¿Cuánto cuesta ser bíblico?
- Fecha de publicación: Sábado, 23 Abril 2022, 20:41 horas
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Buena pregunta para estos días cuando pareciera que casi nadie ya quiere ser uno de esos “cristianos bíblicos”, mucho menos si a esto le agregamos “fundamental”. Pero... aunque parezca como que los bíblicos se están extinguiendo, es decir, que estamos en peligro de extinción (tal como se suele hablar de ciertos animales y plantas entre los protectores de los recursos supuestamente en peligro de desaparecer), no es esto lo que ocurre con los Bíblicos Fundamentales. Más bien, pisamos terreno firme y las iglesias que tienen visión misionera, especialmente si el Pastor es un hombre convencido de la sana doctrina bíblica, verdaderamente consagrado a la causa del Señor, y que desde el púlpito proclama la inalterable doctrina bíblica, tienen todas las posibilidades de crecer. No siempre el crecimiento será numérico, pero sí será un crecimiento en profundidad, donde pocos hermanos, pocas familias, están ahondando sus raíces en los principios bíblicos, porque un día, seguramente no muy lejano, estos hermanos serán usados por el Señor para alentar a otros muchos, cuando el sólo hecho de mencionar el nombre de Dios sea ilegal y penado con multas y luego incluso encarcelamiento. Pero... ¿Cuánto realmente cuesta este... producto? Aquí va su costo:
• Burlas y desprecio por parte de una gran mayoría.
• Preocupación por el deterioro evangélico, cuando muchos... “líderes de gran renombre”, están alentando para que regresemos al Vaticano.
• Mayores problemas para criar a los hijos en los principios bíblicos, puesto que los adolescentes y jóvenes en general, no quieren ser diferentes a los demás.
• Un serio problema encontrar literatura impresa (y música grabada) para quienes exigen que tanto lo hablado como lo cantado sea bíblico.
Encontrar una iglesia bíblica en muchos lugares ya es imposible, porque simplemente no las hay.
De manera especial los pastores que desean ser fieles a la Palabra, serán acusados de intransigentes, que se creen los únicos que tienen la verdad, que sus iglesias no son cristianas, sino sectas. Bastaría que el Pastor detenga el paso para analizar y hacerle caso a todas estas acusaciones y muy probablemente bajaría la guardia.
Se hace cada vez más y más difícil encontrar traducciones bíblicas no adulteradas.
Si el costo es tan alto... ¿Cuál es la recompensa o ventaja?
1. Todo cristiano bíblico puede estar seguro de que el Espíritu Santo lo guiará en el estudio, la interpretación y la comunicación del evangelio. Así trátese de un misionero, un pastor o cualquier otro/a hermano/a que desean ser parte de este ejército del Señor.
Salvo quienes están en este campo, saben la gran satisfacción que recibe el cristiano, y de manera especial el Pastor, cuando comienza a predicar la Palabra sin importarle lo que sobre determinada doctrina enseña esta o aquella otra denominación. Este sólo hecho vale la pena el precio indicado anteriormente.
2. Le permite al cristiano mantenerse alejado del “evangelio de la codicia”, de modo que su identificación con Cristo resulta muy estrecha y el Espíritu Santo lo guía en todo cuanto predica y enseña. Fuera de la sana doctrina bíblica no existe otro recurso mejor para agradar al Señor y estar seguro de que no será reprobado cuando comparezca ante el tribunal de Cristo: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Co. 5:10).
3. La fidelidad de la sana doctrina bíblica y el fundamentalismo bíblico hacen que quien lo escucha, perciba un sonido cierto, no incierto, tal como lo declara el apóstol en 1 Corintios 14:8: “Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?” Un bíblico fundamental difícilmente dará un sonido incierto, porque el Espíritu Santo lo guía. El predicador falso habla por su propia cuenta y cuando dice que el Espíritu lo inspira, debe entenderse de espíritu (con minúscula), porque se trata del espíritu del error. ¿Cómo podemos afirmar esto? Porque todo cuanto no se ajusta a las Escrituras sagradas, no procede del Espíritu Santo, ya que la Palabra de Dios ha sido inspirada por el Espíritu Santo.
4. Algún día todos nosotros los cristianos, predicadores o no, compareceremos ante el Señor del Universo, nuestro Salvador. Estaremos ante él para recibir lo que nos corresponda como quienes seguramente habremos vivido, predicado, enseñado, incluso escrito algo relacionado con lo que creíamos que era el verdadero cristianismo.
5. Si quiere marchar hacia ese día sin la menor preocupación, sin temor, le recomiendo pagar el precio de la pureza del evangelio, de una vida consagrada al Señor, sin importarle si se burlan de usted o lo aplauden. Si lo ignoran, lo insultan, o si lo escuchan y lo admiran. Cuando Pablo se despedía de sus hermanos en Mileto, les dijo lo que tenemos en Hechos 20:25-31. Tenemos en estos textos lo siguiente: En el versículo 25 él les dice estar limpio y les hace saber que definitivamente esa era la última vez que ellos lo vieron. El Señor le había revelado que él moriría en Roma por causa del evangelio.
El versículo 27 es clave, cuando él les dice que nunca dejó de predicarles “todo el consejo de Dios”. Pero... ¡Qué advertencia contra los “lobos rapaces que no perdonarán al rebaño!”
¿De dónde provendrían estos “lobos rapaces?” “De en medio de vosotros”. Es decir, que serían de las mismas iglesias evangélicas. No provendrían del romanismo, ni del comunismo, mormonismo ni ruselismo. Note que en el versículo 30 él los llama “hombres que hablen cosas perversas”.
Las últimas palabras de este gigante de Dios, Pablo, sabiendo que de un momento a otro sería llevado al patíbulo, fueron: “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Ti. 4:6-8).
Meditemos sobre esto, especialmente quienes componemos estas Iglesias Bíblicas Misioneras.