¿Próximos a partir? - P V
- Fecha de publicación: Sábado, 22 Agosto 2020, 14:07 horas
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Este mensaje que fuera escrito por el Pastor José Holowaty a finales de la década de 1980, fue muy importante y esclarecedor en ese tiempo, pero hoy lo es mucho más. Al leerlo se advertirá de cómo Dios facultó a su siervo para que hiciera una proyección de lo que estaba ocurriendo entonces, permitiéndole por medio del estudio de su Palabra, que anticipara lo que está sucediendo ahora.
Sería bueno que los cristianos, al igual que los incrédulos prestáramos atención a esta declaración solemne y tan descriptiva, de nuestro Señor, sobre las señales de Su venida que darán paso a nuevos acontecimientos. Hay dos palabras que se usan con relación a Noé y Lot. Es en extremo interesante que la Biblia, al hablar de Noé, el arca y la salvación de su familia, cuando dice que había llegado el momento de la destrucción, declara: “Y Jehová le cerró la puerta” (Gn. 7:16b).
De acuerdo con lo que dice la Escritura, el diluvio ya había comenzado pero la puerta del arca todavía permanecía abierta. Era una especie de cuenta regresiva para que la puerta se cerrara y nadie más pudiera entrar. Porque dicen los versículos anteriores: “E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová. Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra. Y por causa de las aguas del diluvio entró Noé al arca, y con él sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos” (Gn. 7:5-7).
Y luego dice: “Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra. El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas, y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. En este mismo día entraron Noé, y Sem, Cam y Jafet hijos de Noé, la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos, con él en el arca” (Gn. 7:10-13).
Los versículos 14 y 15 siguen hablando de todos los animales que entraron ordenadamente y en el versículo 16 dice: “Y Jehová le cerró la puerta”. Algunos podrían pensar que cuando comenzaron a caer las primeras gotas de agua, la gente se lanzó en dirección al arca y halló la puerta cerrada y comenzó a clamar a Dios, pero no fue así, ¡de ninguna manera! Mientras llovía, tal vez por varios días y seguramente antes de que “todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas” (Gn. 7:11b), los hombres continuaban con sus construcciones, sus negocios, casamientos, fiestas, celebraciones, adoraciones a sus dioses, sin hacer caso al cumplimiento del mensaje solitario de Noé. La Biblia no hace alusión a que “alguien viendo que Noé, en realidad tenía razón trató de refugiarse en el arca”. La puerta estaba abierta. Tampoco tenemos indicación de que hubiera algún cartel frente al arca que dijera: «PROHIBIDA LA ENTRADA». De manera que cuando se produzca el arrebatamiento, Dios también se encargará de “cerrar la puerta”. No la puerta de un arca, sino “la puerta de la gracia”. En Hebreos 12:15a tenemos esa advertencia: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios...”
Y dice este otro texto de la Escritura: “Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén. Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. Porque vendrán del oriente, y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios” (Lc. 13:22-29).
Es cierto que este pasaje tiene su aplicación primaria para Israel, pero el Señor parece referirse también a los gentiles y al cierre de la puerta de la gracia. A cristianos nominales que le dirán: “Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste”. Y luego agrega que “vendrán del oriente, y del occidente, del norte y del sur”, añadiendo “y vosotros estéis excluidos”.
Podemos afirmar que ya estamos viendo caer las “primeras gotas” de la lluvia de juicios venideros, pero la puerta de la gracia todavía permanece abierta y los que deseen entrar aún pueden hacerlo. Pero... ¿Cuáles son esas gotas de juicio? La violencia como nunca antes. El desprecio a todo cuanto tiene que ver con Dios, la salvación o el Evangelio. La increíble cantidad de falsos maestros y predicadores. El rápido avance del movimiento ecuménico, en el que toman parte activa muchos de los líderes modernos y también los católicos. La amenaza de que armas nucleares mortíferas puedan caer en manos de extremistas del Medio Oriente y las lancen sobre cualquier ciudad del occidente. La filtración sistemática del ocultismo, incluso en las escuelas primarias. El aumento increíble de suicidios entre adolescentes y jóvenes. Las epidemias, entre ellas el SIDA, y ahora el Covid 19, cambios violentos en el clima, inundaciones, hambrunas, especialmente en el continente africano.
Todos estos acontecimientos indican que ya están cayendo gotas de los juicios venideros, cada vez en forma más intensa. Cuando ya la Iglesia no esté aquí, sino en un lugar seguro “en el aire”, por encima de todo esto, tal como estuviera Noé y los que con él se salvaron sobre las aguas, lejos de la tragedia aquí en la tierra, entonces se desencadenará el diluvio de la Gran Tribulación.
Y dice la Escritura: “Mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos” (Lc. 17:29). Hay una gran similitud entre lo que pasó con Noé y Lot, respectivamente. Aunque también hay una diferencia bien marcada. Por ejemplo, a Noé “Jehová le cerró la puerta”, pero en el caso de Lot, la Biblia dice que él “salió de Sodoma”. Dios cerrará la puerta de la gracia salvadora y también es cierto que la Iglesia saldrá de la Sodoma actual. Jesús fue muy claro al dejarnos esta lección de Noé y Lot. Quiso hacernos ver que algo similar se repetirá con relación a la Iglesia.
En Sodoma no quedó ni Lot, ni su familia. Se quedó la casa de ellos y todos sus bienes, pues eran una familia rica. De la misma manera antes de que se derramen los juicios de Dios sobre la tierra no quedará ni una sola persona regenerada aquí, porque también de esta familia, de la familia de Dios se dirá: «cuando la Iglesia salió de la tierra».
Las propiedades de los cristianos quedarán como muestra del cumplimiento de esta doctrina del arrebatamiento. Muchos cristianos dejarán sus modestas viviendas y algunos enseres de cierto valor. Otros, verdaderas mansiones, tres o cuatro vehículos, computadoras, decoraciones bastantes caras, instrumentos musicales, utensilios culinarios de plata, ahorros en sus cuentas bancarias, algunos animales casi adorados por estos cristianos, que aunque conocían estas verdades no las tomaron muy en serio. No olvide, cuando Dios derrame sus juicios sobre este planeta, la única diferencia marcada entre el rico y el pobre, será que el montón de cenizas del rico será más grande.
El otro Arrebatamiento
A veces estamos tan entusiasmados con el arrebatamiento de la Iglesia, que olvidamos que existe otro arrebatamiento que podríamos llamar “El rapto horizontal”, para distinguirlo del vertical, que es el de la Iglesia de Cristo. Todos los redimidos serán llevados arriba, porque el encuentro con el Señor será “en el aire”, este es el rapto vertical. Pero la Biblia nos enseña también que todo Israel, será en cierto modo recogido al estilo “arrebatamiento” y llevado, no al cielo, sino a Jerusalén, ¡para encontrarse con el mismo Señor Jesús con quien se encontró la Iglesia siete años antes!
¡Qué bueno es que Dios nos revele estas cosas tan maravillosas y nos permita compartirlas con otros, mientras las primeras gotas de los juicios de Dios ya se hacen sentir! “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mt. 24:29-31).
Este es otro rapto, no tan rápido y fuera de la vista de los demás, sino que es horizontal y lo realizan los ángeles del Señor. Ellos se encargarán de congregar a todos los judíos en Israel porque allí tienen una cita con el mismo al que rechazaron crucificándole. Son tantos los pasajes que hablan de esto, que no voy a mencionarlos todos, sólo me limitaré a citar uno que parece resumirlo: “Y sabrán que yo soy Jehová su Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos. Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor” (Ez. 39:28, 29).
“Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. Y se disipará la envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín; sino que volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente...” (Is. 11:12-14).
Lo notable es que en ambos arrebatamientos hay “trompeta”: “Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén” (Is. 27:13).
Veamos a continuación las semejanzas y contrastes de ambos raptos:
1. En el vertical, el Señor lo hace en forma invisible para el mundo.
- En el horizontal lo hace en forma visible para el mundo.
2. En el vertical los ángeles no intervienen.
- En el horizontal los ángeles tienen la misión de congregar a todos los judíos del mundo.
3. En el vertical es la Iglesia la que desaparece o toma parte.
- En el horizontal únicamente el pueblo judío.
4. En el vertical no quedará un solo cristiano en particular.
- En el horizontal no quedará un solo judío sobreviviente sin participar.
5. En el vertical resucitarán todos los muertos en Cristo.
- En el horizontal no hay resurrección de judíos muertos para unirse con los vivos.
6. En el vertical el encuentro con Jesús tendrá lugar en el aire.
- En el horizontal el encuentro con Jesús tendrá lugar en Jerusalén.
7. En el vertical, inmediatamente después del rapto, los cristianos comparecerán ante el Tribunal de Cristo y luego celebrarán las Bodas del Cordero.
- En el horizontal todos los judíos arrepentidos reciben el perdón del Señor.
8. En el vertical los redimidos constituyen la Esposa del Salvador.
- En el horizontal, los judíos representan al “amigo del esposo”.
9. En el vertical hay siete años de banquete con el Señor, fuera de este planeta.
- En el horizontal hay mil años de banquete terrenal con todos los redimidos, después de los siete años de la Gran Tribulación, siendo Jerusalén la capital del Salvador, desde donde todo mundo será gobernado con verdadera justicia. Habrá paz entonces en todo el mundo.
10. En el vertical se tocará “la trompeta de Dios” (1 Ts. 4:16).
- En el horizontal, “se tocará con gran trompeta” (Is. 27:13).