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Preparando a nuestros hijos

  • Fecha de publicación: Domingo, 14 Noviembre 2021, 07:51 horas

Cuando nos detenemos a reflexionar con respecto al momento en que estamos viviendo en la actualidad, forzosamente viene a nuestra memoria el profeta Daniel y las experiencias de su vida y la de sus amigos, ya que fueron jóvenes que experimentaron tragedias devastadoras en su existencia, pero que no permitieron que esas cosas los alejaran de Dios.

Daniel era miembro de una familia destacada en la antigua Judea antes del exilio.  Era descendiente de David, del linaje real.  Vivía una vida privilegiada, recibía una buena educación y gozaba de todos los privilegios que le otorgaba su posición social, pero de repente todo cambió.  Nabucodonosor rey de Babilonia invadió Judea, secuestró a los jóvenes de la aristocracia de mente brillante, y los llevó cautivos. 

Por la Escritura sabemos que Daniel y sus amigos fueron capturados cuando aún eran muy jóvenes, quizás en su adolescencia.  Fueron desarraigados de sus familias, sus hogares, su nación y su cultura.  Apartados de sus familias, se vieron rodeados por extraños que controlaban sus vidas y tuvieron que aprender una nueva cultura e idioma.  Incluso, hasta les impusieron nombres babilónicos.   La Biblia dice además que fueron entregados en manos del encargado de los oficiales, e implica que también fueron hechos eunucos, y entrenados en el palacio del rey.  Sus vidas fueron cambiadas totalmente, y no para bien.

Sin embargo, Daniel es un asombroso ejemplo bíblico de un hombre totalmente rendido y dedicado a Dios; alguien a quien el Señor usó en aquel entonces, y ha utilizado a lo largo de las edades hasta el presente.  Es considerado por los eruditos, como el más grande de todos los profetas del antiguo Israel, tanto por su carácter intachable como hombre de Dios, como por las revelaciones Divinas sin paralelo que recibió, las cuales le permitieron ver a través del velo del tiempo y describir el futuro.

Ciertamente, se han escrito muchas cosas respecto al asombroso material profético que contiene su libro, sin embargo, ahora vamos a analizar otros aspectos de su vida que vale la pena destacar, porque Daniel fue un hombre íntegro, de oración, sabiduría y visión.  En Babilonia, la tierra de su cautiverio y exilio, ocupó una posición de gran autoridad, por lo tanto, son muchas las lecciones que podemos aprender de su vida.

Su existencia y la de sus amigos fueron destruidas.  Sus esperanzas para un futuro brillante fueron despedazadas.  Fueron separados de sus familias, y privados de tener hijos en el futuro.  ¿Cómo reaccionaríamos ante una situación similar?  ¿Con depresión, ira, amargura?  La Biblia no narra el proceso por el que tuvieron que pasar Daniel y sus compañeros, ni nos dice cómo lo sobrellevaron.  Pero claramente, sí lo vencieron y llegaron a ser lumbreras para Dios en medio de la sociedad babilónica.  Ahora mismo, nosotros al pensar en los tiempos en el que estamos viviendo, con una pandemia que está arrasando el planeta, con los desastres sin paralelos en todas partes del mundo, nos sentimos al borde de ser cautivos aquí, o como si estuviéramos en camino para vivir en una Babilonia moderna. 

Dios habló por medio del profeta Jeremías durante más de 40 años, pero cuando uno medita en esto más profundamente, tiene que concluir que realmente tuvieron que ser los padres de Daniel y de sus amigos, quienes escucharon al profeta Jeremías e instruyeron a sus hijos en sus palabras, para que estos jóvenes hubieran producido tal calidad de frutos.  Las Escrituras nos dejan saber, que los padres de todos ellos fueron asesinados cuando Nabucodonosor sitió a Judá: Degollaron a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia” (2 R. 25:7).
“Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías en presencia de éste en Ribla, haciendo asimismo degollar el rey de Babilonia a todos los nobles de Judá” (Jer. 39:6).
“Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos” (Dn. 1:3, 4)

Por lo tanto, es obvio que estos jóvenes fueron entrenados para vivir en Babilonia, pero no para ser como los babilonios.  Nosotros hoy en día ya estamos viendo perfilarse una Babilonia moderna en el horizonte, y tenemos que asegurarnos de que nuestros hijos estén preparados para hacerle frente a una cultura que es hostil a sus creencias, la que luchará y aplicará presión en todos los sentidos para que se adapten a todas sus formas inimaginables.
Y nos preguntamos: ¿Qué podemos hacer para preparar a nuestros hijos?  ¿Cuál fue la instrucción que le dieron sus padres a Daniel, Ananías, Misael, y Azarías?

Hoy nosotros debemos instar a nuestros hijos para que hagan su mejor esfuerzo en la escuela. Que sean estudiosos, dedicados.  Que no tengan miedo de aprender cosas prácticas, cosas que los ayudarán a avanzar en esta vida.  Que entreguen sus mentes a Dios y le amen con todo su corazón, porque un entendimiento rendido ante su Creador, es una gran herramienta en Su mano.  Que traten de imitar a Daniel y a sus amigos, quienes:

  1. Eran excelentes: Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos. Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey. Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego” (Dn. 1:3-7).

 

2. Decididos: Daniel y sus amigos no se contaminaron con la comida del rey: Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse… Consintió, pues, con ellos en esto, y probó con ellos diez días. Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey” (Dn. 1:8; 14, 15).

3. No se inclinaron ante la imagen de Nabucodonosor: Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos? Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Dn. 3:14–18).

4. Oraban y siempre buscaban el consejo de Dios, cuando Nabucodonosor dijo que mataría a todos los sabios de la tierra si nadie podía contarle su sueño e interpretarlo, Daniel se reunió con sus amigos y buscaron el consejo del Señor: Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había. Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey. Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia” (Dn. 2:14–18).

5. Se mantuvieron limpios del mundo: Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Stg. 1:26, 27).

El Pastor y teólogo bautista Wallie Criswell, nacido en Oklahoma, quien falleció en el año 2002, presidente de la Convención Bautista del Sur y autor de 54 libros, registró en uno de ellos: «Daniel fue víctima de ese juicio de Dios por causa de los pecados de su pueblo.  Era príncipe de linaje real, había nacido para reinar, fue criado para esperar el cetro.  Nunca soñó con ser esclavo de un monarca pagano en una tierra extraña.  Pero la profecía de Isaías lo anticipó, y ese juicio de Dios tuvo un triste y trágico cumplimiento durante la vida de ese joven.  Lo hicieron eunuco en la corte del rey de Babilonia.  Llegó a ser un árbol seco, un hombre emasculado, sin esperanza de familia, progenie ni posteridad».

Las semillas de justicia que los padres sembramos en nuestros hijos, un día producirán fruto abundante.  El ejemplo lo tenemos en Daniel y sus compañeros, quienes fueron secuestrados de sus hogares piadosos y sufrieron enormemente en un país pagano, pero les acompañó el deseo de seguir los caminos de Dios aún estando en tierra extraña, aunque pudieron haber respondido a todas las cosas terribles que le ocurrieron, con profunda tristeza y depresión, haber reaccionado con ira y resentimiento, pasar el tiempo lamentando su destino, o haberse alejado de Dios.

Dejemos de lamentarnos con respecto a la crisis mundial que estamos confrontando: catástrofes, guerras, inestabilidad social, carestía, la pandemia del covid19, etc., y preparemos a nuestros hijos para un futuro glorioso: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Co. 15:53–55).

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