Los ángeles y su ministerio
- Fecha de publicación: Martes, 19 Febrero 2008, 18:54 horas
- Escrito por Pastor, J. A. Holowaty
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Muy rara vez oímos hablar acerca de este singular tema de los ángeles, sin embargo, no deja de ser importante e interesante un estudio más a fondo de quiénes son ellos. En Estados Unidos cada día aumenta el interés por los ángeles. Según una encuesta de Gallup la mitad de la nación, incluyendo cerca de tres cuartas partes de los adolescentes cree en los seres celestiales. En realidad los ángeles son los favoritos entre los jóvenes de hoy. En otra encuesta que hiciera Gallup en 1990 entre 506 adolescentes norteamericanos, el 74% de ellos aseguraron creer en los ángeles.
En 1993 una investigación de la revista Time informó que cerca del 70% de los norteamericanos dijeron que creían que tenían un ángel personal que los cuidaba.
Últimamente se puede ver en venta, figuras de ángeles en todos los estilos y tamaños: aretes, prendedores, pulseras, anillos, relojes, vasos, etc. ¿A qué se debe este inusitado interés en los ángeles? ¿Es que realmente la gente comienza a creer en Dios y en todo cuanto dice la Biblia? Me temo que este interés en los ángeles sea solamente un eslabón más en dirección al ocultismo, pero es mucho más aceptable que uno diga que cree en un ángel guardián, que decir que cree en un espíritu guía, o dicho más correctamente en un demonio guía.
Al abrir la Biblia a fin de estudiar la cuestión ángeles, debemos en primer lugar darnos cuenta de la inmensidad del universo. La astronomía moderna ha presentado muchas evidencias que muestran que esta inmensidad de la creación material es algo que antes no se conocía. Hay sistemas solares mucho más grandes que el nuestro que se expanden más allá de la comprensión del poder humano. Hoy tenemos conocimiento de otros soles con sus planetas y satélites que están a miles y millones de kilómetros de distancia. Sin embargo, las estrellas que vemos en el firmamento como millones de puntos luminosos que forman parte de nuestra galaxia, los innumerables cuerpos celestes, los soles de diversa magnitud y los planetas y satélites que se expanden en el universo que nos rodea por millones y millones de kilómetros, no representan en el infinito más que una especie de archipiélago de islas celestiales, algo así como un pueblo de menor importancia en la totalidad de una gran población.
Hoy sabemos que esta ciudad sin límites es tan amplia, que nuestro sistema solar es como un puntito, una casita aislada entre los miles de millones de otras habitaciones. Probablemente nuestro planeta es como una pequeña chocita entre las muchas moradas de este inmenso universo. Veamos algunos textos bíblicos: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol; y éste, como esposo que sale de su tálamo, se alegra cual gigante para correr el camino. De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el término de ellos; y nada hay que se esconda de su calor” (Sal. 19:1-6). Siempre existió la inmensidad del universo, su armonía y perfección, su indescriptible belleza, pero recién en estos últimos años los astrónomos nos acercaron algo de todo cuánto es realmente el cosmos.
El profeta Daniel dijo: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.” (Dn. 12:2-4).
Claramente se nos dice que la ciencia aumentará a medida que nos estemos acercando al gran acontecimiento de la resurrección de los muertos en una forma masiva. Primero Daniel menciona a quienes resucitarán para vida eterna que es la resurrección de todos los salvos, luego dice que también otros resucitarán para vergüenza y confusión perpetua. Asimismo declara Daniel, que el mensaje de su libro quedaría sellado, sin poder ser entendido ni interpretado hasta cuando se acercara el tiempo del fin.
Los libros sellados significa que son incompresibles: “Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas” (Ap. 10:4). Hoy no podemos decir que el libro de Daniel está sellado, porque muchos de los reinos que el profeta menciona ya han pasado, son parte de la historia, el único que falta es el reino del Anticristo. No obstante, lo que nos interesa en este momento es el aumento increíble de la ciencia. Si el Señor no recoge pronto a su iglesia, en los próximos años veremos cosas mucho más maravillosas y sorprendentes - tal vez ciudades flotando en el espacio, viajes a una velocidad que jamás podríamos imaginar. Posiblemente el ser astronauta será tan común como volar en un avión comercial hoy, tal vez colonizaremos otros planetas. Por ahora debemos conformarnos con las fotografías que nos traen y lo que podemos percibir en cuanto al universo y su inmensidad.
Hay otro texto bíblico que debemos considerar en este mismo contexto: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:1-3). Estas palabras son muy conocidas, pero un día el Señor cumplirá con todo esto y a semejanza del esposo hebreo que se desposaba con su esposa y la dejaba virgen para ir a buscar el lugar donde viviría, construía su vivienda y luego regresaba, así nuestro Señor se ha desposado con su amada Iglesia y fue a prepararnos el lugar, pero volverá pronto.
¿Pero, hay habitantes en otros planetas? Desde tiempos remotos los hombres han pensado sobre la cuestión de sí la tierra es el único planeta habitado. La ciencia ofrece sus conjeturas, pero la Biblia habla con autoridad absoluta sobre este viejo problema. Nos habla de seres que viven en las esferas celestes, que no son humanos, pero sí seres inteligentes. La Biblia nos dice, que son tantos que no se les puede contar, tan grande es su número. Se reúnen en grupos que se identifican como “tronos y dominios, principados y potestades, autoridades y huestes celestiales”, pero todos se sujetan a nuestro Señor Jesucristo quien es el mismo Creador del universo, y también el Creador de las fuerzas angélicas: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (Col. 1:16). Es cierto también que todo está sujeto a Él “quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades” (1 P. 3:22).
Pero... ¿Quiénes son los ángeles? A través de la historia humana los hombres han estado fascinados con los ángeles y su papel como mensajeros celestiales. Muchas personas tienen conceptos erróneos acerca de estos seres espirituales, imaginan que son figuras como querubines, tal como el famoso Cupido alado que aparece en las tarjetas para los enamorados. Los ángeles son seres poderosos y se los describe con bastantes detalles en la Biblia. ¿Recuerda el caso de los pastores en el campo cuando nació Jesús allá en la aldea de Belén? Dice el registro bíblico: “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lc. 2:8-14).
¿Cómo eran estos ángeles? ¿Cuál era el timbre de su voz al proclamar la noticia al aire libre, en esa silenciosa noche? ¿Cuántos eran los ángeles que alababan allí suspendidos en el aire? ¿Cómo sonaba al oído de esos humildes pastores todo aquel espectáculo? ¿Quiénes son los ángeles? ¿Cuál es su actividad en el cielo y en nuestras vidas? ¿Son algunos de ellos ángeles caídos? ¿Participan en el rescate de las almas? ¿Son creados o tienen existencia por sí mismos? ¿Se parecen a nosotros? ¿Conocen la situación de nuestro planeta y de sus habitantes?
La Biblia específicamente se refiere a los ángeles 294 veces demostrando así que son seres notables, con una misión importante que desempeñar con relación al género humano. Una de las palabras hebreas que se traduce ángel en el Antiguo Testamento es mal’ak y significa «despachar como un diputado, embajador o mensajero». En el Nuevo Testamento el término griego esangelos es lo que se traduce como ángel en español y significa «un mensajero» así sea de Dios o del hombre, pero es un mensajero.
Debido a que ocupan un lugar tan preponderante, es solamente justo que hablemos un poco de los ángeles, después de todo seguramente nos veremos rodeados de ellos cuando estemos en la gloria del Señor. Una de las razones de por qué tanta gente, como que no tiene interés en el cielo, es porque les parece que es un lugar aburrido, para los jubilados y viejitos enfermos y aquellos que son casi un estorbo para la sociedad productiva, pero es todo lo contrario. El estudio de los ángeles nos permite incursionar más profundamente en la antigua creación de Dios.
Pero... ¿Tenemos un ángel guardián? Es necesario aprender a distinguir las fantasías y tradiciones de los hombres, de lo que la Biblia enseña específicamente. Muchas personas afirman algunas cosas, pensando que están en la Biblia, pero no es así. Otras veces la Biblia enseña algo y nosotros repetimos, pero no estamos seguros si es o no bíblico y menos aún en qué pasaje de la Biblia se encuentra tal enseñanza. Por lo visto lo de ángeles guardianes no es solamente una creencia popular, sino que la Biblia nos hace ver que Dios se vale de sus ángeles para esta misión. En Mateo 18:10, dice: “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos”. Por lo visto cada uno de nosotros tiene por lo menos un ángel cuya misión es protegernos, especialmente los niños, las viudas y los huérfanos.
Una de las razones por qué Dios lo hizo así, es porque somos tan egoístas cambiantes y poco perseverantes, que no siempre puede valerse de nosotros. Hay un pasaje bíblico que me sirve siempre para animar a las hermanas humildes que suelen hospedarme. Ellas no pretenden ser famosas, ni destacadas en la sociedad, y entre los hermanos suelen decir: «Bueno yo solamente hago la comida, lavo y plancho la ropa y casi soy una sirvienta de todos. Vienen predicadores o siervos de Dios y yo debo servirles, hospedarlos, cocinarles, lavar la ropa, planchar su ropa». Permítame decirle hermana que está haciendo tanto como ese gran predicador a quien admira por sus enseñanzas y testimonio. Cuando ese predicador reciba su recompensa, usted recibirá exactamente la misma, sin haber jamás presentado un sólo sermón en el templo ni en ningún lugar. Como dijo el Señor Jesucristo: “El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá” (Mt. 10:40, 41). Un verdadero predicador de la Palabra de Dios es un profeta según el conceptoneotestamentario de la palabra y por su misma etimología. Usted hermana, quien cree que nada hace por la obra, pero Dios le ha dado el don de la hospitalidad, no se desanime.
¿Qué le espera? ¡Una gran paga de parte de Dios! La misma que aquel predicador cuyo mensaje recibe con tanto gozo y que tanto le ha ayudado. Pero hay algo más, es probable que en su casa se hospede un ángel, ya que dice allá en Hebreos 13:1, 2: “Permanezca el amor fraternal. No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”. La Biblia no aclara en qué forma los verdaderos hospedadores que con amor reciben a sus visitantes, han hospedado ángeles. Teniendo en cuenta el significado de la palabra y siendo que los ángeles son seres espirituales, aunque a veces corporales, creo que Dios nos dice que cuando hospedamos a un pastor, a un ministro, estamos hospedando un ángel, a un mensajero suyo, ya que ángel significa mensajero. Hablando de los ángeles el autor a los hebreos, dice: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (He. 1:14).
Bien puede suceder también que estando un mensajero de Dios hospedado en determinado lugar, su ángel en espíritu esté presente allí. Digamos en este caso que el ama de casa no lo ve, ni el predicador porque es espíritu, pero Dios permite que ella vea a ese ángel en la persona de su huésped. Bueno, tal vez no sea tan hermoso, quizá padece de artritis, pero los ángeles no sufren de artritis, no tienen problemas de cadera, de cintura, de estómago, dolor de cabeza o migraña, nada de esto. El predicador tal vez sí, sin embargo, es probable que en ese momento esté frente a un ángel. ¡Sí, muy probablemente tenemos ángeles guardianes, y ellos todavía intervienen para proteger a los hombres, mujeres y niños!
Cuando estemos en el cielo y examinemos nuestra vida con una perspectiva espiritual completa de Dios, creo que nos asombraremos al descubrir las muchas veces que los ángeles intervinieron para salvarnos sin que nos diéramos cuenta. En el cielo se nos revelará cuán a menudo fuimos amparados de asaltos, de accidentes por la acción sobrenatural y oportuna de estos seres angélicos enviados por Dios en favor nuestro.
En la Biblia también se les llama “guardianes, hijos del Altísimo, la congregación del poderoso, santos, huestes, espíritus y elegidos”. Ellos tienen nombres, pero nosotros sólo conocemos cinco nombres que están registrados en la Biblia:
• Lucero o Satanás el ángel caído;
• Apolión otro ángel caído llamado también el Destructor quien es mencionado por Juan en Apocalipsis 9:11;
• El arcángel Miguel, el gran príncipe que está de parte de Israel;
• El arcángel Gabriel quien se le apareció a Daniel y anunció el nacimiento tanto de Juan el Bautista como del Señor Jesucristo y finalmente...
• El ángel mencionado en el libro de Daniel quien le dijo cuánto habría de transcurrir antes de que Cristo viniera para limpiar el santuario terrenal profanado y que en el texto original se le llama “Palomi”. Sin embargo, el texto que la mayoría de los cristianos recuerda y que parece dar a entender que sí, tenemos un ángel guardián es el siguiente: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende” (Sal. 34:7).
Ahora bien, no debemos adorar a los ángeles, los ángeles son algo superiores a nosotros, pero jamás deben recibir adoración ni ellos permiten que se los adore. Dice en el Salmo 8:4, 5: “…¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra”. De estas palabras se desprende que los ángeles son superiores en fuerza, en conocimiento, en rapidez que los hombres.
Leemos en 2 Pedro 2:11: “mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia…” Por el contexto sabemos que Pedro habla de los hombres y dice que los ángeles son mayores en fuerza y en potencia que los hombres, pero eso sí, jamás debemos rendirles culto a los ángeles, adorarlos, orar a ellos, ni prenderles velas, nada de eso: “Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Ap. 19:10). En Apocalipsis 22:8 y 9, leemos: “Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”.
Nunca los hijos de Dios adoraron a los ángeles, porque ellos mismo no se los permitieron, pero también hay algo más y es que los ángeles no pueden ser salvos. La Biblia dice que muchos ángeles siguieron a Lucero al querubín grande y protector, que es el título de Satanás, y no hay salvación para ellos. Esto es muy claro en la Palabra de Dios y es terminante, jamás un ángel podrá ser salvo: “También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese” (Ap. 12:3, 4). Aquí se habla de la rebelión del príncipe de los ángeles del mismo jefe de todas las fuerzas angélicas, la Biblia no oculta cómo ocurrió, esto aunque no sabemos exactamente cuándo ocurrió, no obstante aquí tenemos el origen de Satanás.
Tanto Isaías como Ezequiel nos dan bastante información sobre la rebelión de este jefe de las huestes angélicas: “Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector” (Ez. 28:12-16).
Una simple lectura de este pasaje revela su profundidad, ya que aunque se menciona al rey de Tiro como si Dios hablara de él, pronto descubrimos que hay varias expresiones que no pueden referirse a un hombre como lo era el rey de Tiro. Dice que este personaje era el sello de la perfección, que estaba lleno de sabiduría, acabado en hermosura. Declara además que estuvo en Edén, en el huerto de Dios, que había tamboriles y flautas preparados para el día de su creación.
Nosotros sabemos que el rey de Tiro como todos los demás hombres, no fue creado, sino que llegó a existir por medio del nacimiento. Dice también que era querubín grande y protector, pero este título no corresponde a los hombres, sino a ciertos grupos de ángeles en sus diferentes rangos. En el versículo clave que es el 15, dice: “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad”. En otras palabras este personaje era tan superior al resto de toda la creación que pudo originar el mal.
Pero... ¿Cuál fue el mal que originó este personaje? ¿Por dónde comenzó a deteriorarse el bien? Bueno, debemos recurrir a Isaías, quien nos explica cuál fue el primer mal, el que dio origen a todos los males que han ocurrido: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (Is. 14:12-15). Esto es algo que debemos conocer cada vez más a fondo, para no ser llevados y arrastrados quién sabe por qué tipo de enseñanzas sobre apariciones de seres extraterrestres o cosa por el estilo. El pecado que dio origen a todos los pecados fue la soberbia, el orgullo de este singular personaje, el príncipe de todo el cuerpo celestial.
Lucifer o Lucero habría quedado muy feliz si todos los ángeles le hubieran seguido en su rebelión, pero no fue así, tuvo que conformarse con un tercio de ellos tal como dice en Apocalipsis 12:3 y 4. Estos ángeles rebeldes no tienen salvación, ya están condenados y jamás podrán ser salvos: “Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham” (He. 2:16).
La Biblia dice que tanto Satanás como todos sus ángeles y los incrédulos, tendrán su paradero eterno en un lugar llamado lago de fuego. Pero hay algo más: los ángeles ayudaron y ayudarán en el rescate de almas. En la Biblia notamos que los ángeles intervinieron en casos de extrema situación de rescate. Podemos mencionar solamente algunos casos para darnos cuenta que no se trata de seres elegantes volando por el espacio y tocando alguna trompeta, sino que se trata de varones valientes cuya fuerza y conocimiento es muy superior a la fuerza y conocimiento del hombre.
Tomemos como ejemplo el caso de Lot. En el libro Génesis dice: “Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad. Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad” (Gn. 19:15, 16). La Biblia dice que eran varones, pero bien sabemos, por el mismo pasaje, que se trataba de ángeles. En el mismo capítulo explica: “Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma…” (Gn. 19:1).
Lot ignoraba la razón de la premura, y es que en determinado día, hora y segundo, Dios iba a destruir las ciudades en esa llanura con fuego y azufre. Había comenzado ya la cuenta regresiva y todo seguía según los planes divinos. Pero aquí tenemos a los ángeles, quienes saben mejor que nadie cómo funcionan los planes de Dios con relación a nosotros, y tuvieron que obligar a esta familia a salir del lugar. Ellos sabían que el Señor no esperaría un solo segundo más allá de lo prefijado para destruir a Sodoma, Gomorra y otras ciudades.
Tomemos también el caso de Daniel, la ocasión cuando fue arrojado en el foso de los leones. Este es otro ejemplo muy elocuente de lo que Dios hace mediante sus ángeles. Los lectores de la Biblia conocen el cuadro, cuando los enemigos de Daniel movidos por la envidia obligaron al rey Darío a que promulgase una ley para que durante 30 días nadie pidiese algo a dios alguno. Como sabían que Daniel era un hombre de oración, querían encontrarlo orando para acusarle, y así ocurrió. Daniel fue echado entre los leones, pero en toda esa noche ni un solo león le molestó. Al día siguiente cuando Darío lo llamó: “...Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió SU ÁNGEL, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo” (Dn. 6:21, 22). El trabajo de los ángeles ha sido muy variado. En este caso por ejemplo, el ángel tenía la misión de cerrar, de tapar la boca de los leones. Durante toda esa noche el ángel asignado los mantuvo con la boca cerrada, no pudieron abrirla para dañar a Daniel.
La Biblia registra 104 veces cuando los ángeles se les aparecieron a los hombres, pero hay varios casos donde los ángeles se manifestaron para rescatar de la misma muerte a una persona. Los ángeles son tremendamente poderosos, su fuerza no se compara con la del hombre. Un solo ángel puede darle muerte en un instante a cientos de miles de personas. Allá en el segundo libro de Reyes, leemos este caso: “Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos” (2 R. 19:35). Esto fue una clara muestra de que el Señor había enviado a uno de sus ángeles para herir de manera completa a Senaquerib rey de Asiria, ya que en el versículo anterior Él mismo dice: “Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo” (2 R. 19:34).
Generalmente recordamos que ciertos hombres hospedaron a algunos ángeles. En el capítulo 18 de Génesis está registrado, que incluso Abraham le ofreció un asado a tres de ellos, pero lo extraño es que también hay casos de ángeles cocineros. Hablando del profeta Elías, la Biblia dice: “Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta” (1 R. 19:4-7). Este ángel llegó ante Elías con una misión doble para el profeta: obligarlo a que se levantara, comiera y continuara su camino. Elías estaba muy cansado y deseaba seguir durmiendo, pero el ángel le dijo que no. ¡Quién sabe cuántas veces Dios habrá usado a un ángel para alimentar a otros “Elías!”
Luego tenemos el caso de José. Recordemos que cuando María concibió por obra del Espíritu Santo, José, que ignoraba lo que había sucedido, recibió también la visita de un ángel. Leemos en Mateo: “Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1:20, 21).
Salvo excepciones, el ángel siempre aparecía para darle un mensaje únicamente a personas que tenían una gran misión y eran temerosas de Dios. Aunque existe el caso de Balaam, pero en esta ocasión, el ángel lo reprendió. Dice en el libro de Números: “Entonces Jehová abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel de Jehová que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano. Y Balaam hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro. Y el ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí. El asna me ha visto, y se ha apartado luego de delante de mí estas tres veces; y si de mí no se hubiera apartado, yo también ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva” (Nm. 22:31-33). La plática continuó, y es un caso único, porque Balaam fue estorbado por el ángel para que no hiciera lo que su perverso corazón le dictaba. Es posible que hoy, Dios tenga a ciertos agentes que podríamos llamar ángeles, para estorbar a quien va por mal camino, ayudar a uno que está en peligro, librar a quien de otra manera sería muerto, alimentar a algún hambriento, etc.
Otro caso muy interesante en el Nuevo Testamento fue cuando un ángel también se le apareció a Pedro en la cárcel. Y dice: “Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel. Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos. Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme. Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión. Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él. Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ÁNGEL, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba. Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando. Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode, la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta. Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!” (Hch. 12:6-15).
Aquí se menciona varias veces que definitivamente un ángel movilizó la libertad de Pedro. Pero un elemento más que se introduce en este incidente, es que en los días de la Iglesia primitiva, era evidente que los cristianos creían firmemente que cada persona tenía un ángel y que Pedro tenía el suyo. Por eso pensaron que seguramente, quien estaba a la puerta era el ángel de Pedro y no Pedro mismo. Por eso confundieron su voz, creyendo que el ángel bien podía hablar con el mismo timbre de voz de su protegido.
Pero... ¿Nos protege Dios mediante los servicios de un ángel cuando viajamos? ¿Siguen los ángeles acompañando a los encarcelados por causa de su fe? ¿Interviene un ángel y nos estorba cuando tratamos de hacer algo que podría perjudicarnos? ¿Comen los ángeles? Y si comen, ¿qué comen? En el caso de Génesis 18, comieron carne vacuna, pero el salmista nos dice que el maná que comieron los israelitas en el desierto era en realidad el pan de los ángeles: “E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen, y les dio trigo de los cielos. Pan de nobles (en el texto original la palabra «nobles» es «ángeles») comió el hombre…” (Sal. 78:24, 25a). ¡Qué interesante!
Los ángeles participarán en los eventos finales. El Nuevo Testamento está colmado con referencias a la nutrida agenda de los ángeles en relación a los acontecimientos finales: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mt. 24:31). Isaías el profeta hace referencia a esto mismo cuando dice: “Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra” (Is. 11:12). Mientras un grupo de ángeles estará ocupado trasladando a todos los judíos de todos los países del mundo a Israel, a Palestina, otro ángel se ocupará de aprisionar a Satanás, tal como dice en el libro de Apocalipsis: “Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre... Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones…” (Ap. 14:9-11, 20:1-3).
A esta altura los muchos que todavía recibirán a Jesucristo no podrán compartir su fe, pues serán perseguidos, y Jesús dijo: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mt. 24:14). Muchos cristianos dicen: «El Señor Jesucristo deberá venir cuando el evangelio cubra toda la tierra, y si todavía hay partes que no han sido cubiertas, pues no vendrá». Pero cuando Jesús habló del fin, no habló del arrebatamiento de la Iglesia, tampoco dijo que serían los hombres quienes cumplirían esta misión. Tal como están sucediendo las cosas ahora, y por el tipo de “evangelio” que se está predicando, la única forma para explicar cómo se anunciará el evangelio a todas las naciones, será porque lo hará un ángel.
Los ángeles darán cumplimiento a la promesa del Señor: que el evangelio será predicado por todo el mundo. La mayor parte de los eventos durante la gran tribulación será trabajo de los ángeles, ellos estarán muy ocupados castigando a los impíos, cumpliendo así la voluntad de Dios. El apóstol Pedro dijo que los ángeles desearían ser predicadores ahora, pero que todavía no les ha llegado el turno porque ese turno es nuestro: “A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles” (1 P. 1:12).
Lo que Pedro nos dice es que los profetas antiguos habían predicado el advenimiento del Señor y todo cuanto nos traería: perdón de pecados y vida eterna. Pero Pedro agrega que los profetas dijeron que era un mensaje para generaciones futuras, no para la generación de ellos: “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos” (1 P. 1:10, 11).
Después de decirnos el apóstol Pedro cómo los profetas eran cuidadosos en lo concerniente al Mesías, agrega que la promesa era para nosotros, es decir, para los que vivimos después de Cristo. Luego pasa a explicarnos que predicar el evangelio es un privilegio muy grande, que se trata de “cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”. Cuántas veces pensamos que predicar el evangelio es una carga. Cuántas veces lo hacemos sin ganas, como por obligación y hasta nos avergonzamos. Cuántas veces nos negamos a apoyar la obra misionera y cuán poco oramos por los misioneros y la salvación de tantos perdidos. Pero... ¿Por qué los ángeles desean hacerlo? Porque saben lo que nosotros ignoramos: lo que Dios tiene reservado para esos que son fieles proclamadores del evangelio.
Hay ángeles caídos? Los que hoy conocemos como demonios son realmente los ángeles que hicieron alianza con Satanás y le siguieron: “También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra…” (Ap. 12:3, 4). Es notable que al hablar del dragón que es Satanás, se lo describe igual como al Anticristo. Realmente será un ser angelical, la autoridad suprema de los ángeles que gobernará este mundo por espacio de siete años espantosos.
Por ahora no se puede decir mucho sobre los ángeles caídos, pero llegará el momento cuando la tierra llegará a ser el planeta de ellos: “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento” (Ap. 6:12, 13). Uno no puede menos que preguntarse de qué manera las estrellas del cielo caen como sacudidas por un fuerte viento. La palabra «cielo» en este caso es el espacio. Si consultamos lo que Pablo dice sobre nuestro enemigo común, tal parece que estas estrellas que caen sobre la tierra no es otra cosa más que la expulsión definitiva de los demonios de todo el dominio más allá de la tierra. Cuando una planta de higuera deja caer sus frutos sacudidos por el fuerte viento, se queda sin frutas, porque todo ya está en el suelo.
Luego dice en Efesios 6:12: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Ahora, es muy llamativo que Juan diga en el capítulo 6 de Apocalipsis que el sol se puso negro como tela de cilicio, como ropa de luto, y que la luna se volvió toda como sangre, y que luego Pablo explique en Efesios 6, que estas huestes espirituales de maldad están en las regiones celestes. Lo que indica todo esto, es que las estrellas que caen del cielo son los agentes de Satanás, los ángeles caídos o demonios. Según Apocalipsis 6:13 estas estrellas del cielo caerán cuando las tinieblas serán muy densas, algo que nunca se ha visto en la historia de la tierra.
Sabemos que las estrellas del cielo, literalmente hablando, no podrían caer sobre la tierra por su enorme tamaño, pero es completamente posible que los ángeles de Satanás (los demonios), la tercera parte que se reveló, sí caigan sobre la tierra, porque el espacio será sacudido por el viento del poder de Dios. Pero, ¿será posible que cuando llegue el momento más agudo de la gran tribulación, Dios eche definitivamente a Satanás y a los demonios a la tierra? ¿Se refiere Apocalipsis 6:13 a ellos o a las estrellas literalmente hablando? Jesús dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lc. 10:18). Ciertamente esta caída de Satanás con la rapidez de un rayo todavía está en el futuro, Jesús pudo verlo porque para él no hay pasado y futuro, sino todo es presente.
Prueba de que Satanás todavía tiene acceso a Dios, es que sigue acusándonos día y noche: “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Ap. 12:9, 10).
La Biblia nos ofrece un panorama triste, pero claro de los llamados ángeles caídos que son los mismos demonios. Es fácil deducir que si los cristianos amamos al Señor y él es el comandante máximo de todos sus ángeles, nos asigne una protección. Por otra parte, Lucifer, quien será definitivamente derrotado, tiene al tercio de los ángeles bajo su mando, de modo que ellos también deben hacer su trabajo de “protección” y naturalmente de tortura.
Mientras los hijos de Dios tienen asegurada la victoria y el cielo como morada eterna, los hijos de Satanás junto con sus ángeles tienen asegurada la derrota total y vergonzosa, y su morada en el tormento del infierno.
Pero... ¿Depende Dios de los ángeles para protegernos? No creo que Dios necesite de los ángeles, pero sí quiere compartir con ellos la labor del rescate de los hombres, la protección de sus hijos y el plan de la salvación tan amplio que preparó. Yo estaría muy satisfecho de conocer luego en la eternidad al ángel que tuvo bastante problema para protegerme de tantas tonterías que habría hecho en la vida.
¿Cuántos ángeles pueden acudir en defensa de un cristiano? Ya hemos visto que uno solo tiene la capacidad para destruir a un ejército, dejando tendidos a 185.000 cadáveres. Seguramente no se necesitarán muchos para acabar con todos los impíos, porque ellos tienen poder y mucha fuerza. ¿Recuerda esas legiones mencionadas por Jesús? En Mateo 26:53 dice: “¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?” Pero... ¿Cuánto es una legión? Una legión romana en los tiempos imperiales eran 6.000 infantes y 120 soldados a caballo, además de las secciones técnicas y tropas especiales. «Legión», dicho en lenguaje bíblico indica «muchos».
Ahora supongamos que el Señor recibiera sólo doce legiones, que serían en total 72.000 ángeles. Supongamos también que cada uno de ellos tuviera la capacidad para dejar muertos en un instante a 185.000 soldados, como ocurrió en el Antiguo Testamento, cuando el ángel le dio muerte a 185.000 asirios. Tomando esto en cuenta, ¿cuál sería el poder destructor de la fuerza que pudo haber venido para socorrer a Jesús si lo hubiera requerido? Sólo multiplique 72.000 por 185.000 y tendrá 13.320 millones, una cifra tan elevada que uno se espanta. No digo que habrían venido tantos ángeles, solamente que si uno destruyó a tantos asirios ¿por qué no podrían las legiones de las que habló Jesús destruir cada una de ellas igual cantidad? Suponga que cuando prendieron a Jesús había allí una multitud de hasta mil personas, aunque seguramente era menos debido a la hora de la noche, pero de todas formas vamos a exagerar y decir que había mil personas. ¿Qué habría pasado si tan sólo Dios hubiera enviado a una sola legión de ángeles? Cuando Dios habla de su poder creador y de su fuerza destructiva es como para que todos temblemos.
Satanás puede impresionar con su fuerza, puede enseñarles a los hombres algunos trucos como la levitación, algo de adivinación, encantamientos y cosas de ese tipo. Pero... ¿Qué es esto al lado del poderío ilimitado de Dios? Un detalle importante es que aunque los ángeles caídos, que son en realidad los demonios, disfrutan hasta el presente de ciertos privilegios como del derecho de llegar hasta cierto lugar del cielo, el poder de ellos evidentemente está limitado. No existe un solo caso donde Satanás o sus ángeles hayan tenido algún poder de envergadura. Tenemos lo acaecido a Job, pero eso no es nada al lado de lo que un solo ángel de Dios pudo hacer. ¿No le anima saber que el Creador ha dispuesto tantos recursos solamente para nuestro bien, protección y seguridad? Ciertamente Él no necesita de la ayuda de los ángeles, pero si los usa no se vale de seres débiles e improvisados, sino que tiene un regimiento de ángeles que son incontables y su poder es extraordinario.
Los ángeles tendrán mucho qué hacer en la etapa final. No podemos enumerar todo cuanto harán en el rescate de quienes serán salvos, pero sí podemos citar algunas de las actividades que tendrán a su cargo, ya que hay cosas muy claras en la Biblia. Por ejemplo, primero habrá tres mensajeros de entre ellos para entregar tres diferentes mensajes a los habitantes del mundo durante la gran tribulación. El primero predicará el evangelio: “Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Ap. 14:6, 7). Es fácil comprender lo que hará este ángel:
• Volará por el espacio y proclamará el evangelio sin usar, ni la radio ni la televisión ni ningún otro medio que nosotros usamos para hacerlo hoy en día. Él es más poderoso que nosotros y se valdrá de su capacidad para proclamar el evangelio.
• Su mensaje será el mismo evangelio de gracia que predicamos hoy los bíblicos fundamentales.
• Su audiencia será “toda nación, tribu, lengua y pueblo”. Allí no se dirá sólo lo que la constitución permita, porque no habrá necesidad de separar la religión del estado.
• Su énfasis será:“Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado”. Y la razón es porque los científicos, sabios, meteorólogos y quién sabe cuántos psíquicos estarán dando explicaciones naturales, tal vez científicas para explicar los fenómenos de las plagas y azotes que sufrirá la tierra.
El ángel tendrá la misión de decirle a la gente que no crea en esos charlatanes que les hablan desde el televisor. Este ángel será claro en su mensaje. Le dirá a su audiencia en toda la redondez de la tierra que lo que está pasando en todo el mundo, los llamados fenómenos naturales, al igual que las pestes, guerras, odio, hambre, anarquía y la misma dictadura y dureza del Anticristo, no es otra cosa que la proximidad del juicio final, del capítulo que se cierra para la raza humana.
Pero... “Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación” (Ap. 14:8). Este ángel no tendrá la misión de predicar el evangelio eterno a todo el mundo, sino que su comisión será la proclamación de una gran victoria. No debemos olvidar que esta Babilonia es la mezcla confusa de todas las religiones del mundo encabezada muy probablemente por aquella cuyo asiento está en una ciudad que ya para entonces existía y que descansa sobre siete montes. La única ciudad que llena todos estos requisitos es en realidad la ciudad de Roma, el Vaticano.
Seguramente después del arrebatamiento de la iglesia, el movimiento ecuménico con Roma al frente, logrará la tan soñada “unidad religiosa mundial”. El ángel proclamará una seria advertencia: la caída del gran monstruo del ecumenismo, de Babilonia, esa misma que derramó tanta sangre en el pasado y que entonces volverá a hacer lo mismo, pero con la ayuda de sus hijas, de los muchos grupos de “cristianos” no católicos, los que para entonces se asociarán a fin de lograr la causa común de unir las fuerzas religiosas.
Esta poderosa fuerza babilónica mundial (Babilonia significa «confusión»), tendrá a un fuerte enemigo, serán los millones de hombres y mujeres en todo el mundo que se convertirán y llegarán a ser mártires. La gran mayoría de ellos morirán por su fe, por lo cual el anuncio de la caída de Babilonia será un acontecimiento en el que hasta los ángeles participarán para dar la noticia. Esta confusión religiosa encabezada por un centro ya reconocible hoy, acabará estrepitosamente.
Todos aquellos que vivan entonces en este mundo, comprenderán perfectamente el lenguaje de este ángel. Sabrán quién ha caído y quién ha sido derrotada. Este es el mensaje del segundo ángel. El primero proclama el evangelio y el segundo da la noticia en forma apresurada de la caída del gran enemigo: la monstruosidad religiosa.
Pero hay un tercer ángel, y dice en Apocalipsis 14:9-11: “Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre”.
Este tercer ángel les hace una seria advertencia a aquellos que todavía pueden ser salvos. Les dice que si ellos para poder sobrevivir reciben el número, el nombre o la marca del Anticristo, harán un pacto con Satanás y su paradero eterno será definitivamente el tormento en el infierno, en el lago de fuego.
Nadie podrá quejarse luego diciendo que no sabía que la cuestión marca era algo tan serio y tan definitivo. La advertencia la tenemos en la Biblia. En cuanto a la generación que esté aquí cuando se imponga la marca, el ángel de Dios se encargará de hacerles ver cuán serio es esto de recibir la marca.
El movimiento de ángeles en el espacio y en relación a los habitantes de la tierra será único. En Apocalipsis se menciona muchas veces a los ángeles, pero nosotros no podemos verlos uno por uno, porque son muchos. Solamente se verán a algunos que participarán en este asunto del rescate final muy de cerca cuando el Señor esté regresando. Primero el Señor volverá con sus ángeles, tal como dice Mateo 16:27: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
En algún momento, cuando llegue la hora del juicio, el Señor vendrá acompañado de sus santos ángeles. ¿Cuántos serán? La Biblia no dice, pero este planeta será invadido por estos seres celestiales, mensajeros de Dios que hoy no vemos, porque Dios nos da a nosotros la oportunidad de ser por ahora sus mensajeros.
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mt. 24:31). No cabe duda alguna de que la tarea de los ángeles que vendrán con el Señor, será recoger a sus escogidos, es decir, a todos los judíos que hayan sobrevivido al período de la gran tribulación, para llevarlos a Israel, a la misma ciudad de Jerusalén. Esta tarea angelical está registrada en muchas profecías, especialmente en los Salmos e Isaías, asimismo la mencionan varios profetas menores. Será una labor única, maravillosa.
Luego tenemos al ángel del Señor que neutralizará a Satanás. La Biblia nos dice que una de las primeras cosas que hará Jesús al descender a la tierra, será encadenar a Satanás y echarlo en el abismo. Asimismo destruirá al Anticristo y a su compañero de fórmula, el falso profeta, como dice: “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (Ap. 20:1-3).
Al contemplar lo que Satanás ha hecho con todo el mundo y cómo ha pervertido a la humanidad, uno tiene la impresión de que posee un poder casi ilimitado. Sin embargo, aquí vemos que el ángel designado para encadenarlo y arrojarlo al abismo, lo hará en un instante. Todo el abismo y sus habitantes se sorprenderán al verlo tan derrotado. En Isaías 14, dice refiriéndose a Satanás: “Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades… pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos…” (Is. 14:15-19).
El maestro y diseñador de todas las guerras; el fabricante de toda seducción, ocultismo, estafa, mentira y maldad; el capitán de los bebés abortados, de la industria del feticidio; el jefe de todas las enseñanzas erróneas y heréticas: mormonismo, ruselismo, budismo, hinduismo y tantas cosas; el padre de los mentirosos, ladrones, engañadores, asaltantes, blasfemos, hipócritas y todos cuantos se oponen a Dios, finalmente caerá de su alto pedestal y todo su reino se desplomará con él.
Siga sirviendo a Satanás, pero prepárese para una vergonzosa derrota y la eternidad en el lago de fuego. ¡Qué triste! «Mal paga el diablo a quien bien le sirve».
Hay una extraña guerra en el cielo entre ángeles y ángeles caídos. Nosotros ya vimos en el capítulo 20 de Apocalipsis el caso de ese ángel que ata a Satanás y lo arroja al abismo donde permanece por mil años. Lo que no hemos visto es cómo un adversario semejante se ha debilitado tanto. Vamos a otra cita bíblica y veremos cuándo es la última vez que Satanás y sus ángeles tienen acceso ante Dios en el mismo cielo: “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche... Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Ap. 12:7-12).
Aquí notamos una batalla completamente diferente de todas cuantas hubo en el mundo. Se trata de un combate entre los ángeles en el cielo. Por una parte, los ángeles de Dios comandados por el poderoso Miguel, y por la otra, los ángeles de Satanás comandados por su capitán Lucero, el querubín protector.
¿Cuál será el resultado? Tanto Satanás como todos sus ángeles serán definitivamente echados del cielo. Nunca más después de esta batalla podrán ellos ascender a la presencia de Dios y menos aún acusar a los cristianos. Será después de este combate final que seguramente el mismo Miguel tendrá la tarea de prender a Satanás, encadenarlo y echarlo en el abismo.
Ahora bien, el hecho de que hayamos dedicado estos artículos para conocer mejor a los ángeles, no debe de ninguna manera estimularnos a confundirlos con Dios. Ellos son seres creados, igual como nosotros, pero tienen otra estructura y viven en otra dimensión. He aquí algunas cosas para recordar:
- Nunca debemos adorar a los ángeles.
- Nunca debemos orar a los ángeles.
- Nunca debemos buscar a los ángeles.
- Si hay ángeles que nos protegen, Dios sabe en dónde están y cómo desempeñan su labor protectora. Nadie puede asegurar esto en un cien por ciento.
- Los ángeles no son lo que las películas y las novelas describen. Sólo sabemos de su apariencia por lo que la Biblia nos dice.
- Los ángeles no se reproducen como nosotros, pues no hay entre ellos varones y mujeres, todos parecen ser varones, del sexo masculino.
- Nosotros seremos semejantes a ellos cuando tengamos nuestros cuerpos glorificados, porque cuando resucitemos de entre los muertos, dijo Jesús: “…ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos” (Mc. 12:25).
Dios nos dará un cuerpo definitivo tal como le dio a cada ángel su propio cuerpo, ya que ellos vinieron a existir por creación individual y no por nacimiento. A nosotros también individualmente, Dios nos asignará el cuerpo que nos corresponda por la eternidad.
Creo que en el reino eterno del Señor podremos convivir muy bien con los ángeles aunque ellos nunca formarán parte del peculiar pueblo de Dios que es su Iglesia.
Antes de concluir permítame volver a citar los dos pasajes de la Biblia que hablan claramente sobre el origen de Satanás. Dice en Isaías 14:12-19: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel? Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con honra cada uno en su morada; pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado”.
Este es un pasaje interesante, porque permite conocer, no solamente el origen de Satanás, sino también su fin. En Ezequiel 28:12-17, dice: “Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: …Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti”.
Este otro pasaje nos permite ver tantas y tantas cosas. Primero se dice que estaba en el Edén, evidentemente antes de la creación del hombre y probablemente posteriormente también. Luego cuando habla de sus adornos, menciona: “zafiro, carbunclo, esmeralda y oro”. Hace mención a los primores de sus tamboriles, lo cual implica que hubo también una orquesta, una sinfónica que le dio la bienvenida en su creación. Es el único ser creado que fue recibido con música. También se le llama querubín grande y protector, que estaba “en el santo monte de Dios”. Asimismo se dice que era perfecto hasta que se halló maldad en él, es decir, que este individuo tenía la capacidad de originar el mal.
¡Qué bueno es estudiar la cuestión de los ángeles, pero qué pena que también haya ángeles caídos!