Una cadena divina de eventos
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Todo comenzó el 25 de enero del año 42 de nuestra era, cuando Tiberio Claudio se convirtió en el cuarto emperador romano, el día después del asesinato de su sobrino el emperador Cayo, más conocido por su apodo de Calígula. El ascenso de Claudio al trono fue más bien poco convencional. Agripa Primero, el nieto del rey Herodes el Grande y rey del noreste de Palestina, se encontraba en Roma cuando Calígula fue asesinado, e influyó mucho en la elección de Claudio como sucesor al trono.
Calígula se consideraba a sí mismo una deidad, y había atropellado a los israelitas al ordenar que se colocara una estatua suya en el templo de Jerusalén. Por su parte, Claudio se acercó de manera diferente a los judíos, tratando de no ofenderlos, a no dudar como una forma de agradecimiento para con el rey Agripa, por haberle ayudado a asegurar el trono. Al principio de su reinado, Claudio emitió edictos favorables para los judíos, garantizándoles libertad para observar sus leyes a través del imperio. La única excepción a la política era en Roma, en donde eran tan numerosos que llegaron a ser considerados una amenaza, tanto que no se les permitía congregarse.
Sin embargo, más tarde en su reinado, expulsó a todos los judíos de Roma. El historiador romano Suetonio registró, que Claudio los echó “por sus constantes alborotos ante la instigación de Chrestus” - una forma común para deletrear incorrectamente el nombre de Cristo. Pero si esta referencia era a Cristo, los alborotos eran acerca de Él, pero no instigados por Él.
Dos de estas expulsiones, fue la de una pareja judía - de Aquila y Priscila, quienes probablemente se habían convertido en cristianos mientras estuvieron en Roma. Ellos huyeron a Corinto, en donde establecieron un negocio como fabricantes de tiendas. Poco después de arribar, llegó el apóstol Pablo quien pronto los conoció, y como compartían la misma profesión, vivió y trabajó en su compañía. Y sobre esto dice la Escritura: “Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas” (Hechos 18:1-3). Pablo pasó casi dos años con Aquila y Priscila, enseñándolos y haciendo de ellos, unos de los más instruidos de sus discípulos.
Leemos en la Biblia, que cuando Pablo salió de Corinto, Aquila y Priscila lo acompañaron hasta Éfeso. “Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila... Y llegó a Éfeso...” (Hechos 18:18a y 19a). Allí, los esposos reanudaron su negocio de fabricar tiendas y al mismo tiempo se convirtieron en líderes de la iglesia de Éfeso, esto podemos comprobarlo en la despedida de Pablo en su primera epístola a los Corintios: “Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor” (1 Corintios 16:19).
Sigue diciendo la Escritura, que “Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios” (Hechos 18:24-26).
Como resultado de la enseñanza de ellos, Apolos se convirtió en un predicador poderoso del Evangelio. Viajó de Éfeso a Corinto, en donde fue de gran beneficio para los creyentes. “Porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo” (Hechos 18:28).
Pero no olvide, que todo esto comenzó cuando Claudio expulsó a los judíos de Roma.
Reflexión
La persecución de Claudio contra judíos y cristianos en Roma, inició una cadena de eventos que prepararon a Apolos, un judío de Alejandría, para que se convirtiera en uno de los predicadores más grandes de la iglesia del Nuevo Testamento. ¿Ha visto en su propia experiencia, que Dios haya traído resultados positivos de una persecución? Incluso, aunque no tengamos el privilegio de ver frutos inmediatos, “... sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien...” (Romanos 8:28a).
“Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hechos 8:4).