El profeta Abel
- Publicado en Temas Bíblicos
En este breve artículo plantearemos una pregunta enigmática: «¿Puede un hombre que nunca habló mientras estaba vivo, hablarnos ahora que está muerto?»
En este breve artículo plantearemos una pregunta enigmática: «¿Puede un hombre que nunca habló mientras estaba vivo, hablarnos ahora que está muerto?»
En el año 1887, el Rev. W.D. Mahan, publicó un libro titulado The Archko Volume (El volumen de Archko). Su investigación amplia y a nivel mundial, sobre documentos del primer siglo, lo llevó al Vaticano, en Roma, así como a Constantinopla, Turkía.
Según Moisés, Enoc fue uno de los patriarcas originales. Vivió en el tiempo antes del diluvio y era hijo de Jared. Su hijo Matusalén vivió más que ningún otro hombre en la tierra, 969 años.
Con sus miles de dioses en el primer siglo de la era cristiana, el estado romano era la forma más refinada que tenía Satanás para controlar al pueblo de Dios y su creación. La religión era puro misticismo. El monoteísmo era la madre y hermana gemela de la desesperación, lo cual era evidente por el pueblo judío pisoteado y dividido.
No podemos negar que existe en nuestro planeta una contaminación, o como se dice también, polución triple. Por un lado, la contaminación ambiental, por el otro, la contaminación moral y finalmente la contaminación teológica.
La estructura matemática de nuestra Biblia prueba más allá de cualquier duda que fue escrita por un matemático experto.
Muchos eruditos creen que las siete iglesias a que se refiere el Apóstol Juan en el libro de Apocalipsis, representan siete etapas de la historia eclesiástica, tomándolas en el orden que se mencionan y los sucesivos períodos de historia de la iglesia en sucesión cronológica.
Si alguien no está familiarizado con las creencias básicas del islam, es muy poco lo que puede entender con respecto a la forma de pensar de los árabes o de los iraníes. Por lo tanto es un prerrequisito tener aunque sea un conocimiento somero de sus doctrinas básicas para poder comprender lo que ocurre actualmente en el Medio Oriente.
Dios nunca se adapta ni a sí mismo, ni mucho menos acomoda su Palabra a las incoherencias o caprichos del hombre.