¿En qué piensa cuando escucha la palabra Jerusalén?
- Fecha de publicación: Sábado, 05 Abril 2025, 18:54 horas
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Tal vez viene a su memoria el Monte de los Olivos que se partirá en dos cuando el Mesías pose sus plantas sobre él, tal como dice la profecía: “Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur” (Zac. 14:4).
¿Piensa quizás en guerras pasadas y futuras, o en la profecía de Zacarías 12:3, que dice que todas las naciones subirán contra Jerusalén?: “Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella”.
Fue allí, en las afueras de esa ciudad que nuestro Señor fue crucificado, muerto, sepultado y resucitado. El monte de los Olivos, lo que hoy es parte de la ciudad, el Señor pronunció las palabras que hoy tenemos en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21.
Recordemos que Jesús, una vez resucitado, finalmente ascendió al cielo desde ese mismo Monte y que, según el profeta Zacarías, cuando regrese con Su Iglesia, sus pies se posarán sobre ese Monte. Veamos Su ascenso y lo que ya es historia, y Su descenso, que aún está en el futuro: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hch. 1:6-11).
¡Qué expectativa para Jerusalén! ¡Qué acontecimiento que todavía tendrá lugar allí! ¡Qué visita celestial cuando el Señor descienda con Su Iglesia y sus pies se posen sobre ese mismo Monte! ¡Si tan sólo los políticos supieran y creyeran todo esto! ¡Oh, si los mismos judíos supieran del amor que les tiene el Mesías que a través de ellos vino para salvar, tanto a judíos como a gentiles!
Los israelitas ya celebraron tres mil años desde que el rey David estableciera a Jerusalén como la capital de los judíos. Mientras los enfrentamientos entre judíos y palestinos son casi a diario, las negociaciones de paz entre los israelitas y los palestinos mantienen a la ciudad en la mirilla internacional. La humanidad en general cree que el proceso de paz puede ayudar a una ciudad dividida por la religión e inspirar a los habitantes de Jerusalén a vivir en paz, a pesar de todo hay menos tranquilidad ahora, que la que había antes de que se iniciara este proceso. Ahora no sólo están los judíos y los árabes peleando más a menudo, sino que los judíos están riñendo más entre ellos mismos.
El monte del Templo, es decir el Monte Moriah, ha sido el núcleo de la religión judía desde que la misma comenzara hace casi 3.500 años, y es también el punto focal para el cristianismo y el islamismo. Abraham casi sacrificó a su hijo en ese lugar. También fue allí mismo donde Jesús arrojó a los cambistas.
El muro gigantesco se eleva arrogante y su altura se amplifica por la excavación de 21 metros que yace debajo. Hay un corte en el subsuelo que revela paredes de un palacio musulmán construido en el siglo VIII, y por debajo de esto yacen calles pertenecientes al primer periodo romano.
Durante el periodo romano la Ciudad Antigua era una comunidad judía amurallada, con mercados, casas y el gran templo. Hoy es el hogar de judíos, cristianos y musulmanes, quienes viven en un claustrofóbico laberinto de calles, tiendas y monumentos religiosos. En la cima del monte del templo se levantan dos mezquitas musulmanas: Al-Aqsa y la majestuosa Cúpula de la Roca, pero ni los cristianos ni los judíos pueden orar allí.
El Muro Occidental, el lugar más sagrado del judaísmo, es visitado diariamente por los fieles. Un mar de hombres con vestidos negros y mantos de oración se congregan allí, orando en voz alta, devotamente, con las cabezas inclinadas. Las mujeres oran en silencio en una sección separada. Las estrechas hendiduras entre las masivas piedras rectangulares del muro, se encuentran atiborradas con pedazos de papeles, cada uno con una oración. Este muro es un recordatorio constante de la fe del pueblo judío. Sin embargo, Jerusalén ha sido testigo de importantes eventos históricos. De hecho, su nombre se menciona 881 veces en la Biblia: 667 en el Antiguo Testamento y 144 en el Nuevo Testamento. Pero vale la pena hacer notar que no aparece ni una sola vez en El Corán. Además, los eruditos judíos dicen que hay 70 nombres descriptivos o poéticos para Jerusalén. En hebreo, Yerushalaim que se menciona por primera vez en Josué 10:1, significa “ciudad de paz”, y está escrito en forma plural, lo cual quiere decir que tiene una paz múltiple.
Jerusalén también es especial para Dios, ya que la eligió como su morada. Son varios los textos de la Escritura que revelan que Él ama a Jerusalén más que cualquier otro lugar en la tierra. Permítanos citar sólo dos ejemplos: “...Jerusalén, ciudad que Jehová eligió de todas las tribus de Israel, para poner allí su nombre...” (1 R. 14:21b). “Desde el día que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto, ninguna ciudad he elegido de todas las tribus de Israel para edificar casa donde estuviese mi nombre... Mas a Jerusalén he elegido para que en ella esté mi nombre, y a David he elegido para que esté sobre mi pueblo Israel” (2 Cr. 6:5a, 6).
Jerusalén se ha convertido en un lugar céntrico para los medios noticiosos. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué su nombre aparece prácticamente a diario en artículos sobre Israel en los periódicos mundiales? Se asegura que hay más corresponsales allí que en cualquier otro país del mundo. Ciertamente, los ojos del mundo están puestos sobre Israel y Jerusalén.
Hay muchas personas, incluso cristianas, que como lo oyen mencionar tan a menudo, creen que Israel es un país grande, pero su tamaño es de sólo 22.154 km. cuadrados, prácticamente nada si se compara con los 406.752 kilómetros cuadrados que ocupa el territorio de Paraguay.