Halloween: Verdades y Consecuencias - P2
- Fecha de publicación: Sábado, 26 Octubre 2024, 19:53 horas
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Recordemos a continuación la pregunta que dejamos para responder en esta columna:
¿Cree que es correcto que los cristianos nos involucremos en tal celebración, argumentando que sólo lo hacemos por diversión? Supóngase que a alguien se le ocurriera la idea de establecer un nuevo día de fiesta, por ejemplo, el 11 de septiembre y que le llamara: “Matar, un día de fiesta americano”. El día debe conmemorarse vistiendo a los niños como pequeños suicidas, con bombas explosivas atadas al cuerpo. Se promueve el día festivo como una demostración inocente de cómo Medio Oriente mal interpreta los motivos de los norteamericanos y cómo los norteamericanos necesitan ser más comprensivos con el sentimiento mundial. ¿Enviaría usted a sus hijos para que participen? ¿Qué pensaría de los padres que lo hicieran, asegurando que no ven nada de malo al hacer esto?
Satanás es un maestro del engaño, le gusta disfrazarse: “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Co. 11:14). Es el gran engañador: “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero…” (Ap. 12:9a). El diablo se vale de todo tipo de trucos y astucia, por eso el apóstol nos dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Ef. 6:11). Tiene planes perfectamente designados, por eso Pablo nos anima a que estemos vigilantes: “Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Co. 2:11). El maligno no pelea honestamente, sino que se vale de todos los medios a su disposición.
Satanás a menudo ataca nuestra mente, trata de cambiar la forma cómo pensamos, convirtiendo de esa manera a las personas en instrumentos de buena voluntad para el mal. El apóstol expresó su gran preocupación por la iglesia de Corinto cuando escribió: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Co. 11:3). Si Satanás llega a poseer su mente, lo tiene a usted.
Nosotros podemos entender fácilmente por qué el diablo está interesado en nuestras mentes. Todo aquel que quiere algo de nosotros, primero trabaja con nuestra mente. Tal como los políticos que están en busca del voto, los anunciantes que desean nuestro dinero y los líderes religiosos que andan en pos de nuestras almas tratando de hacer que cambiemos la mente.
El poder de la fantasía
Mientras hay quienes aseguran que mucho de lo que se hace en Halloween es simple fantasía, es importante recordar que por mucho que se diga que es fantasía, eso no altera su poder, ni cambia sus orígenes, creencias y prácticas. Las fantasías son creadas por la imaginación, por la mente. Dice en la Paráfrasis Bíblica, que Pablo describió así a los paganos: “Pues aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios ni le han dado gracias. Al contrario, han terminado pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras” (Ro. 1:21).
Las creencias y prácticas imaginarias pueden ser transformadoras y cambiar los valores personales. Tales experiencias pueden excitar ciertos sentimientos y hacer que afloren determinadas respuestas emocionales. Un individuo ficticio o el pensamiento que crece del mito, puede llegar a ser más memorable que la aburrida realidad de nuestra existencia diaria. De hecho, los cambios internos que tienen lugar debido a la fantasía, son a menudo inconscientes y pasan por alto el escrutinio racional de la persona. Nos asombra que el profeta Jeremías dijera: “Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante” (Jr. 7:24).
Mientras algunos padres aseguran que no ven nada equívoco con Halloween y que de ninguna manera están glorificando el mal, el hecho es, que las prácticas asociadas con esta festividad, así se hagan en broma o por otras razones, hacen que los niños y los adultos se sientan más y más familiarizados con el mal. Como se tornan insensibles, invierten los valores divinos y dicen que lo malo es bueno y sano. Dios da esta advertencia por medio del profeta: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Is. 5:20). Los niños y los adultos que se entregan a participar de las fantasías de Halloween llegan a estar ciegos a la perversidad del pecado. Con un sentido distorsionado de los valores espirituales controlando la mente, no asombra que piensen que Halloween es algo inocente.
Según el Nuevo Testamento, ciertos objetos tal vez no sean nada en sí mismos, pero debido a su asociación con lo diabólico, imparten un poder peligroso. El apóstol hace el comentario que mientras un ídolo no es nada, hablando espiritualmente, ya que es madera o piedra, eso no significa que los ídolos son inofensivos: “¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?” (1 Co. 10:19-22).
Las deidades de los griegos eran seres imaginarios: Zeus, Afrodita, Poseidón y demás. Sin embargo, pese a no existir representan realidades. Los ritos religiosos y los rituales que involucran ídolos, atraen a adoradores, y como dice el pasaje citado, hacen que las personas tengan compañerismo y se hagan “partícipes con los demonios”. En alguna forma extraña que la Biblia no explica, las realidades demoníacas están asociadas con ídolos y objetos de la falsa adoración. Los paganos a quienes Pablo describe, no intentaban tener compañerismo con entidades demoníacas, a pesar de todo lo hicieron.
La pregunta no es lo que ellos intentaban hacer, sino lo que de hecho hicieron. Un hombre tal vez no quiera quemarse cuando pone su mano en el fuego, pero eso es exactamente lo que ocurre. Quienes participan de las fiestas de Halloween, tal vez no quieren asociarse con el mal, pero las intenciones de ellos no limitan lo que de hecho tiene lugar.
A menudo escuchamos a personas adultas que dicen: «Salí a pedir dulces y todo salió bien». Me alegra mucho que haya sido así, pero el tiempo ha cambiado. Tanto los niños como los adultos son más susceptibles hoy a las influencias diabólicas debido al deterioro de las normas de la sociedad. Quienes viven en una sociedad saludable y estable, pueden tolerar hasta cierto grado, una influencia que no sea muy sana. Pero cuando la sociedad está enferma y la confusión moral abunda, un poco de entretenimiento no muy sano puede llegar a ser devastador.
No hay duda de que hay un número cada vez más creciente de influencias negativas para nuestros hijos. Hay literalmente miles de estudios científicos que muestran los efectos poderosamente negativos que ejercen los medios de entretenimiento sobre los valores de los niños.
Ted Baehr, escritor, dice en su libro ¿Qué podemos ver esta noche?: «Para el tiempo que él o ella tiene siete años, un niño habrá pasado 40.000 horas viendo películas, videos y programas de televisión... En contraste, sólo habrá estado 11.000 horas en la escuela, 2.000 horas con sus padres y 800 en la iglesia, ¡si es que va a la iglesia!»
Continuará...