El universo, la conciencia y la Biblia (P IV)
- Fecha de publicación: Sábado, 06 Mayo 2023, 20:09 horas
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(La Triple Voz de Dios)
Pr. José Holowaty
4 El Evangelio Escrito
Verdaderamente cuando hablamos del Evangelio Escrito estamos refiriéndonos a la Biblia. Cuanto más la leemos más sorprendidos nos sentimos. No es posible hablar de la Biblia, sin hablar de Jesucristo, quien es el centro de las Sagradas Escrituras, desde Génesis 1:1 hasta Apocalipsis 22:21. Si sacamos de la Biblia a la persona de Cristo, con todos los atributos divinos que le corresponden, entonces la Biblia deja de ser la Palabra de Dios y no vale ni siquiera el costo del papel y encuadernación. Jesús es el por qué de la Biblia. Jesús es Dios mismo. Es Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente e Inmutable. Estos cuatro atributos pertenecen únicamente a Dios y Jesús es la manifestación de Dios, Dios mismo.
¿Cuántas personas no han escuchado todavía el Evangelio?
Nadie sabe con exactitud cuántos millones de personas en el mundo aún no han oído el Evangelio. Permítame compartir con usted este informe: “Hay todavía 2.000 dialectos que hablan los nativos en diferentes partes del mundo, que no tienen lenguaje escrito. Hoy podríamos usar por lo menos a unas 7.000 personas adicionales para trabajar en estos dialectos que carecen de escritura y traducir la Biblia”. Pero... ¿Qué es lo que falta? No es dinero, sino que no hay personas consagradas y dispuestas a aprender esos dialectos y elaborar su escritura, porque todavía no cuentan con un idioma escrito.
Estas son las siete maravillas de la Biblia:
1. Su formación, es decir, la forma cómo se estructuró la Biblia es el misterio más grande de todos los tiempos.2. Su unificación. Una biblioteca completa de 66 libros que, sin embargo, constituyen un solo libro.
3. Su edad. La mayoría de sus libros son textos antiguos.
4. Sus ventas. Es el libro más vendido en todo el mundo durante todo el tiempo.
5. Su interés. Es el único libro en el mundo leído por personas de todos los estratos sociales.
6. Su idioma. Aunque fue escrita por hombres, en su mayoría sin instrucción, desde el punto de vista literario, es el mejor libro que jamás se haya escrito.
7. Su preservación. Es el más querido y el más odiado de todos los libros, pero a pesar de todo continúa existiendo.
Hasta la fecha, por lo menos un libro de la Biblia ha sido traducido en 1.431 idiomas, poniéndolo a disposición del 97% de la población del mundo. La Biblia completa ha sido traducida a más de 240 idiomas y el Nuevo Testamento completo a más de 320. Sin embargo, esos 560 idiomas sólo representan el 8% de los 6.703 idiomas y dialectos diferentes que según el Summer Institute of Linguistics de la Universidad de Texas se hablan en el mundo. Además, el 3% de la humanidad todavía no tiene lenguaje escrito para poder leer la Biblia en su propio dialecto.
Según los traductores Wycliffe de la Biblia, en la actualidad se está trabajando para traducir las Escrituras a unos 783 lenguajes adicionales. Mientras que otros 586 idiomas han sido considerados lo suficientemente importantes, para considerar que existe una necesidad definitiva de que se traduzca la Biblia. Lo triste es que no hay traductores.
¿Cuánto necesitamos para leer toda la Biblia?
Es lamentable que haya tantos cristianos, incluso pastores, que nunca han leído toda la Biblia, ni siquiera una vez. Esto revela cuán poca importancia le damos a la suprema revelación divina para el hombre.
Se necesitan 70 horas y 40 minutos para leer toda la Biblia, si se lee como suele hacerse desde el púlpito. Se necesitan 52 horas y 20 minutos para leer el Antiguo Testamento y 18 horas y 20 minutos para leer el Nuevo. El libro más largo es el de Salmos. Se lee en 4 horas y 28 minutos. Se necesitan 2 horas, 43 minutos para leer el Evangelio de Lucas.
Pruebas arqueológicas de la veracidad de la Biblia
Existe una ciencia relativamente moderna que se llama la arqueología, la cual permite descubrir bajo gruesos sedimentos de tierra restos materiales de vida humana pertenecientes a civilizaciones ya desaparecidas. Mediante la arqueología es posible reconstruir la vida de los pueblos antiguos, comparando todo luego, con lo que dice la Biblia. El doctor Robert Dick Wilson, exprofesor de filología semítica en el Instituto Teológico de Princenton, dijo: «Después de 45 años de investigación erudita en estudios de textos bíblicos y en lenguaje de estudio, he llegado a la convicción de que ningún hombre sabe lo suficiente para atacar la veracidad del Antiguo Testamento. Cada vez que se ha tenido evidencia documentada suficiente para hacer una investigación, la declaración de la Biblia en su texto original siempre ha pasado la prueba».
A veces pienso que cuando Jesús dijo: “Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían” (Lc. 19:40), se estaba refiriendo al futuro. Cuando unos callaran por temor, vergüenza, por negligencia o el motivo que fuese, entonces las piedras comenzarían a hablar, alcanzando a las figuras más destacadas de la ciencia moderna. ¡Eso es exactamente lo que está sucediendo hoy! Desde muy pocos púlpitos se proclama verdaderamente la Palabra de Dios, mientras tanto las piedras, gracias a la arqueología están hablando. Hay otro texto de la Biblia que indica eso mismo, que las piedras hacen su trabajo: “Y dijo Josué a todo el pueblo: He aquí esta piedra nos servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios” (Jos. 24:27). Dios dice por boca de Jeremías: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová...” (Jer. 29:13, 14a). Dios no tiene nada que esconder. Si algún erudito desea poner a prueba la Biblia puede hacerlo y uno de los métodos más seguro es la arqueología.
Estas palabras son de un fiel cristiano llamado Walter F. Burke, quien fue gerente general del Proyecto Mercurio y Gemini y vicepresidente de la Corporación McDonnell Aircraft. Este hombre enseñaba en la escuela bíblica de su iglesia. En una entrevista declaró: «No he encontrado nada en la ciencia o en la exploración espacial que me haya obligado a deshacerme de mi Biblia o a rechazar a mi Salvador Jesucristo en quien confío. La era del espacio ha sido un factor en la profundización de mi propia vida espiritual. Ahora leo más la Biblia. Recibo de la Biblia lo que no puedo conseguir de la ciencia, que son las cosas realmente importantes en la vida».
En CONCLUSIÓN, aunque el escéptico ardiente insista en algo más objetivo y convincente, el universo a nuestro alrededor, tan intrincado y organizado y tan sujeto a leyes precisas e inteligentes que no es posible que hubiera ocurrido por casualidad, porta testimonio elocuente de la existencia de Dios. Como dijera el apóstol en Romanos 1:19, 20: “Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”. Esa evidencia también está dada en nuestra propia conciencia.
Desafortunadamente el hombre moderno ha sido engañado para que crea que la ciencia tiene alguna explicación para el universo y la vida humana, aunque esto no sea cierto de ninguna manera. Por consiguiente, permanece ciego al testimonio de la creación que le rodea. Una de las cosas más hermosas de la Biblia es que provee una evidencia tan simple de la existencia de Dios, que cualquiera puede comprenderla fácilmente. Proporciona una forma igualmente simple e inequívoca para identificar cuál de las Escrituras presentadas por las religiones del mundo ha sido inspirada por Dios y quién es el único Salvador del mundo. Pero... ¿Cuál es esta evidencia simple, aunque profunda que ofrece la Biblia? Se trata de la profecía cumplida, una verificación que sólo está reservada a la Escritura judeo cristiana. Ninguna persona honesta puede seguir siendo incrédula después de haber estudiado brevemente la profecía.