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Médico de almas

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

David Martyn Lloyd-Jones nació en Wales en 1899 y a los 22 años recibió el título de doctor en medicina de los más reconocidos médicos en Inglaterra.  Sin embargo, él creía que había una enfermedad del alma que era mucho más profunda que cualquier dolencia física.  Poco después de graduarse, llegó a convencerse que la raíz real de los padecimientos de sus pacientes iba más allá de lo físico o sicológico.  Concluyó que vivir separado del Creador era estar muerto y que lo que la humanidad necesitaba más era la vida de Dios.

Cuando entendió que por medio de la muerte sobre la cruz las personas podían tener vida eterna, experimentó el nuevo nacimiento.  Esta experiencia cambió su vida - y su dirección, de médico a pastor.  Su educación teológica la recibió de parte de grandes teólogos como John Owens y Jonathan Edwards.  Lloyd-Jones escribió: “Yo devoraba estos volúmenes, los leía una y otra vez.  Ciertamente es verdad que me ayudaron más que cualquier otra cosa”.  En 1927 fue ordenado en el Tabernáculo George Whitefield de Londres, como un calvinista-metodista.

          Después de once años como evangelista y predicador en el sur de Wales, fue invitado por el anciano G. Campbell Morgan, para convertirse en co-pastor en la Capilla Westminister de Londres en 1938.

          Pasó los siguientes treinta años predicando en esa iglesia, durante los difíciles años de la guerra, convirtiéndose en el pastor único cuando Morgan se retiró en 1943.  Bajo su liderazgo la Capilla de Westminster llegó  a ser reconocida como el púlpito evangélico líder en Inglaterra.  La exposición cuidadosa de la Biblia y la teología reformada sin compromiso, caracterizó su ministerio allí.  Al mismo tiempo, fue conocido por su piedad genuina, por su próspera vida familiar, sentido del humor, habilidad como consejero y su profundo deseo de renovación en la iglesia evangélica.  Miles encontraron a Cristo y crecieron en la fe, gracias a su predicación.

          En 1968, la enfermedad lo obligó a ponerle fin a su ministerio en la Capilla Westminster.  Pero Lloyd-Jones más tarde se convenció de que Dios lo había removido de su ministerio de predicación para que pudiera escribir.  Comenzó

editando las transcripciones de sus sermones para publicarlos y escribió muchos libros, algunos de los cuales todavía se encuentran en la imprenta.

          Fue un estudiante de historia de la iglesia, y entre los pensamientos que atesoraba estaba una declaración de John Wesley, quien dijo de los primeros metodistas: “Nuestra gente muere bien”.  Lloyd-Jones conocía el poder detrás de estas palabras.  La muerte física verdaderamente perdía su aguijón para esos que tenían confianza en la vida en la eternidad.

          Su propio turno para morir llegó en los últimos días del invierno de 1981.  El jueves en la tarde del 26 de febrero de 1981, con mano temblorosa escribió una nota para su amada esposa e hijos, en la que les dijo: “No oren para que sane.  No me retengan de la gloria”.  Su petición fue honrada.  El siguiente domingo, el doctor David Martyn Lloyd-Jones entro en la gloria para conocer cara a cara, al Dios que había amado profundamente.

Reflexión

          Dios trajo un cambio en la dirección de la vida de David Martyn Lloyd-Jones, de médico a pastor. ¿Alguna vez ha abierto el Señor una nueva puerta de oportunidad en su vida, que no esperaba?  Si no lo ha hecho todavía, ¡no descarte esta posibilidad de que tal vez lo haga!

          “Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; endereza delante de mí tu camino” (Salmos 5:8).

Modificado por última vez enMartes, 03 Agosto 2010 03:28
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