Seis consejos para comenzar el nuevo año - P1
- Fecha de publicación: Sábado, 18 Diciembre 2021, 20:55 horas
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Ya sólo quedan unos días para que concluya el año 2021, y no es ningún secreto que el Covid-19 ha creado una crisis mundial sin precedentes. Por primera vez en nuestras vidas, se han cancelado todo tipo de eventos y actividades importantes para detener el avance de este virus letal. El distanciamiento social se convirtió en una palabra de moda y las pautas de los Centros para Control de las Enfermedades están cambiando prácticamente cada semana.
La rápida escalada de eventos catastróficos en todo el mundo indica que vivimos en los Últimos Días y que el Apocalipsis se acerca. Los cristianos tenemos la responsabilidad de tratar cada día como una nueva oportunidad para servir al Señor y guiar a otros hacia Él.
El mundo puede ser un lugar muy duro. Las personas a menudo son descorteses en su esfuerzo por hacerse un lugar en esta sociedad, buscando encontrar a dónde pertenecer, o cuando están afirmando un punto de vista particular. Los creyentes en Jesucristo también tenemos un punto de vista, un llamado que queremos compartir, nuestras creencias. Pero al hacerlo, debemos actuar de tal manera, que Cristo sea ejemplificado en nuestras acciones, siendo tranquilos y compasivos con las personas. Nadie estará interesado en Aquel a quien tanto amamos, hasta que les demostremos Su amor y compasión.
Cuando hablamos con personas que se alteran fácilmente, también debemos ser constructivos en nuestras discusiones y mantener la calma. Tratar con alguien enojado o que no es feliz, no es fácil. Pero nuevamente, cuando nos mantenemos enfocados y tranquilos, estaremos listos para enfrentar el desafío.
Cada uno de los llamados “expertos” en este mundo, parece tener una idea diferente acerca de cómo debemos responder al coronavirus. Algunas personas están depositando su fe en las reservas de papel higiénico, cloro y jabón. Otros descartan las advertencias del gobierno como una reacción exagerada, mientras que unos terceros están abrumados y confundidos.
Como cristianos, y no como expertos en enfermedades infecciosas, todos debemos tener una perspectiva diferente, porque nuestra esperanza está en las palabras que el Señor Jesús dijo a sus discípulos en el Cenáculo, justo antes de su crucifixión: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn. 14:27).
Las palabras del Señor nos ofrecen la oportunidad de responder con fe y sabiduría, en lugar de miedo y pánico. Como seguidores de Cristo, hay seis estrategias que podemos implementar mientras seguimos enfrentando esta pandemia de coronavirus:
1. Concentrarnos en la oración.
En medio de toda la incertidumbre que nos rodea en este momento, es difícil pensar en una oración mejor que la que pronunció un rey de Judea desesperado, pero confiado en Dios de nombre Josafat. La antigua perspectiva de este rey, se aplica a nuestra situación actual más de lo que pensamos.
Lo que ocurrió entonces, fue que una peligrosa delegación de Edom se acercaba a Judá, pero la fe de Josafat lo abarcó todo, porque confió en el Señor ante una posible derrota militar o ante cualquier otro desastre que pudiera venir. Dijo: “Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás” (2 Cr. 20:9).
A lo largo de su oración, el Rey apeló al carácter de Dios, a sus promesas y sus acciones en el pasado. Y su oración culminó con esta declaración: “¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos” (2 Cr. 20:12).
Josafat pudo haberse dejado consumir por la preocupación, pero a cambio de eso oró. Hoy todos nosotros nos enfrentamos a esa misma elección: ¿Clamaremos a Dios en oración o nos mantenemos preocupados? ¿Oraremos o nos preocuparemos?
Mientras permanecemos en alerta contra el virus de la enfermedad y la confusión reinante, en la que nadie sabe con el 100% de exactitud, qué es verdad y qué es mentira, la preocupación no cambiará nuestras circunstancias ni reducirá nuestro riesgo de infección.
En lugar de angustiarnos y estar ansiosos, el Señor Jesús nos llama a que respondamos con oración y fe en Él: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mt. 6:33, 34). “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil. 4:6, 7).
Lo que tenemos que hacer en estos momentos es clamar al Dios Todopoderoso y pedirle que nos proteja de esta enfermedad. Que cuide a todos los que se encuentran en la primera línea de esta pandemia: desde los profesionales médicos, enfermeros y enfermeras, hasta los funcionarios del gobierno y los trabajadores humanitarios. Necesitamos clamar y pedirle esto al Señor con fe.
2. Debemos mantener nuestra mente sana.
Los pensamientos oscuros de la mente pueden hacer que quedemos atrapados en las garras del miedo, un lugar al que Dios nunca quiere que vayamos.
El apóstol Pablo nos dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Ti. 1:7). Tal como declara esta Escritura, el poder que destierra el miedo es una mente sana, por lo tanto, sigamos este consejo: “... llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Co. 10:5b).
Cuando un concepto que no proviene de Dios entra en nuestra cabeza, debemos examinarlo a la luz del conocimiento Divino. Necesitamos preguntarnos: «Lo que estoy pensando ¿tiene alguna base en la realidad?» Y si no es así, llevémoslo cautivo. Mantener una mente sana no es tan difícil como parece. Empiece por leer la Palabra de Dios todos los días y luego pida al Espíritu Santo para que guíe sus pensamientos. Una mente centrada en la verdad de Dios es la clave para controlarla. Cuando nos damos cuenta, de que el Señor Jesucristo está presente hoy y estará asimismo mañana, podremos estar libres de preocupaciones.
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