La resurrección de nuestro Señor Jesucristo
- Fecha de publicación: Sábado, 19 Abril 2025, 18:26 horas
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La resurrección de nuestro Señor y Salvador, Cristo Jesús, ha sido negada el mismo día de este gran evento. Dice la Biblia que la jerarquía eclesiástica judía incluso pagó a los guardias de la tumba para que dijeran que sus discípulos robaron su cuerpo mientras ellos, los guardias, se durmieron: “Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy” (Mt. 28: 11-15).
¡Imagine usted por un momento! ¿Acaso el cuerpo del Salvador era del tamaño de un… celular? ¿Acaso no sabían los soldados romanos (la guardia) que de haberse dormido rodarían sus cabezas al día siguiente? ¿Acaso creería alguien que sus discípulos, asustados como estaban y desarmados, se habrían atrevido a semejante aventura?
Pero… ¿Por qué tanta oposición a la resurrección? ¿Importa si Él resucitó o no? Estas preguntas tienen sentido, pues pensándolo bien, ninguna doctrina cristiana tiene sentido si el Señor no resucitó. Su nacimiento virginal, sus propios verdugos, su vida sin pecado, nada tendría sentido si Él no hubiese resucitado. Él sería el más grande fracaso.
Él hizo frente al peor enemigo, la muerte. Pero la muerte no pudo retenerlo. Su cuerpo se levantó, tal como Él mismo dijo, al tercer día.
Los mismos que luego pagaron para que se divulgara la mentira, el día anterior tuvieron una entrevista con Pilato: “Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia” (Mt. 27:62-66).
Muy notable lo que dijeron ellos: “…Y será el postrer error peor que el primero” (v. 64b).
El primer error era que crucificaron al inocente. Ya era muy tarde retroceder, aunque el perdón les estaba disponible. ¿Qué es lo que les hizo pensar que habían cometido un grave error? Ellos siempre sabían que Jesús era inocente. Creo que lo que los llevó a esta conclusión fue todo cuanto aconteció en torno a su muerte. Enumeremos algunas de las cosas que sucedieron:
1 - Su actitud mansa, pues no profirió una sola palabra de queja ni de insulto.2 - El oscurecimiento en pleno día: “Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena” (Mt. 27:45).
3 - La exclamación del Señor cuando entrega su espíritu, no sin antes clamar al Padre: “… ¿por qué me has desamparado?” (Mt. 27:46).
4 -La misma muerte de Jesús fue un tanto dramática: “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu” (Mt. 27:50). Es difícil saber cuán dramática fue la exclamación del Salvador cuando Él “entregó el espíritu”.
Pero sucedieron otras cosas más: “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos” (Mt. 27:51-53).
Dice que “el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo”. Este velo era el que dividía la parte santa de la santísima. En la primera parte, los judíos podían estar, pero la santísima estaba restringida exclusivamente para el sumo sacerdote (He. 10:10-17).
El lugar santísimo simboliza el cielo, donde Dios mismo recibe a cada penitente, cada pecador. Ya no son necesarios los sacerdotes, porque por medio del sacrificio y el sacerdocio de Cristo podemos tener entrada libre al cielo (el lugar santísimo). Esta es la razón de la ruptura de esa cortina. También es interesante notar que se produjo “de arriba abajo”. Diríamos que tendría que ser de abajo hacia arriba. Esto significa que fue Dios el Padre quien nos abrió la puerta al cielo. Pero esto no fue todo, porque también “se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron”.
Y para que nadie dude de esto, dice: “y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”.
¿Cuántos eran estos que abandonaron sus sepulcros en ese momento? Nadie sabe, pero Josefo nos dice que se calculaban como un millón doscientos mil. ¿Qué pasó con ellos después? Algunos teólogos muy serios sostienen que cuando Jesús ascendió al cielo, ellos lo acompañaron: “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hch. 1:9-11).
Es probable que esa “nube” que le ocultó de sus ojos hayan sido estos resucitados al día de su muerte. Sabemos que Él volverá con Su Iglesia, y entonces se dice también: “…y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mt. 24:30b). Las multitudes de redimidos parecen identificadas como nube, encabezada por el Salvador.
Pero… ¿Por qué los religiosos de entonces estaban tan interesados por negar la resurrección? Porque saben que, tan cierto como es que Él resucitó, es también cierto cuando la Biblia dice que se ha de cumplir: Su regreso, el juicio de las naciones, el infierno para los no redimidos.
Hoy pareciera que todos los cristianos aceptan la resurrección. Pero muchos de estos “cristianos” consideran a Él como un indefenso bebé que depende de una piadosa madre. Esta es la razón por qué María tiene tan buena cotización en la mente de todos los marianos. Es mejor comparecer ante una tristona madre que ante un severo Juez, ¡el Juez de toda la tierra!
Pero no importa lo que digamos sobre la resurrección de nuestro Salvador, Él hoy está a la diestra de Dios el Padre y Él es nuestro único intercesor. Entonces vino cual bebé, él vino para morir como un cordero inocente. Pero su próxima venida será “con poder y gran gloria”: “Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria” (Lc. 21:27).