“Viviendo por fe”
- Fecha de publicación: Domingo, 08 Octubre 2023, 07:30 horas
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Algunos de los lectores tal vez se sienten hastiados de las frecuentes advertencias contra las falsas enseñanzas y prácticas tan destacadas en la iglesia hoy. A continuación, una breve historia que aconteció al Pastor Dave Hunt en uno de los viajes que realizó con su familia, esto quedó para recordar lo difícil que fue: «Rut, yo y nuestros cuatro hijos entre las edades de 8 a 15 años, en 1967 pasamos una maleta de “contrabando” llena de Biblias a Europa Oriental. Al entrar a Bulgaria desde Turquía, nos quedamos asombrados ante nuestra primera visión de la cortina de Hierro: los vigilantes de la frontera, los alambres de púas, armas, perros y siniestros guardias. No teníamos forma de ocultar las Escrituras, ellos estuvieron buscando minuciosamente una docena de veces, incluso hasta el forro de la cartera de Ruth fue hecho pedazos. Las maletas fueron inspeccionadas en forma repetida conforme los guardias entraron meticulosamente en el ómnibus que estábamos conduciendo. Ellos nunca abrieron la maleta donde estaban las Biblias. “Yo creo en milagros”.
La última vez que Ruth y yo violamos las leyes de la cortina de Hierro fue en 1985, al entrar a Rusia desde Finlandia. Los guardias quienes literalmente hicieron pedazos nuestros vehículos con destornilladores y llaves de tuerca, encontraron todo; no habíamos tratado de esconder nada, excepto una Biblia en el bolsillo trasero de mi pantalón. Unos pocos días antes, una pareja americana que llegó desde Finlandia, con sólo dos Biblias, había sido arrestada y deportada. Nosotros además de la Biblia teníamos cassettes con el Evangelio, una combinación de radio receptor de onda corta, grabadora y publicador, cerca de una docena de abrigos pesados de pieles (a pesar de que era agosto y nosotros somos de California) para las esposas de pastores que estaban presos, etc. Parecía absurdo intentar pasar una frontera Soviética con un contrabando tan obvio.
Yo no hice ninguna “confesión positiva”, sino que ofrecí una oración aparentemente necia que los maestros de “fe” de hoy considerarían “negativa”. Dije: «Señor, soy el peor contrabandista en el mundo. Ellos tienen todo a su favor, pero por favor hazte cargo, no por el bien nuestro, sino por el bien de esos que tan desesperadamente lo necesitan». De súbito, sin explicación, ¡los guardias nos devolvieron todo y agitaron la mano en señal de despedida!»
Es emocionante leer de esos: “Que por Fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidades, se hicieron fuertes en batallas, pusieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección” (He. 11:33-35). Hasta este punto, uno podría imaginar que la fe siempre provee el escape de la adversidad. Tal es la “fe” falsa que se enseña hoy y es buscada por esos que piensan que la “oración persuade a Dios” para que haga nuestro mandato.
Pero siga leyendo el recital de triunfo de la fe en Hebreos 11: 36-40: “Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros”.
No se hace ninguna distinción entre los que escaparon por fe y esos que sufrieron por fe. No hay sugerencia alguna de que lo último fuera “negativo” y que pudieron haber escapado como los otros si sólo hubieran “creído” o hecho una “confesión positiva”. Es claro también que es terriblemente equivocado igualar la fe sólo con la sanidad, bendiciones, éxito, prosperidad y liberación de la adversidad. La fe no persuade a Dios para que haga mi voluntad, sino que hace que yo me someta a la suya, incluso hasta la muerte.
Mientras la Escritura dice: “El justo por su fe vivirá…” (Ro. 1:17; Gá. 3:11; He. 10:38), lo cual puede significar morir por Cristo. Muchos en China y en otros lugares están enfrentando ese honor una vez más; y eso mismo podría ocurrir en otros lugares del mundo, incluso antes del Rapto si nuestro Señor se demora mucho en regresar. El fruto más importante de la fe no es la liberación o las bendiciones que uno prefiere, sino el sentirse inflamado por un amor tal por Dios que el mayor gozo nos lo proporcione el obedecer Su voluntad sin importarnos las consecuencias. ¿Cómo más pudieron ésos que fueron torturados y muertos, quienes sufrieron hambre y pobreza ser contados entre los héroes y heroínas de la fe?
Continuará...