Menu

Escuche Radio América

“Su salvación es su propia Responsabilidad”

  • Fecha de publicación: Domingo, 10 Abril 2022, 07:26 horas
Al volver nuevamente nuestros pensamientos al Calvario y cuanto allí ocurrió, es oportuno recordar, una vez más, que “SU SALVACIÓN ES SU PROPIA RESPONSABILIDAD”.  Ni el Pastor de su iglesia, ni sus padres, ni “doña circunstancia” son responsables de lo que usted haga con Cristo y por ende con su propia salvación.

Pensemos hoy en la persona de Poncio Pilato.  Ese hombre que personalmente reconoció que tenía autoridad para hacer con Cristo lo que quisiera, y, sin embargo, ¡cuán trágica fue su decisión frente a esta elección o decisión!

“Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba” (Jn. 19:10, 11a).

¿Qué hizo Pilato con esta autoridad que tenía para hacer con Jesús lo que quisiera?  Lo mismo que la mayoría hace hoy, procuró por todos los medios derivar esta decisión respecto de Cristo, a alguien otro.  Pero no lo logró, porque finalmente se vio obligado a tomar su propia decisión, ya que, tal como le dijo el Señor, esa autoridad le fue dada por Dios mismo.  Y recuerde usted también, porque todos, cual Pilato, tenemos esa autoridad y sin lugar a dudas la hemos ejercido.  Muchos hemos tomado en serio la autoridad que el Creador nos dio y nos hemos entregado al Señor. ¿Qué de usted?

Veamos lo que hizo Mr. Poncio:

1. Dejar que los Judíos mismos lo juzguen.
“Entonces les dijo Pilato (a los Judíos): Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos dijeron: A nosotros no nos está permitido dar a muerte a nadie” (Jn. 18:31).

El primer intento de no ejercer su obligación y derecho en cuanto al Señor Jesús no le funcionó, porque los judíos inmediatamente le respondieron que era él frente a quien el Señor estaba y era su turno de tomar una sabia y correcta decisión con respecto al Señor.

2. Enviarlo a Herodes. Que lo haga otro gobernante: “Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo. Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén” (Lc. 23:6, 7).

La Biblia no dice que Herodes, después de burlarse un poco de Jesús, le volvió a Pilato. De modo que tampoco este intento de Pilato le resultó.

3. Pilato propone imponerle una pena menor.
Viéndose Pilato imposibilitado para evadir una decisión personal en relación con el Señor, propuso al pueblo que le impondría una pena inferior, es decir, castigarle, pero no crucificarle.  Pero tampoco esta vez lo logró: “Y les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré” (Lc. 23:22).

4. Pilato trató de intercambiarlo por Barrabás.
“Reunido, pues, ellos, les dijo Pilato; ¿a quién queréis que os suelte: a Barrabás o Jesús? Porque sabía que por envidia le habían entregado” (Mt. 27:17, 18).

Es fácil ver los intentos que hace este miserable Poncio Pilato para resolver la cuestión Jesucristo.  Trataba por todos los medios de, ni recibirle ni rechazarle.

5. Recurrió a una Ceremonia hipócrita.
Viéndose imposibilitado de no rechazarlo, Pilato recurrió a una ceremonia, tratando así de calmar la demanda de su alma de una decisión sabia, humillándose e identificándose con él.
“Viendo Pilato que nada adelantara, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo, de la sangre de este justo; allá vosotros” (Mt. 27:24).

¿Cuáles son sus excusas, amigo pecador todavía perdido y sin Cristo en su vida?  Sí, es cierto que usted también tiene derecho de hacer con Cristo lo que quiere.  Ese derecho, esa facultad, se la ha dado Dios.  El mundo sigue gritando ¡Crucifícale!  Pero usted tiene que tomar su propia decisión.  Le invito a dejar a un lado todas las excusas, como ...mi religión, mis buenas obras, el qué dirán, soy sincero, no hago mal a nadie, etc.

El Señor está hoy a la puerta de su corazón y se ofrece como su Salvador eterno. ¡Recíbale por la fe ahora mismo!

volver arriba