 13).
"Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas" (2 P. 3:7, 10).
"De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él" (Jud. 14, 15).
"He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén" (Ap. 1:7).
"Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES" (Ap. 19:11-16).
"¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús" (Ap. 22:7, 12, 20).