La Profecía de Daniel
- Fecha de publicación: Domingo, 09 Noviembre 2025, 06:57 horas
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Daniel es el más grande de todos los profetas del antiguo Israel, tanto por su carácter intachable como hombre de Dios, como por las revelaciones Divinas sin paralelo que recibió que le permitieron ver a través del velo del tiempo y describir el futuro.
Joseph Poule, un teólogo alemán que vivió desde 1852 a 1920, hizo notar la importancia vital de la profecía en la teología. Dijo: «La escatología es la corona y tope de la teología dogmática». Probablemente ningún otro libro en la Biblia ha sufrido más ataques continuados a través de los siglos que el libro de Daniel y la razón es simple:
1 -
Daniel provee la más fuerte evidencia sobre la inspiración de la Escritura,
2 -
Identifica a Jesús como el Mesías, y
3 - Contiene la promesa de su retorno para establecer el Reino de Dios sobre la tierra.
La crítica moderna rechaza casi unánimemente este libro como un documento del siglo VI a. de C., a pesar del testimonio del propio libro y de la declaración de nuestro Señor Jesucristo, quien dijo que “la abominación desoladora” fue algo de lo cual “habló el profeta Daniel” (Mt. 27:15). Estos críticos sostienen que este libro fue compilado por un autor desconocido alrededor del año 165 a. de Cristo, porque contiene profecías acerca de reyes y guerras posbabilónicas que son demasiado exactas. Sostienen que fue escrito con el propósito de animar a los judíos que se mantenían fieles en su lucha contra Antíoco Epífanes y que por esta razón fue recibido con gozo e incorporado de inmediato en el Canon Sagrado. Sin embargo, la primera razón básica para rechazar estas inferencias dudosas, como ya dijera, fue el testimonio del mismo Señor Jesús, además de que existen otras razones que consideraremos más adelante.
Trágicamente, muchos profesores de seminarios, pastores y comentaristas bíblicos hoy, aceptan el argumento de la escuela de la más alta crítica de eruditos incrédulos, quienes rechazan la autenticidad de las profecías de Daniel sin considerar la evidencia. Este rechazo a la autoridad del libro de Daniel ha debilitado inevitablemente la creencia de muchas personas en la autoridad de la Escritura. También ha socavado la creencia en las profecías de la Biblia como mensaje genuino de Dios a la Iglesia hoy. El mayor peligro se origina de pastores y teólogos, quienes han dejado de confiar en las profecías de la Biblia. En las últimas generaciones los líderes de las principales denominaciones se han ido olvidando progresivamente de “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud. 3), hasta el punto que la diferencia entre esos críticos que atacan la fe y los teólogos que la defienden se ha tornado casi indistinguible. La “sal” definitivamente ha perdido su sabor. “Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará?” (Lc. 14:34).
Evidencias sobre la autenticidad del libro de Daniel
Hace un siglo los escépticos rechazaron los años 606 al 538 a. de C., como la fecha declarada en que se escribió el libro de Daniel, en base a que en el manuscrito aparecían tres palabras griegas para instrumentos musicales, que son traducidos en nuestra Biblia como “arpa”, “zampoña” y “salterio”. Esos críticos creían que la presencia de estas palabras griegas era inconsistente con el reclamo de que el libro de Daniel fue escrito en Babilonia siglos antes del tiempo de Alejandro, el gran conquistador griego del Medio Oriente. No obstante, la evidencia reciente histórica y arqueológica ha demostrado que los griegos viajaron ampliamente a través del área de Babilonia siglos antes del tiempo de Daniel, lo cual justifica el conocimiento de Daniel de los nombres de estos instrumentos musicales.
A pesar del hecho de que los argumentos básicos de los críticos fueron anulados hace muchas décadas, varios comentaristas bíblicos modernos todavía continúan con la misma suposición sin sentido de la alta crítica sobre el libro de Daniel. Estos argumentos de los críticos son echados por tierra por el peso abrumador de la evidencia histórica del manuscrito.
La Septuaginta
Hay numerosas referencias a las profecías de Daniel que aparecen en documentos que fueron escritos mucho antes del año 168 a. de C., cuando tuvo lugar la revuelta de los Macabeos contra Antíoco Epífanes. Por ejemplo, La Septuaginta, la traducción al griego del Antiguo Testamento hebreo, que fue llevada a cabo por 70 eruditos judíos durante el reinado del Faraón Tolomeo Filadelfo en los años 283 al 287 a. de C., incluía a Daniel como uno de los libros inspirados en la Biblia.
El libro de Ezequiel
El profeta Ezequiel, un contemporáneo de Daniel y un cautivo en Babilonia, indicó que Daniel era bien conocido entre los exilados en Babilonia. Ezequiel escribió su libro alrededor del año 550 a. de C. y citó a Daniel en dos pasajes. Primero registra que Dios declaró que la tierra que pecare persistentemente en su contra sería castigada, aunque “estuviese en medio de ella estos tres varones: Noé, Daniel y Job” (Ez. 14:14, 20).
Y luego en el capítulo 28 Ezequiel dice cómo Dios describe a Satanás antes de la caída: “He aquí que tú eres más sabio que Daniel; no hay secreto que te sea oculto” (Ez. 28:3).
A la luz de estas referencias a Daniel casi cuatro siglos antes del año 168 a. de C., francamente asombra cómo un crítico serio puede creer honestamente que este libro fue escrito por un impostor.
El Primer Libro de Macabeos
El Primer Libro de los Macabeos, escrito alrededor del año 168 a. de C., registra que el general Matatías cuando estaba a punto de morir, le recordó a sus hijos los nombres de los grandes héroes de la fe en la historia de Israel. Matatías se refirió a los tres compañeros de Daniel, y dijo de ellos: “Ananías, Azarías, Misael, por su fe fueron librados del fuego”. Luego procediendo a referirse a Daniel dijo: “Daniel, en su inocencia, fue libertado de la boca de los leones” (1 Mc. 2:59, 60). Estas declaraciones proveen la prueba más fuerte de que el escritor del Primer Libro de Macabeos, en el año 168 a. de C., estaba familiarizado con los escritos de Daniel y de la Biblia y creía que el relato de Daniel era históricamente exacto.
Él no habría afirmado esto si el libro de Daniel hubiera sido redactado, como aseguran los críticos, en ese mismo periodo.
Continuará...
