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Qué le espera a los no salvos

  • Fecha de publicación: Sábado, 26 Junio 2021, 15:33 horas

Si usted aún no recibió a Jesucristo como su Salvador personal, lea lo que le espera de aquí en más.  Supongamos que usted nunca lo haga.  Cuando hablamos de “recibir a Cristo como Salvador”, no nos referimos a una determinada ceremonia, como podría ser... la primera comunión, el bautismo o cumplir con algún voto, etc.  En el evangelio de Juan 1:12, dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.

En ciertas fechas del año, como por ejemplo la “semana santa”, es oportuno que usted se haga algunas preguntas: ¿Por qué, si Jesús era un hombre que ha hecho únicamente el bien, fue crucificado?  ¿Por qué, si él, siendo el único que pasó por este mundo, nació y vivió sin pecado alguno, recibió un castigo de muerte tan cruel?  ¿Por qué la gente de sus días, habiéndolo conocido tan bien, no descubrió en él al único que tenía derecho de ser considerado santo en todo sentido de la palabra, no lo defendieron hasta que aquellos que intentaron darle muerte, desistieran de tan grave crimen?

Son preguntas válidas y la respuesta es muy sencilla.  En primer lugar, él nos dice que es él mismo quien toma la iniciativa y deposita su vida por nosotros.  ¡Qué cosa más extraña!  ¿Él, siendo santo y puro, sin pecado alguno, en lugar de tomar las riendas del mundo y ser, por fin, un gobernante íntegro, intachable, prefiere dar su vida?  ¿Para qué y por qué?: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Jn. 10:17, 18).

Comprendo que no le es fácil entender esto, pero seamos claros, Adán, el primer hombre, junto con Eva, su esposa, no resistieron la tentación y pecaron.  Esta es la razón del porqué todos somos pecadores, porque somos descendientes de esa primera pareja que pecó contra Dios.

El Señor, dejando su gloria celestial, siendo Hijo de Dios, se hizo hijo de hombre, para que el hombre llegue a ser hijo de Dios.  El pecado de Adán y Eva, lo mismo que nuestros pecados, resultaron como una... deuda para con Dios.  La raza humana se vio de pronto endeudada hasta las orejas, sin poder pagarla.  Para cancelar esta cuenta con Dios, el deudor debía ser perfecto, tan perfecto y sin pecado como Dios mismo.  Esta es la razón porqué nuestro Señor tuvo que humanarse y cancelar nuestra cuenta.  ¡En la cruz él obtuvo perdón para todos!  De modo que cuando un pecador, se arrepiente de sus pecados y quiere obtener el perdón, debe recibir a Jesucristo como su personal Salvador.  Recibirle significa, en primer lugar, arrepentirse de sus pecados y luego, reconocerle a él como su Salvador eterno.  Esto quiere decir que, si usted hoy le recibe como su Salvador, usted será salvo para siempre y todos sus pecados le serán perdonados.  Usted habrá aceptado que Jesucristo canceló su enorme cuenta de pecados en contra de Dios.  ¡Usted nunca podría haberlo hecho!

Pero supongamos que usted no desea abandonar su religión, o tal vez su posición en la sociedad, o bien, se cree muy bueno por hacer buenas obras.  No importa la razón, lo que usted decide, es rechazar al único que le puede salvar.  Aquí va lo que usted debe esperar:
1. La iglesia, que se compone de todos aquellos que recibieron a Jesucristo, dejará este mundo en cualquier momento, porque el Señor se la llevará.  De modo que si esto ocurre antes de que usted muera, no crea ni a los religiosos ni a los políticos ni a los sabios que traten de explicar este evento, porque el Señor habrá retirado a los suyos, sin dejar a una sola persona salva aquí en el mundo.  Esta es su promesa.  Y es bueno que no juegue ni con su alma ni con el perdón que aún está a su alcance.  Si muere sin ajustar cuentas con Dios, usted jamás será salvo.

2. Puede estar seguro, cualquiera sea su teoría o creencia ahora, cuando la Iglesia, los cristianos, hayan sido retirados de este mundo, usted cambiará y ya no pensará como ahora, porque descubrirá que la Biblia es palabra de Dios.  Usted verdaderamente se arrepentirá y suplicará a Dios que le perdone, pero deberá continuar aquí en este mundo, en medio de un caos jamás experimentado.  Las pestes, los terremotos, la brutalidad e inmoralidad de los hombres, las manifestaciones de repudio a Dios que serán vistos por televisión, leídos en los diarios y oídos vía radio, será algo que le dejará petrificado.  Descubrirá que la anarquía habrá acaparado la mente de grandes y pequeños.

3. Usted verá también una especie de... “reorganización mundial”, cuando todos los sistemas de gobierno que conocemos hoy, llegarán a ser obsoletos.  Se implantará una dictadura mundial.  No será algo limitado a cierto país o continente.  ¿El gobernante?  Será el enviado de Satanás, conocido en la Biblia como el Anticristo.  ¡Qué horrible será todo aquello y cuánto lamentará el haber descuidado su oportunidad para ser salvo!

4. Usted todavía podrá ser salvo, pero es muy probable que sea parte de quienes han de morir por su fe.  En el pasado los cristianos fueron perseguidos, muertos brutalmente, descuartizados, echados a fieras hambrientas para ser comidos vivos, echados en aceite hirviendo, dejados en celdas refrigeradas, etc.; pero es posible que lo que todavía espera a quienes se opongan al Anticristo, no ha sido aplicado en el pasado.

¿Qué hará usted?  ¿Dirá que todo esto es una especie de... teoría para ganar adeptos?  ¡Por favor lea su Biblia y encontrará que en esta dirección nos movemos!  Unos en dirección al cielo y otros al infierno.  No hay otro destino más que estos dos.

AGRADECIMIENTO:

Gracias a los hermanos que domingo tras domingo visitan algunos anexos que tenemos, y hacen lo que pueden para llevar la Palabra de Dios a quienes no pueden asistir a la Iglesia Bíblica Misionera de Ñemby, se comprometen a llevar adelante esta obra la cual obtendrá su desarrollo mediante la intervención Divina: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios” (1 Co. 3:6).  Es un gran privilegio poder ser parte de los que “plantan”, “riegan”, dejando en las manos de Dios la germinación de la semilla del Evangelio de Cristo. “Regar” significa acompañar a los nuevos en la fe.  ¡Pero… cuán grato es dedicar cierto tiempo cada semana para estas tareas!  Como iglesia comprometámonos en la oración.

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