Johnny Hunt
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Su vida fue cambiada por un carro feo, una joven hermosa y el señor Pridgen
Para la edad de 13 años, Johhny Hunt ya era un bebedor de alcohol empedernido. Su madre desempeñaba dos trabajos para proveer para su familia, y Johnny se aprovechaba de la falta de supervisión de un adulto, para meterse en toda clase de problemas. Cuando tenía 14 años, se encontró una tarjeta de identidad falsificada y así podía entrar en el salón de billar local, en donde comenzó a jugar por ocho horas cada día. Johnny abandonó la escuela a los 16 años y fue contratado como administrador del billar.
Su primer automóvil estaba tan viejo y destartalado, y era tan feo, que sentía vergüenza que lo vieran en él. Por lo tanto en lugar de manejarlo, tenía un amigo que lo llevaba del trabajo a su casa cada día. En una ocasión en que su amigo estaba deprisa, lo dejó a varias cuadras de distancia de su barrio, donde vio a una hermosa joven haciendo girar una batuta afuera de su casa. Después de eso, Johnny le pidió a su amigo que lo dejara allí cada día, esperando poder echarle una mirada conforme caminaba para su casa. Su estrategia tuvo resultado, ¡se conocieron y finalmente se casaron al cabo de un año!
Su esposa Jan, pronto comenzó a hablar acerca de la necesidad de asistir a una iglesia. Johnny estaba tratando de ser un buen esposo, pero el ir a la iglesia no estaba entre sus planes. Entonces un hombre llamado el señor Pridgen comenzó a ir al almacén de ferretería en donde Johnny trabajaba algunas horas. Cuando el señor Pridgen pagaba por su compra cada semana, le contaba a Johnny cómo Jesús había cambiado su vida y lo invitaba a la iglesia. Semana tras semana, Johnny fue acosado tanto por Jan como por el señor Pridgen, terminando finalmente por ceder.
Ellos comenzaron a ir a la iglesia del señor Pridgen, y después de unas pocas semanas Johnny se sorprendió al sentir que el Señor estaba obrando en su corazón. Y cuenta: “Las cosas comenzaron a cambiar. Asistía a la iglesia y todo parecía bien mientras estaban predicando y cantando. Pero cuando el pastor decía: ‘Vamos a ponernos de pie y a entonar el himno de invitación’, comenzaba a llorar. Mientras otros inclinaban sus cabezas en oración, yo sacaba un pañuelo y comenzaba a secar mis lágrimas”.
Durante el servicio de la mañana el 7 de enero de 1973, Jan se dio cuenta de sus lágrimas. Ella le preguntó, pero él no tenía palabras para describir lo que le estaba ocurriendo.
Esa tarde, Johnny le preguntó a Jan si estaba interesada en asistir al servicio vespertino, y añadió: “Jan sabes que he tratado de limpiar mi camino, pero he fallado. Bueno, si Jesucristo puede cambiar mi vida, ¡le doy la bienvenida para que lo haga!”. Esa noche, cuando se hizo la invitación, Johnny avanzó al frente recibió a Jesús como su Señor y Salvador y depositó su confianza en Él.
A partir de ese momento, Johnny Hunt fue un joven cambiado. Se fue a visitar a todos los antiguos lugares a donde se reunía, compartiendo con sus viejos amigos lo que Jesús había hecho por él. Cuando un escéptico le preguntó: “¿Qué vas a hacer ahora que eres salvo y vas al cielo?”. Su respuesta brotó fácilmente, le dijo: “Tomar conmigo a tantas personas como pueda”.
Para lograr esta meta, Johnny decidió convertirse en pastor. Terminó la escuela secundaria, atendió a la universidad y luego al seminario, y fue ordenado pastor bautista. Después de años en el ministerio, todavía tiene el mismo mensaje: “Jesús me sacó del billar, me llevó hasta el púlpito y cambió mi vida. ¡Él puede cambiar su vida también!”.
Y a menudo ora: “Gracias Señor por rescatar a este hijo desobediente. Gracias por ese carro tan feo, por esa joven tan linda, y por el señor Pridgen”.
Reflexión
¿Han habido circunstancias en su vida que Dios ha usado para acercarle a Él? Tal vez usted no reconoció en ese momento que era el Señor trabajando en su vida. ¡Dele gracias por el lugar de donde le trajo, y por ese a dónde le llevará!
“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días” (Salmos 23:6).