¿Cómo aprendemos a ser padres?
- Fecha de publicación: Viernes, 18 Junio 2021, 19:37 horas
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No existe una escuela para la “formación de padres”. No se puede negar que todo joven que se casa, desea ser un padre diligente, consagrado a su familia, un ejemplo para sus hijos, admirado y respetado por ellos. Pero... ¿Ocurre esto en la práctica?
La Biblia tiene mucha enseñanza para los padres. Pero no las busque en un sólo libro de la Biblia, un determinado capítulo donde pueda encontrar una serie de reglas a seguir para lograr sus deseos de ser un padre querido por sus hijos, alabado y siempre muy bien recordado.
No sería justo comenzar esta reflexión a menos que empecemos por el lado del padre en su calidad de esposo. Nunca olvidemos que los hijos aprenden todo cuanto los padres dicen y viven, porque ellos son los primeros maestros. Repiten las palabras que usan. Los varoncitos procuran imitar al papá hasta en la manera que camina, cómo reacciona ante ciertas circunstancias, programas que escucha por la radio o mira en la televisión, la manera de saludar, comer, dar gracias en sus oraciones, etc. En otras palabras, papá no puede darse el lujo y pensar que en algún momento “sus alumnos se han ido y el aula está vacía”. No, porque los alumnos de papá están todo el tiempo presentes y todo cuanto papá dice y hace ellos lo van absorbiendo. Si lo ven leyendo la Biblia, lo harán ellos también, especialmente los varones. Si lo ven orando, lo harán también. Si lo ven hablando por teléfono, usarán casi las mismas palabras, asumirán la misma postura, reaccionarán de la misma manera. El esposo, teniendo esto en cuenta, debe formularse esta interrogante: «¿Realmente amo a mi esposa?»
Se cuenta que cierta vez un joven fue a ver al Pastor Harry Ironside para confesar una falta. Le dijo al Pastor: «¡Creo que amo demasiado a mi esposa! De hecho, la he puesto en una posición tan alta, que temo que esté pecando». Entonces el Pastor le preguntó: «¿Cree usted que ama a su esposa más que Cristo amó a su iglesia?» El joven esposo no se atrevió a responder. Entonces el Pastor replicó: «Bueno, ese es el límite hasta el cual puede ir, tal como dice en Efesios 5:25: ‘Maridos, amad a vuestras mujeres (a la esposa), así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella’».
Aunque los padres piensen que los hijos, especialmente si son pequeños, no captan la relación entre los padres, ellos sí perciben si entre ellos hay o no hay amor. Cuando los padres se aman, y generalmente el mayor problema en esto es el papá y esposo, los hijos están seguros, tranquilos, felices y sanos. Pero cuando el papá demuestra que no le importa mucho lo que ocurre con su esposa, la cual es tan querida por los hijos por ser su madre, no pasará mucho tiempo y habrá hijos rebeldes, sin aparente causa, inquietos, sin deseos de aprender y sin capacidad para hacerlo, violentos con los padres, alterados emocionalmente y sobre todo, inseguros. Es fácil percibir esta situación, cuando el hijo, siendo niño aún, dice: «Ni bien cumpla mi mayoría de edad me iré de este infierno». ¿Por qué? Porque cuando el esposo (padre también) no ama a su esposa, muy pronto abandonará a sus hijos, de modo que ellos no tendrán la oportunidad para gozar el amor de su papá.
Ocurrió hace algunos años, que un Pastor recibió la invitación para visitar una academia militar en la cual había una especie de motín estudiantil. Los estudiantes habían fallado en casi todo: lecciones, horas de estudio, ejercicios y demás. El director informó a los padres cuyos hijos habían sido el mayor problema. Aquí van algunos mensajes que recibieron esos rebeldes, palabras que revelan el carácter del papá. Un padre decía a su hijo: «Espero que obedezcas». Otro: «Si te expulsan de la escuela, no podrás regresar a casa». El tercero dijo: «Si te envían a casa, te internaré en un manicomio». El cuarto dijo: «Me olvidaré de que existes, sin ningún remordimiento, si desgracias a la familia». El mejor mensaje fueron estas lacónicas palabras: «¡Tranquilo mi muchacho, tranquilo! Tu padre».
Creo que, si no todos, la gran mayoría de los padres admiten que, si tuvieran que comenzar de nuevo, ¡muchas de las cosas que hicieron con sus hijos y lo que fueron como padres, cambiarían! Pero, lamentablemente, esa... otra oportunidad no existe, razón por la cual, en esta ocasión, al pensar en la persona de papá, debemos reflexionar seriamente; especialmente aquellos padres cuyos hijos son pequeños y aún más los jóvenes que no se han casado.
Tomemos un ejemplo, ¿Pensó alguna vez en el daño que el papá hace a sus pequeños cuando, a la hora de cenar, coloca una botella de vino o cerveza como parte del menú? Por supuesto que los hijos tendrán que conformarse con agua o leche, y en algunos casos con gaseosas (agua con azúcar). Pero ellos esperarán el momento cuando puedan comprar su propia botella de alcohol. Claro que este padre nunca se sentó con su hijo para enseñarle a ser bebedor. Pero, tal como dijimos al principio, el hijo captó la lección por su cuenta.
Dios no nos deja solos para una tarea de tanta responsabilidad, como lo es la de formar una vida. Él conoce nuestras limitaciones. Hay una cosa que debemos tener presente en relación a nuestros hijos: No permitas, como padre, que alguien otro forme a tus hijos. Nadie los ama como tú. Nadie los tiene tan cerca como tú. Nadie los ve diariamente, sino tú. Si haces tu trabajo en el tiempo que Dios te concede, mientras tus hijos dependen de ti, jamás te arrepentirás. Toma muy en serio lo de Deuteronomio 6:5-9; “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”.
La formación total de nuestros hijos está a cargo de los padres, especialmente a cargo de papá. En primer lugar, Sus palabras “estarán sobre tu corazón”. Luego, “las repetirás a tus hijos”. Más adelante, “hablarás de ellas estando en tu casa”. Pero también, “andando por el camino”. Cuando llega la noche, dice “al acostarte y cuando te levantes”.
En lugar de televisión, videos, deportes, etc., el primer lugar les corresponde a los hijos. Muy pronto ellos descubrirán que papá no tiene otra cosa en la mente que Dios, Cristo, la Biblia, la oración y la música inspiradora que tanto difiere de la mundana.
El versículo 8 podemos interpretarlo cuando dice “como señal en tu mano”, el actuar del papá cada día. Con las manos hacemos cosas. Los pequeños no solamente nos escuchan, también quieren ver cómo el mensaje de la Biblia se debe vivirlo. Cuando dice “como frontales entre tus ojos”, nos lleva a lo que miramos, porque para eso tenemos los ojos. “Las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas”, significa que todo cuanto los pequeños ven entre esas cuatro paredes de la casa en donde viven, les recuerda la importancia de la vida espiritual.
Papá, si no tienes riquezas ni puedes ofrecerle mucho a tus hijos, todo lo que ellos necesitan Dios lo tiene listo. Pero Dios desea canalizar su riqueza vía papá. Recordemos esto: El papá puede ser la figura del mismo diablo para sus hijos o puede ser la figura del Salvador. El papá puede construir o destruir a sus pequeños. Puede avergonzarlos llegando borracho a su casa, haciendo negocios fraudulentos, usando palabras groseras, o bien, puede ser el mejor Pastor para sus hijos, siendo la persona que llena su casa con el aroma del amor, la bondad, la paciencia y la santidad de Cristo.