¿Qué haremos en el cielo? - PI
- Fecha de publicación: Sábado, 11 Marzo 2023, 21:38 horas
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Cuando los creyentes a menudo preguntan: «¿Qué estaremos haciendo en el cielo? ¿Cuál será nuestra ocupación allí?» ¿Qué podemos decirles?
No será como ir a la escuela dominical. Tampoco nos sentaremos allí como si estuviéramos en un servicio en la Iglesia, cantaremos un himno y luego al concluir, escucharemos algo de predicación y seguiremos cantando.
En el cielo no estaremos aburridos. Dios tendrá mucho trabajo para que lo realicemos. Por ejemplo, primero que todo dice la Biblia que vamos a adorarle. El capítulo 5 del libro de Apocalipsis nos ofrece una descripción del Señor en medio del trono, y a los ancianos a su alrededor adorándolo. ¡Esa será una experiencia maravillosa!
Cuando pensamos en la iglesia a lo largo de su existencia y de la Iglesia hoy, ¿qué es lo que vemos? ¡Herejías doctrinales por doquier! Y usted se pregunta, cómo ha podido sobrevivir la Iglesia durante tantos siglos a pesar de este gran problema. Bueno, esto no habría sido posible si no fuera por Jesucristo, quien está detrás de ella para edificarla. ¿No cree que será maravilloso cuando finalmente todos podamos estar juntos, creyendo lo mismo, y unidos en una sola mente? Y eso será lo que tendremos cuando finalmente nos encontremos en la presencia de Dios: A una sola Iglesia, unida en una sola fe. Estoy seguro que será algo maravilloso.
Pero tenga también en mente que vamos a servir a Dios. El cielo será un lugar de actividad. De hecho, la Biblia dice: “Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos” (Ap. 22:4, 5).
Pero... ¿Sobre quiénes vamos a reinar? La Biblia dice que vamos a juzgar a los ángeles, lo cual implica que vamos a reinar sobre ellos. Creo que esa es una de las cosas que más enfurece al diablo, pensar que pecadores como nosotros, caídos tal como él mismo, pero a quienes Dios redimió, vamos a ser herederos con Jesucristo y estaremos por encima de las huestes celestiales, en la posición que él mismo una vez ocupó.
Ciertamente otras de las cosas que haremos será restaurar la tierra a su estado original, antes que el pecado la corrompiera tanto. Además, el universo es un lugar inmenso, donde hay miles de billones de estrellas.
Alrededor del año 600 a. de C., ya el profeta Jeremías había dicho que “... no puede ser contado el ejército del cielo...” (Jr. 33:22).
Los astrónomos ahora estiman que hay cerca de cien mil millones de estrellas en nuestra galaxia, estimando además que hay más de cien mil millones de galaxias. Si nos pusiéramos a contar las estrellas a una tasa de diez por segundo, necesitaríamos cien mil billones de años para contarlas, lo cual obviamente es imposible.
No sé lo que usted opine, pero Dios creó todo esto con un propósito específico. Tal vez algunos creyentes gobernarán sobre galaxias y tendrán responsabilidades increíbles en el universo. Los famosos viajes intergalácticos que hoy son sólo una utopía, entonces serán cosa cotidiana. Podremos viajar de un lugar a otro, sin ningún esfuerzo, tal como lo hizo el Señor Jesucristo, y como Dios nos pondrá responsabilidades las podremos realizar sin ningún problema.
Claro está, todo esto irá acompañado con el hecho de que entonces tendremos un cuerpo indestructible, eterno, uno que no decaerá con los años. Además, nuestro conocimiento se expandirá de una forma increíble.
La ciudad eterna es una morada de gloria resplandeciente. El Creador mismo habita allí. Y aunque en nuestros cuerpos mortales no podemos existir en esa morada divina en la presencia de Dios, porque no podemos contemplar la luz inaccesible con ojos terrenales, nuestros futuros cuerpos resucitados estarán adaptados especialmente para vivir en la presencia de Dios. Mientras tanto, si morimos, nuestros espíritus sin cuerpo, irán directamente a la presencia de Dios y disfrutarán de su compañerismo mientras esperan el día glorioso de la resurrección.
La ciudad de gloria
En el capítulo 21 de Apocalipsis encontramos una descripción de la ciudad eterna de Dios. Es un lugar de gran gloria, a eso fue a lo que se refirió Jesús durante su ministerio terrenal cuando le dijo a los discípulos: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:1-3). ¡Cristo mismo ha preparado ese glorioso lugar para sus hijos!
En el capítulo 21 de Apocalipsis encontramos descrita una escena de esplendor trascendente que la mente humana puede difícilmente comprender. Es una escena de gozo estático y de compañerismo con ángeles puros y seres humanos redimidos, glorificados. La voz de Ése que se identifica como el Alfa y la Omega, el principio y el fin, pronuncia esta declaración: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Ap. 21:5).
El teólogo Millard Erickson hace el siguiente comentario sobre el esplendor de esta ciudad: «Las imágenes sugieren un tamaño inmenso de luz brillante describiendo el cielo como un lugar de esplendor inimaginable, grandeza, excelencia y belleza... Es probable que mientras Juan emplea metáforas para describir su visión de esas cosas que consideramos más valiosas y hermosas, el resplandor actual del cielo exceda mucho más a cualquier cosa que todavía no hemos experimentado». Verdaderamente, tal como dijera Pablo: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Co. 2:9).
Continuará...