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La salvación y mucho más

  • Fecha de publicación: Sábado, 23 Julio 2022, 20:26 horas

I. Entender  a  Abraham  es  entender  la  salvación  (Romanos 4:1-8).
“¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”.

II. Josué  le  recuerda  a  la  descendencia  de  Abraham  de  cómo  dios  lo  escogió  (Josué 24:1-3).
“Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales; y se presentaron delante de Dios. Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños. Y yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río, y lo traje por toda la tierra de Canaán, y aumenté su descendencia, y le di Isaac”.

Aunque pareciera que la Gracia divina, la gracia salvadora, se manifiesta en el Nuevo Testamento, en realidad si no conocemos la vida de Abraham, difícilmente entenderemos esta doctrina.  Pablo mismo usó con mucha frecuencia la experiencia que tuvo Abraham con Dios en torno a la gracia.

III. Las  buenas  obras...  espada  de  doble  filo

  1. Las buenas obras del cristiano ¡son bienvenidas!

2. Pero las buenas obras para ser cristiano, constituyen el mayor obstáculo.

3. Vea algunas advertencias sobre la cuestión... “buenas obras”: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo… Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham”  (Ro. 5:1; Gá. 3:6-9).

Depender de las obras de uno mismo, es renunciar a la Obra del Salvador: Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas…  Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”  (Gá. 3:10-12; Stg. 2:10).

Los  peligros  de  la  confianza  en  las  buenas  obras
Cuando un pecador confía en sus buenas obras, necesariamente rechaza la perfecta obra del Salvador y se pone bajo maldición: Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas…  Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?...  El que confía en su propio corazón es necio”  (Gá. 3:10; Jer. 17:5-9; Pr. 28:26a).

¿Hasta dónde llegan los que confían en sus buenas obras?
Enumeremos lo que el Apóstol nos dice en Romanos 1:18-32:

  1. La ira de Dios sobre los hombres que “detienen con injusticia la verdad” (v. 18).

2. Dios afirma que Él mismo manifestó, tanto Su existencia como el origen del universo, incluyendo el hombre: “...porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó” (v. 19).

3. Nos dice cómo la Creación misma se encarga de manifestar al hombre Su existencia: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (v. 20).

4. Se nos dice que, en realidad, todos cuantos se niegan a reconocerlo, tanto en su creación como en su redención “no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias...”  (v. 21).

5. Una vez que el pecador decide mantenerse ciego ante tantas manifestaciones divinas y niega a Dios, tanto en su creación como en su Redención, obtiene el título de necio: “Profesando ser sabios, se hicieron necios... Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (v. 22;  Sal. 14:1).

6. ¿Por qué?  Por lo que tienen como recompensa por su necio proceder y actitud hacia Dios. Veamos cómo se manifiesta esa necedad:

• Se convierten en idólatras: “Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (Ro. 1:23).

• Dios inmediatamente interviene y los abandona para que comiencen a reconocer cualquier cosa como... “dios”.Puede ser el panteísmo, puede ser la nueva era, puede ser una religión acompañada de todo tipo de imágenes para tenerlas como “dioses y diosas”.

• Rechazan al Creador y no le honran, pero sí, honran y están “dando culto a las criaturas antes que al Creador”  (v. 25).  ¿Es posible que ellos no se den cuenta de su error?  Sí, es posible, ya que se nos dice que “Dios los entregó a la inmundicia”  (v. 26).

Como si la idolatría fuera poca, se suman una serie de manifestaciones de inmoralidad que en nuestros días se ponderan como si se tratara de algo así como... la verdadera justicia e igualdad

Cuando en algún país se legaliza la perversión de matrimonios entre dos personas del mismo sexo, nos alarmamos y condenamos a los gobernantes, sin darnos cuenta que no se trata de una... “brillante idea” de algún gobernante o de una legislación avanzada para que todos gocen de protección y reconocimiento.

• Pablo nos dice que esta no es la idea del hombre, sino que es Dios mismo quien reservó esto que hoy se está legalizando en muchos países, lo reservó con un propósito : Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican”  (vs. 26-32).

Aquí tenemos el pecado del homosexualismo: “Y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Ro. 1:27, 28).

¿Por qué se degeneraron tanto?  El versículo 28 lo contesta, notemos lo que lograron:

• Injusticia,
• fornicación,
• perversidad,
• avaricia,
• maldad,
• llenos de envidia,
• homicidios,
• contiendas,
• engaños y malignidades...

La lista de los frutos de la idolatría continúa hasta el versículo 31.

Notemos que la Biblia no discrimina contra los homosexuales, sino con sus prácticas “con los que practican tales cosas”.  No se necesita conocimiento bíblico para saber que esto es inmoralidad en carne viva, es aberración, es asqueroso y sus consecuencias ya conocemos hoy.

Ninguna persona que “practica tales cosas” logra ser feliz, por eso Dios advirtió de esto a Su pueblo: No te echarás con varón como con mujer; es abominación. Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es perversión. En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros, y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores… Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre”   (Lv. 18:22-25;  20:13).

¿Qué más se puede esperar?  ¡Estamos ante lo que se conoce como bestialidad!

La próxima legislación, si el Señor no pone fin, los gobiernos comenzarán a discutir ¿por qué no puede “casarse” un hombre con una cerda, una perra, una cabra, etc.?

Se imagina usted cuando los ministros “cristianos” comiencen a “bendecir” a estos matrimonios y la cabra... ¿cómo dirá... “Sí”?  ¿Bastará una balada?

Tal vez, mientras sean... “novios”, el caballero la entrenará.  ¿Podrán legalmente adoptar hijos?  ¿Serán esos “hijos” bípedos y cuadrúpedos mezclados?  ¿Habrá humanos y borreguitos concurriendo a las “escuelas”, un día a un edificio y el otro a un corral?

                     Continuará

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