Jesús, mayor que Moisés - P IV
- Fecha de publicación: Viernes, 23 Julio 2021, 21:13 horas
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El Señor Jesucristo advirtió, tal como está registrado en el capítulo 24 de Mateo, que la profanación del tercer templo desencadenará los juicios finales en Israel y en las naciones, anticipados por los profetas del Antiguo Testamento y el libro de Apocalipsis: “Por tanto, algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mt. 24:15-22).
Los judíos en Jerusalén y en sus alrededores que hayan llegado a conocer a Jesús gracias al ministerio de los 144.000 testigos judíos, estarán en peligro inmediato. El Señor Jesucristo advirtió que entonces deberán huir de Jerusalén. Su lugar de refugio será en el área cercana al sur de Jordania y según opina la gran mayoría de eruditos, en la ciudad excavada en la roca de Petra, la que fue designada el 7 de julio del 2007, como una de las siete maravillas del mundo moderno.
Por otro lado, Edom al sur de Jordania y Babilonia al sur de Iraq, están destinados a quedar desolados, desprovistos de vida e inhabitados durante el milenio. En medio de lo que ahora es el norte de Iraq, Dios probablemente creará durante el periodo de la tribulación, una nueva Siria, la cual será una nación santa, junto con Egipto e Israel durante el milenio: “En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Asiria, y asirios entrarán en Egipto, y egipcios en Asiria; y los egipcios servirán con los asirios a Jehová. En aquel tiempo Israel será tercero con Egipto y con Asiria para bendición en medio de la tierra; porque Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad” (Is. 19:23-25).
Al remanente judío que se encuentre oculto en Bosra, en Petra, el mismo Señor Jesucristo, Ése mayor que Moisés, lo evaluará y enseñará, para cuando llegue el momento de presentarse en Jerusalén, con la misma gloria que exhibió en el monte de los Olivos: “Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur” (Zac. 14:4).
Él llevará a los judíos verdaderos a su propio territorio, y retornará a Israel como el Gran Pastor conduciendo a sus ovejas. El profeta Ezequiel escribió así sobre este evento: “Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad. Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares habitados del país. En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán en buen redil, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor. Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré con justicia. Mas en cuanto a vosotras, ovejas mías, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo juzgo entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos. ¿Os es poco que comáis los buenos pastos, sino que también holláis con vuestros pies lo que de vuestros pastos queda; y que bebiendo las aguas claras, enturbiáis además con vuestros pies las que quedan? Y mis ovejas comen lo hollado de vuestros pies, y beben lo que con vuestros pies habéis enturbiado. Por tanto, así les dice Jehová el Señor: He aquí yo, yo juzgaré entre la oveja engordada y la oveja flaca, por cuanto empujasteis con el costado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos a todas las débiles, hasta que las echasteis y las dispersasteis. Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja. Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor. Yo Jehová les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos. Yo Jehová he hablado. Y estableceré con ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra las fieras; y habitarán en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques. Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán. Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra con seguridad; y sabrán que yo soy Jehová, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los libre de mano de los que se sirven de ellos. No serán más por despojo de las naciones, ni las fieras de la tierra las devorarán; sino que habitarán con seguridad, y no habrá quien las espante. Y levantaré para ellos una planta de renombre, y no serán ya más consumidos de hambre en la tierra, ni ya más serán avergonzados por las naciones. Y sabrán que yo Jehová su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice Jehová el Señor. Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice Jehová el Señor” (Ez. 34:11-31).
Durante la última mitad del periodo de la tribulación, el remanente de judíos que permanezca en Jerusalén conocerá a Jesús y comenzará a orar en arrepentimiento, tal como el profeta Zacarías declara en los capítulos 12 al 14 de su libro. El profeta también dice que durante el periodo de la tribulación, dos tercios de Israel serán cortados, quedando un tercio que será probado y se convertirá en seguidores de Jesús.
La matanza de los judíos en los días finales, el “tiempo de angustia para Jacob” (Jer. 30:7b), será más horrorosa y trágica que el Holocausto bajo Hitler, pero un gran número sobrevivirá, un tercio, que serán seguidores de Cristo. Es muy probable que para entonces no sobreviva un tercio de los estadounidenses como seguidores de Cristo, y el remanente de otras naciones también podría ser muy reducido. Finalmente, la vigorosa evangelización de los 144.000 guiará a millones de entre las naciones, al Reino de Dios mediante la fe en Jesús.
La guerra final estará centrada alrededor de la diminuta nación de Israel y resultará en gran devastación. El Señor Jesucristo, los profetas, y el libro de Apocalipsis, describen las grandes catástrofes que casi acabarán con la humanidad:
1. “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mt. 24:21, 22).
2. “De cierto te juntaré todo, oh Jacob; recogeré ciertamente el resto de Israel; lo reuniré como ovejas de Bosra, como rebaño en medio de su aprisco; harán estruendo por la multitud de hombres. Subirá el que abre caminos delante de ellos; abrirán camino y pasarán la puerta, y saldrán por ella; y su rey pasará delante de ellos, y a la cabeza de ellos Jehová” (Mi. 2:12, 13).
3. “Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios. Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen. El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar. El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre... El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria. El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras. El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente. Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso... El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra” (Apocalipsis 16:1-4, 8-14,17, 18).
No es simple coincidencia que los ojos del mundo entero estén centrados en Israel en estos días. Dios es quien está obrando y Él está próximo a consumar la redención del mundo e Israel será el centro de todo.