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El sacro Imperio Romano

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

         El papa Juan Doce fue uno de los peores de un largo linaje de vicarios italianos reprobados, mientras que el rey Otto Primero fue uno de los mejores de una prometedora sucesión de fuertes soberanos alemanes.  Cuando sus caminos se cruzaron, el papa Juan Doce coronó a Otto como emperador romano del occidente, el 2 de febrero de 962, y efectivamente firmó su propia garantía de muerte política y el certificado de renacimiento del Sacro Imperio Romano con una grandiosa y ceremoniosa firma.

         El Sacro Imperio Romano nació por primera vez en un día de Navidad del año 800 de la era cristiana.  En esa fecha, mientras Carlomagno, el rey conquistador de Europa occidental estaba adorando tranquilamente en la catedral de San Pedro en Roma, el papa León Tercero, descendió del altar y lo coronó sucesor de los césares de Roma.

         Pero los herederos de Carlomagno no pudieron mantener el imperio que él había construido.  Una vez más surgieron reinos separados sin gobierno central que lo mantuviera unido.  Escandinavos invasores dividieron los reinos aun más.  Ladrones y saqueadores vagaban en el territorio, y emergió el feudalismo como un sistema de alianza leal local y protección, en una era de creciente brutalidad.

         Cerca de fin del siglo noveno, y a lo largo de la primera mitad del décimo, el papado cayó en subordinación política y decadencia moral.  Poderosos líderes seculares en Italia adquirieron control de Roma y el papado, contaminando las oficinas más importantes de la iglesia con avaricia, violencia e intriga.  Papas inmorales era nombrados y depuestos caprichosamente, las vidas de muchos de ellos acabaron en asesinato o en prisión.  Durante este infame período Juan Doce se convirtió en papa en el año 955.  Su reinado incluía orgías y borracheras en el Palacio Laterano.

         Mientras tanto en Alemania, el joven Otto Primero estaba creciendo en poder y prestigio. Forjando el cristianismo como una espada unificadora.  El rey integró sabia y cuidadosas alianzas con otras tribus alemanas.  Nombró obispos, al mismo tiempo que le otorgó poder a autoridades civiles, y le entregó generosos territorios a la iglesia alemana haciendo de ella una institución independiente de Roma.

         A toda costa buscaba llevar a los Wends, un tribu eslava del occidente, a los pies de la cruz.  Dinamarca, Polonia, y Bohemia, se inclinaron ante él como su soberano feudal.  Luego con un ojo sobre la corona del Sacro Imperio Romano, guió a su ejército a Italia para rescatar a la viuda Adelaida, la ex-reina de Italia a quien el rey Berenguer Segundo, su finado esposo y sucesor al trono, había puesto en prisión.  Otto contrajo matrimonio con ella, redujo a Berenguer a un feudo de la corona alemana, y regreso a Alemania.

         Varios años después avanzó contra Berenguer una vez más cuando el papa Juan Doce, le pidió ayuda en contra del rey.  En esta ocasión Otto cabalgó en dirección a Italia a la cabeza de un ejército masivo, marchó pacíficamente a Roma, y allí el 2 de febrero de 962, fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano por Juan Doce.  En Roma, Otto fue testigo de primera mano de la degradación moral del papado y se sintió grandemente alarmado por lo que vio.

         El año siguiente regresó a Roma y convocó a Juan Doce para que compareciera ante una corte eclesiástica.  Los cardenales acusaron al papa de adulterio, incesto, soborno para obispado, y por convertir el palacio papal en un burdel.  Rehusando comparecer ante la corte, Juan a cambio se fue de cacería.  Los cardenales lo removieron de su oficio y lo remplazaron con alguien elegido por Otto para el trabajo, un hombre capaz pero un laico sin crédito eclesiástico.  El nuevo papa León Octavo y muchos otros sucesores ya no tendrían que responder al Sacro Emperador Romano.

         Fue así como comenzó una reforma del papado que perduró por cerca de tres siglos desde Otto el Grande el “Carlomagno de Alemania”, el Sacro Imperio Romano existiría continuamente hasta que Napoleón lo remplazó con la Confederación del Rin en 1806.

Reflexión

         Cuando usted oye hablar de la corrupción y abuso de poder de la iglesia en la edad media, ¿en dónde ve usted a Dios en medio de todo esto? ¿Considera que hay una buena razón para que el estado en algún momento controle la iglesia?  El profeta Daniel describe cómo el reino del cielo remplazará los reinos imperfectos de este mundo.

         “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre” (Daniel 2:44).

Modificado por última vez enMiércoles, 09 Junio 2010 22:12
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