La eternidad
- Fecha de publicación: Sábado, 08 Abril 2023, 20:04 horas
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Para muchas personas la vida es un misterio, lo es también la muerte y el “más allá”. El escritor sagrado dice: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (Ec. 3:11).
Puesto que Dios, el creador de todas las cosas, ha puesto eternidad en el hombre, ¡éste es eterno! Todos los hombres son eternos. Los que ya fallecieron están vivos, aunque no en sus cuerpos, porque lo que ocurrió es que ellos abandonaron sus respectivos cuerpos y partieron a la eternidad. Los que todavía estamos en nuestros cuerpos, partiremos algún día también, de modo que esta declaración de la eternidad que el Creador ha puesto en nosotros, sigue siendo realidad.
Cuando los saduceos (los modernos Testigos de Jehová) le hicieron una extraña pregunta sobre la resurrección, Jesús les dijo: “Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos... Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven” (Mt. 22:31, 32 y Lc. 20:38).
Es tan importante que sepamos que nuestro Señor realmente resucitó, que el apóstol Pablo dedica un largo capítulo para demostrar que no queda margen alguno para negar esta doctrina que ha sido verificada y registrada con todos sus detalles. En parte él dice: “Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe... Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó vuestra fe es vana, aún estáis en vuestros pecados” (1 Co. 15:12-14, 16, 17).
La garantía de nuestra resurrección es la Suya. Sí, la Biblia detalla cómo sucederán las cosas en cuanto a la resurrección de los muertos. Habrá, según la Biblia, dos resurrecciones: Primero resucitarán todos los que hayan muerto en Cristo, es decir, aquellos que murieron siendo salvos. Luego, mil años después, habrá otra resurrección, cuando todos los que hayan muerto no salvos; se levantarán de sus tumbas. Jesús mismo se refirió a esto cuando dijo: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Jn. 5:28, 29).
¿Y a qué se refiere el Señor cuando dice... “los que hicieron lo bueno?” Ciertamente lo... “bueno” es que se trata de los que le recibieron por Salvador. Cuando la gente le preguntó a Jesús qué debían hacer para poner en práctica las obras de Dios, “Jesús les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado” (Jn. 6:29). Si quiere ser salvo, si quiere resucitar algún día para vida eterna, usted debe depositar su fe en Cristo Jesús. Todos los salvos lo serán por el mismo medio. Los fieles del Antiguo Testamento al igual que los que vinieron después de Su muerte y resurrección, se salvaron y se salvarán por medio del sacrificio que Cristo hizo por nosotros al morir colgado de esa cruz. La única diferencia es que los del Antiguo Testamento miraban la cruz en el futuro y nosotros la vemos en el pasado, pero todos serán salvos por la fe en él.
¿Cuál es la mejor prueba de la resurrección de nuestro Señor? Cuando la tumba en el Huerto fue descubierta en 1885, el piadoso general Gordon estaba convencido que éste era el lugar donde había descansado el cuerpo de Jesús. Hay una tumba tradicional dentro del muro de la Jerusalén moderna, pero no se puede asegurar con certeza que sea verdaderamente la tumba de Jesús.
La tumba en el Huerto, oculta por siglos, estaba cubierta con escombros de más de seis metros de alto. Cuando despejaron el lugar por primera vez, con gran precaución recogieron todo el polvo y los desechos dentro de la tumba y cuidadosamente lo enviaron a la Asociación de Científicos en Gran Bretaña. Cada parte fue analizada, pero no encontraron rastros de restos humanos. ¡Y con mucha razón, porque al tercer día él resucitó!
Si alguna vez tiene la oportunidad de viajar a Israel, pida que le lleven al Huerto de la tumba. De todos los sitios en Israel que parecen corresponder a ciertos acontecimientos relacionados con nuestro Salvador, el más “creíble” es esta tumba vacía. Los detalles que los Evangelios dan, se pueden comprobar allí hasta hoy.
El Señor nos dice hoy: “... Pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Jn. 14:19b).
UN DÍA
Un día que el cielo sus glorias cantaba,
Un día que el mal imperaba más cruel:
Jesús descendió, y al nacer de una virgen,
Nos dio por su vida un ejemplo tan fiel.
Vivo, me amaba; muerto, salvóme;
Y en el sepulcro victoria alcanzó;
Resucitado, él es mi justicia;
Un día él viene, pues lo prometió.
Un día lleváronle al monte Calvario,
Un día enclaváronle sobre una cruz;
Sufriendo dolores y pena de muerte,
Expiando el pecado, salvóme Jesús.
Un día dejaron su cuerpo en el huerto,
Tres días en paz reposó de dolor.
Velaban los ángeles sobre el sepulcro
De mi única, eterna esperanza, el Señor.
Un día la tumba ocultarle no pudo,
Un día el ángel la piedra quitó;
Habiendo Jesús a la muerte vencido,
A estar con su Padre en su trono, ascendió.
Un día otra vez viene con voz de arcángel,
Un día en su gloria el Señor brillará;
¡Oh día admirable en que unido su pueblo
Loores a Cristo por siempre dará!