Boletin dominical - 20/09/09
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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si tuviera que titular de alguna manera esta “inspiración”, diría: «Lo que el Señor me enseñó». No puedo menos que agradecer a mi Salvador por todo cuanto él ha hecho y sigue haciendo por mí. No me será posible recordar todas Sus lecciones que Él tuvo la paciencia para comunicármelas, pero aquí van algunas:
1. Me enseñó que vale la pena permanecer firme en la gracia salvadora, porque no hay otra.
2. Me enseñó que es mediocridad y hasta muchas veces grave pecado, esquivar las reacciones contrarias y de desaprobación por parte de los demás.
3. Me enseñó (¡y por fin creo haber aprendido!) lo que significa eso que solemos escuchar que es Él mismo quien tiene que hacer las cosas, aprobar nuestros planes y acompañarnos mientras traba-jamos en ellos. Tal como dice el Salmo 127:1, 2.
si tuviera que titular de alguna manera esta “inspiración”, diría: «Lo que el Señor me enseñó». No puedo menos que agradecer a mi Salvador por todo cuanto él ha hecho y sigue haciendo por mí. No me será posible recordar todas Sus lecciones que Él tuvo la paciencia para comunicármelas, pero aquí van algunas:
1. Me enseñó que vale la pena permanecer firme en la gracia salvadora, porque no hay otra.
2. Me enseñó que es mediocridad y hasta muchas veces grave pecado, esquivar las reacciones contrarias y de desaprobación por parte de los demás.
3. Me enseñó (¡y por fin creo haber aprendido!) lo que significa eso que solemos escuchar que es Él mismo quien tiene que hacer las cosas, aprobar nuestros planes y acompañarnos mientras traba-jamos en ellos. Tal como dice el Salmo 127:1, 2.
4. Me enseñó que es Él quien llama a quienes han de dedicarse enteramente al ministerio. Son muchos los casos en la Biblia a quienes Él llamó y los prosperó. Mencionemos a algunos: Abraham, Moisés, Noé, David, Jeremías, Jonás, Daniel, Pedro, Pablo y otros.
5. Me enseñó que los grandes hombres de Dios no son los mismos que se desempeñan como pastores, ancianos, encargados de una iglesia local, tal como aparecen los requisitos en 1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9.
6. Me enseñó además que los hombres que Dios escoge para misiones especiales, todos tienen características comunes. Por ejemplo, por lo general son escogidos antes de nacer, no pueden esquivar Su llamamiento. No pueden renunciar a su labor. Jamás enseñarán algo contrario a la voluntad de Dios. Siempre irán al pueblo, nación o ciudad a donde el mismo Señor los envía.
A veces se trata de hombres con limitaciones físicas. Si tienen comodidades no les importa dejarlo todo y aceptan el llama-miento divino, porque no les queda otra. Simplemente no pueden negociar con Dios.
7. Me enseñó a depender de Él en lo concerniente a las finanzas para emprender tareas que demandan recursos jamás soñados.
8. Me enseñó que Él no acepta ayuda de cualquiera para misiones mayores, y que existen cláusulas específicas para participar de ministerios serios y fieles a Sus doctrinas.
9. Me enseñó que es mi deber buscar el significado de ciertas enseñanzas, especialmente en el Nuevo Testamento, y recién cuando tenga dudas recurrir a comentarios que pueden ampliar mi conocimiento.
10. Me enseñó que los hombres que Él escoge, no son necesaria-mente los más espirituales o los de mejor conducta.
11. Me enseñó que después de la salvación por pura gracia, sin obras, todo lo que le queda al cristiano son las obras.
12. Me enseñó que Él cuando escoge a quien ha de encomendar alguna misión especial, en lugar de invitarlo, más bien le ordena lo que debe hacer.
13. Me enseñó por qué el pastor que acepta un pastorado con una iglesia ya estructurada, debidamente organizada, generalmente tiene poco éxito y más de una vez abandona el pastorado.
14. Me enseñó el significado del desprendimiento de las comodidades, familiares y lugar donde residir. Llega un momento cuando estas cosas pierden valor por amor al Salvador y al ministerio.
15. Me enseñó que el cansancio físico, mental y emocional, es muchas veces el resultado de la falta del total desprendimiento de aquello que estorba o estorbaría para que el mensajero del Señor pueda desempeñar su labor sin atadura alguna.
16. Me enseñó el verdadero significado de “...maldito el varón que confía en el hombre...” (Jer. 17:5). Sin embargo, es igual-mente cierto que es el mismo Señor quien hace los arreglos para que Su enviado tenga la ayuda que necesita de hombres realmente consagrados.
17. Me enseñó que cuando Su enviado logra cierto éxito, no siempre es admirado y sus esfuerzos reconocidos. Tendrá quienes lo apoyarán y quienes lo acusarán y lo despreciarán.
18. Me enseñó que ningún enviado Suyo se prestaría al ecumenismo, a la tan acariciada inclusividad y al amor al dinero: el “evangelio” de la codicia.
19. No existe un sólo caso en la Biblia mostrándonos a algún hombre escogido por Dios, que haya sido de carácter pusiláni-me, inseguro o que tema decir toda la verdad a fin de “no ofen-der a los hermanos y colegas”. Su única preocupación es agradar al Señor.
20. Me enseñó también que a veces la preparación para la tarea encomendada toma muchos años, incluso décadas, hasta que el hombre escogido y enviado ve los resultados de su esfuerzo.
J. A. Holowaty, Pastor
J. A. Holowaty, Pastor