La religión, ¿es o no es mala?
- Fecha de publicación: Viernes, 03 Mayo 2024, 19:26 horas
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“Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión de tal es vana. La religión pura y sin mácula, delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Stg. 1:26, 27).
Por muchos años se discute sobre “religión”. Muy pocos cristianos saben qué significa religión desde el punto de vista de la Biblia. Si usted va al diccionario obtendrá una información distorsionada. Escuché a alguien, quien dijo que... «religión es religar». Suponía decirme que es “religar al hombre con Dios”. Pero nosotros sabemos muy bien que quien nos religa con Dios es Jesucristo mismo. Él se llama el sumo Pontífice. Esta palabra, «pontífice», deriva de «puente», mediante el cual podemos cruzar un río de una ribera a la otra.
Así también Jesucristo. Si queremos librarnos y no caer en el gran abismo de las tinieblas del infierno, debemos hacer uso del único “Puente” que puede llevarnos a Dios.
|Ahora bien, ¿Es mala la religión? Primero debemos definir lo que es religión. Toda religión, así trátese de un pueblo pagano o trátese del pueblo Hebreo, incluso nosotros los cristianos, sabemos que la religión requiere obras, buena conducta, buenas obras. Así, por ejemplo, el pueblo Hebreo recibió una religión de parte de Dios con más de 600 leyes, preceptos y mandamientos. Dios les dijo que ellos cumplieran la religión y él haría de ellos los portadores del mensaje de Dios, serían sus únicos verdaderos voceros. Pero ellos no cumplieron con todo cuanto la religión les prescribía.
Preste especial atención a lo que Dios mismo dice sobre esta religión que él personalmente prescribió a los Hebreos: “Los saqué de la tierra de Egipto, y los traje al desierto, y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá... Por eso yo también les di estatutos que no eran buenos, y decretos por los cuales no podrán vivir” (Ez. 20:10, 11, 25).
Estas leyes divinas continúan la religión de los Hebreos. Esto implica que, si ellos hubieran podido cumplirlas, entonces no habría necesidad de un Salvador para que muriese el justo por los injustos, porque el hombre por sí mismo podría satisfacer la justicia divina.
¿Qué ocurre hoy con la religión y los religiosos? La gran mayoría de los así llamados... “cristianos” realmente son solamente religiosos, pero no son cristianos en el sentido bíblico de la palabra. Incluso en los mejores casos, la religión es sólo una fachada dominical, es una simple caricatura de lo que realmente debe ser la vida religiosa.
La religión no es mala, pero... la religión sin la regeneración es la degeneración de la salvación. Como vimos al principio que Santiago 1:26-27 nos dice: “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión de tal es vana. La religión pura y sin mácula, delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”.
Santiago no nos dice que la religión “pura” salva. Él solamente describe cuál de todas las religiones es pura en sí misma. Es aquella que se dedica a la caridad. Se trata de una persona, cristiana o no, que se dedica a ayudar a los pobres, visitar a las viudas y a los huérfanos, darles albergue, pagar una cuenta médica por algún paciente sin recursos, tal vez alimentar a los hambrientos y concurrir a las prisiones para ayudar a quienes viven privados de la libertad.
También puede agregar a todo esto una vida moralmente intachable. Se trata de una persona honrada, honesta, sincera, sobria, recta, etc... Pero si por estos medios, por ser religiosa, pretende ganarse el cielo, esa persona está equivocada. La religión pura no basta para satisfacer la justicia divina.
Ahora bien: ¿Significa esto que no debemos ser religiosos? ¡De ninguna manera! En realidad, el cristiano verdadero debe ser también religioso, porque la persona, el pecador, quien quiera que sea, si recibió a Jesucristo por Salvador y por su gracia fue salvo, debe ahora vivir una vida religiosa. Pero su religión, sus buenas obras, nunca serán el medio para su salvación, ni siquiera como complemento, sino que su religión debe ser el resultado de su regeneración y por ende su salvación.
La religión seguida a la regeneración es la mayor bendición. ¿Por qué entonces hay tantos cristianos, salvos por la fe en Cristo, que no son religiosos, que no practican las buenas obras, que no son dadivosos, caritativos, compasivos y que tienen a raya su lengua? La razón es porque por cada 50 veces que repetimos Efesios 2:8, 9, una sola vez le agregamos el versículo 10.
¡Qué pena que seamos tan injustos con la gracia salvadora! Aquí dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ella” (Efesios 2:8-10).
Cuando uno es salvo, acaba de convertirse en “hechura suya, creado en Cristo Jesús para buenas obras”. Todos nosotros hemos sido creados en Cristo para buenas obras. Esto ocurrió, no antes, sino después de la salvación. El pecador no salvo puede hacer buenas obras y muchas veces las hace muy bien, pero se autoengaña si pretende ganarse el cielo por ese medio. Pero el pecador ya salvo, si abandona las buenas obras, trae más confusión que bendición, tanto a los salvos como a los perdidos.
Así que, no temamos a la religión en su concepto bíblico, pero no pretendamos salvarnos mediante nuestra religiosidad. Las buenas obras no siempre son una credencial totalmente segura de que uno es hijo de Dios, es decir, que ya es salvo.
Si no recibió a Jesucristo como su Salvador, aunque por religión parezca cristiano, por regeneración no lo es. ¡Cuán importante es que sepamos esto!