Boletin dominical - 02/05/10
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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LA MASONERÍA
Teológicamente la masonería ha sido clasificada como una secta desde la perspectiva de la revelación bíblica. Una secta es un grupo que asegura ser compatible con la fe cristiana, pero que se desvía seriamente de la ortodoxia en doctrina y práctica. La masonería se ajusta a esta categoría. Además, en ella hay ciertas asociaciones históricas, niveles de iniciación y niveles de interpretación que revelan aún mucho más su naturaleza sectaria.
Tal parece que cada ministerio evangélico está enfrentando últimamente el asunto de la posición de los cristianos en relación con la francmasonería. Cuando se hace esto, cuando se aborda el problema de lleno, nos encontramos con el triste hecho de que las doctrinas esotéricas de la masonería, tal como esas del mormonismo, están separadas de forma inequívoca de la teología cristiana. Esto es cierto en relación con todas las ramas de la masonería, como la Logia Azul, la Estrella de Oriente, la Demolay, las Hijas de Job y los Jóvenes del Arco Iris.
Pero... ¿Cuál es su propósito? La unión de los hombres en compañerismo bajo la Paternidad del Gran Creador, la hermandad de los seres humanos y la inmortalidad del alma. Para muchos, la masonería es una búsqueda religiosa por iluminación espiritual, sin embargo en los grados superiores, el propósito es conformar el mundo con las creencias masónicas.
Esta secta no tiene un fundador individual, sino que fue evolucionando gradualmente hasta llegar a su forma presente conocida como “masonería especulativa”, la cual se distingue de la “masonería operativa” de los albañiles de la edad media. La masonería operativa poco a poco fue asimilando el misticismo y ocultismo de numerosas religiones y filosofías de la edad media para convertirse en lo que se conoce como masonería moderna especulativa. La mayoría de eruditos trazan la masonería moderna al tiempo cuando emergieron cuatro logias en Londres en 1717 para integrar la primera Gran Logia.
Incompatible con el Cristianismo
Aunque los masones aseguren lo contrario, la realidad es que la masonería y el cristianismo son completamente incompatibles. Quien presta juramento, jura defender la masonería y sus enseñanzas. Jurar es pecado, es contrario a las Escrituras y no debe ser parte de la vida cristiana por las siguientes razones:
• El aspirante a masón debe jurar, aceptar y promover la mentira de que Jesús es sólo uno de muchos profetas venerados por igual en el mundo. Al hacer esto, está declarando tácitamente que todas las religiones pueden conducir a Dios, pero la Palabra de Dios enseña: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:11, 12). “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:9-11). “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Col. 1:16-18).
• Hacen que la persona jure por Dios, por dogmas que Él mismo ha declarado falsos y pecaminosos. Por ejemplo, enseñan la doctrina universalista, la creencia de que al final todas las personas serán salvas, pese a lo que crean. Sin embargo, el Señor Jesucristo dijo: “Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió” (Jn. 8:42).
• Hacen jurar a los hombres por la mentira de que la salvación se gana por medio de buenas obras, cuando la Biblia dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8, 9).
• Deben jurar que permanecerán silenciosos en la logia y no hablar de Cristo, cuando Dios le ordena a cada cristiano que sea su testigo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt. 28:19).
• Deben jurar que sólo aceptarán las enseñanzas de la logia, permaneciendo en tinieblas espirituales, mientras que la Biblia enseña que el cristiano es hijo de luz: “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8:12). “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz” (Ef. 5:8).
6. Al rendir el juramento masónico, la persona es culpable de tomar el nombre del Señor en vano, ya que jura por cosas prohibidas. Dios dice: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano” (Ex. 20:7).
• Se jura falsamente que el Dios de la Biblia está igualmente presente en todas las religiones: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1 Ti. 2:5, 6).
• Se jura afirmando que en la logia se ofrece enseñanza y adoración verdadera, sin la mediación de Jesús: “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (He. 9:14).
• Por este juramento masónico, se está perpetuando un falso evangelio a otros miembros de la logia, que aceptan estas enseñanzas como el único medio para ganar la vida eterna: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gá. 1:6-8).
• El espíritu, la mente y el cuerpo del creyente, es el templo del Espíritu Santo. Al aceptar las obligaciones masónicas se está dando consentimiento para la contaminación de la mente y espíritu por una religión pagana, incluso de prácticas ocultistas: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Co. 6:19, 20).
Esto es para esos que dicen que son cristianos y masones: Si el Señor es Dios, entonces sígalo. No tenga la hipocresía de decir que es cristiano mientras permanece en una organización cuyas enseñanzas son contrarias a todo lo que enseña la Biblia. Siga a Dios, o a la masonería. Viva como cristiano o como masón. El propio Señor Jesucristo hizo esta advertencia: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí” (Mt.15:7, 8).
J. A. Holowaty, Pastor