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El universo, la conciencia y la biblia - PI

  • Fecha de publicación: Sábado, 15 Abril 2023, 20:48 horas
(La Triple Voz de Dios)
Pr. J. A. Holowaty

Los cuatro evangelios

Ya sabemos que hay cuatro evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, pero el propósito no es hacer comparaciones ni mostrar la armonía de estos cuatro evangelios, ni las diferencias que pudieran existir entre ellos.  Quiero referirme a algo completamente diferente, al mencionar los cuatro evangelios, haciendo alusión a las cuatro formas cómo Dios se revela al hombre.  «Evangelio» significa «buenas noticias», de modo que Dios nos revela “estas buenas nuevas”, por lo menos de cuatro formas muy claras.

1. El Evangelio de la Creación en el Salmo 19
Dice el Salmo 19: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol; y éste, como esposo que sale de su tálamo, se alegra cual gigante para correr el camino. De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el término de ellos; y nada hay que se esconda de su calor. La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón. ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío”.
Rara vez le prestamos la debida atención al significado del Salmo 19.  Aunque hay otros pasajes de la Biblia que hablan mucho de la forma cómo Dios se revela por medio de la creación, ninguno es tan completo como éste.  A continuación repasaremos rápidamente lo que nos dice este “Evangelio de la Creación”:

“Los cielos cuentan la gloria de Dios...” Esta frase podemos interpretarla de dos formas: Por un lado, implica que Dios recibe en el cielo toda la gloria de los ángeles y los redimidos. Aunque también es cierto que el mismo universo declara la grandeza de Dios, no sólo su existencia.

“Y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. El firmamento es la bóveda celeste que todos podemos ver.  Esto que también llamamos cielo nos muestra mucho de la creación divina. Dios es el Creador de todo cuanto vemos y también de lo que no podemos ver en el vasto universo.

“Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría” (v. 2).  La entera creación de Dios literalmente proclama su sabiduría.  La excelencia y perfección de su ley divina.

“No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz”.  Lo que el Salmista nos dice es que este “evangelio” no es revelación escrita.  Tampoco es la voz de Dios revelándose al hombre.  Todo lo que hay es una creación maravillosa, el universo, “Un evangelio para ver, no para oír”.

“Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (v. 4a).  Sin duda alguna este “Evangelio de la Creación” es universal.  En un sentido figurado se puede oír en todo el mundo, porque los habitantes del planeta pueden ver la misma manifestación divina en la creación.  También podemos decir que la voz de Dios se escucha en los truenos, los vientos, las tormentas, los terremotos y en el futuro por medio de muchos otros sonidos en el cosmos.

A continuación mencionamos ejemplos sobre este último punto, cuando Dios dejó oír su voz en forma audible por medio de fenómenos de la naturaleza:

1. Cuando Moisés le pidió al Faraón de Egipto que dejara salir a Israel y éste se opuso, entonces Dios habló por otros medios: “Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país. Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo. Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más” (Ex. 9:23-28). El recuento bíblico no deja duda de que todo fue una manifestación sobrenatural.

2. Job, hablando de Dios dice: “Él extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada. Ata las aguas en sus nubes, y las nubes no se rompen debajo de ellas. Él encubre la faz de su trono, y sobre él extiende su nube. Puso límite a la superficie de las aguas, hasta el fin de la luz y las tinieblas. Las columnas del cielo tiemblan, y se espantan a su reprensión. Él agita el mar con su poder, y con su entendimiento hiere la arrogancia suya. Su espíritu adornó los cielos; su mano creó la serpiente tortuosa. He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos; ¡y cuán leve es el susurro que hemos oído de él! Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender?” (Job 26:7-14).

3. El profeta Isaías nos dice: “Por Jehová de los ejércitos serás visitada con truenos, con terremotos y con gran ruido, con torbellino y tempestad, y llama de fuego consumidor” (Is. 29:6).

Todas estas manifestaciones que conocemos como la naturaleza, muchas veces son una expresión del lenguaje divino para el hombre.  Así sea el trueno, las tormentas, el mar embravecido y de manera especial cuando llueve fuego y azufre.  Todas estas cosas son manifestaciones divinas.

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