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La Profecía de Daniel - (II)

  • Fecha de publicación: Sábado, 15 Noviembre 2025, 18:44 horas

El Señor Jesucristo

Como ya dijera, el mismo Señor Jesucristo mencionó el nombre de Daniel y apoyó su obra como un profeta inspirado de Dios.  En su sermón sobre las señales del fin del siglo, Cristo declaró: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (Mt. 24:15, 16).  Esta declaración extraordinaria del Señor Jesucristo confirma que Daniel era un verdadero profeta de Dios y ratifica asimismo de una vez y para siempre la autoridad de sus profecías para todos los que aceptan la deidad de Cristo y la inspiración de la Escritura.  Además, nuestro Señor ordenó a los creyentes que leyeran y entendieran las palabras de la profecía de Daniel.

Tanto Pablo como Juan se inspiraron repetidamente en los temas proféticos expuestos por Daniel seis siglos antes.  Los apóstoles creían que el plan redentor de Dios tendría cumplimiento profético en dos grandes eventos claves:

1. La vida, muerte y resurrección de Cristo, y

2. Su retorno a la tierra como el Mesías Rey para redimir a la humanidad y a la tierra de la maldición del pecado.  Los escritores del Nuevo Testamento vieron estos actos como dos partes del plan redentor de Dios para la humanidad.

Los temas principales de la profecía bíblica fueron expuestos por los grandes profetas del Antiguo Testamento, particularmente en el libro de Daniel y en las varias profecías del Nuevo Testamento, constituyendo los temas proféticos que encontramos en la revelación bíblica.  Es significativo que los Rollos del mar Muerto revelen que esos que vivieron en Qumrán le dieron a las profecías de Daniel, el más alto honor en su teología y expectativas Mesiánicas.  Daniel fue uno de estos grandes profetas, aunque algunos dicen que no fue el autor del libro que lleva su nombre, sino que el mismo fue escrito años después de ocurrido los hechos y que por lo tanto no es para nada profético.  Según ellos los acontecimientos narrados fueron registrados después que Antíoco Epífanes conquistara a Jerusalén y profanara el templo al sacrificar un cerdo sobre el altar.  Ese fue el tiempo de los Macabeos, el año 164 a. de C.  Esas personas están convencidas que quien escribió el libro tenía que haber estado vivo en ese tiempo, porque Daniel predice en gran detalle el orden de todas las naciones del mundo desde Babilonia hasta Antíoco Epífanes.  Sólo quienes creemos que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios estamos seguros que Daniel sí lo escribió por inspiración divina. 

Daniel habló del imperio MedoPersa antes de que el mismo existiera, asimismo de los griegos.  Escribió sobre el quebrantamiento del imperio de Alejandro el Grande y de los cuatro generales que le sucedieron y dio datos exactos sobre el imperio romano.  Narró las batallas Ptolemaicas y Seléucidas por Israel, tras el rompimiento del imperio griego de Alejandro el Grande.  Nos ofrece detalle por detalle y rey por rey.  La exactitud histórica del capítulo 11 de Daniel es incuestionable.  Por consiguiente, algunas personas están convencidas de que no hay forma que alguien hubiera podido escribir este libro.  Para aceptar que Daniel ciertamente fue su autor tenemos que creer en la revelación divina de la Escritura.

Daniel es un libro maravilloso y así como el profeta estuvo en el foso de los leones, ¡su libro ha estado en el foso de la crítica desde siempre!  Desde el siglo III de la era cristiana, son muchos los que han cuestionado la autenticidad de este libro, sin embargo, no hay otro texto en la Biblia que sea más claro y preciso en su profecía.  Todo lo comprueba la historia secular. Pero... ¿Fue realmente Daniel el autor de este libro?  La Escritura no admite duda.  No hay otro texto en la Biblia que identifique tan de continuo a su autor como este libro, incluso el mismo Dios anticipó el criticismo de que sería víctima. Leemos por ejemplo en la Escritura:

1 - “Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche...” (Dn. 7:2).

2 - “Se me turbó el espíritu a mí, Daniel, en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me asombraron” (Dn. 7:15).

3 - “Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón” (Dn. 7:28).

4 - “En el año tercero del reinado del rey Belsasar me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido antes” (Dn. 8:1).

5 - “Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba la visión y procuraba comprenderla...” (Dn. 8:15).

6 - “Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía” (Dn. 8:27).

7 - “En el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías...” (Dn. 9:2).

8 - “Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento” (Dn. 9:22).

9 - “En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas” (Dan. 10:2).

10 - “Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo...” (Dn. 10:7).

11 - “Y me dijo: Daniel, varón muy amado...” (Dn. 10:11).

12 - “Entonces me dijo: Daniel, no temas...” (Dn. 10:12).

13 - “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin...” (Dn. 12:4).

14 - “Y yo Daniel miré...” (Dn. 12:5).

No se equivoque, nadie más que Daniel escribió este libro.  Este hombre fue reconocido por su gran sabiduría.
Continuará...

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