La espada del Rey de Babilonia
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Como parte del juicio de Dios sobre su pueblo, el rey Nabucodonosor había llevado a exilados judíos a Babilonia en dos deportaciones separadas, en los años 605 y 597 antes de Cristo. En agosto de 586 Nabucodonosor destruyó a Jerusalén. Los exilados se enteraron de esto en enero de 585. Reconociendo que el Creador realmente existe y que Jerusalén había sido destruida tal como Él había anticipado, los exilados a no dudar se preguntaban si también juzgaría las naciones paganas tal como había prometido. Los egipcios en particular estaban a no dudar regodeándose acerca de la destrucción de Jerusalén y lo que ellos percibían como su propia autosuficiencia y poder.
Luego el 3 de marzo de 585 antes de Cristo, el Señor envió un mensaje para el Faraón, rey de Egipto, a Ezequiel el profeta en Babilonia. El mensaje de Dios que le aseguraba a los exilados que juzgaría a Egipto, llegó en la forma de un canto fúnebre que sería entonado por todas las naciones ante su muerte.
Dios le dijo a Faraón: “Hijo de hombre, levanta endechas sobre Faraón rey de Egipto, y dile: A leoncillo de naciones eres semejante, y eres como el dragón en los mares; pues secabas tus ríos, y enturbiabas las aguas con tus pies, y hollabas sus riberas. Así ha dicho Jehová el Señor: Yo extenderé sobre ti mi red con reunión de muchos pueblos, y te harán subir con mi red. Y te dejaré en tierra, te echaré sobre la faz del campo, y haré posar sobre ti todas las aves del cielo, y saciaré de ti a las fieras de toda la tierra. Pondré tus carnes sobre los montes, y llenaré los valles de tus cadáveres. Y regaré de tu sangre la tierra donde nadas, hasta los montes; y los arroyos se llenarán de ti. Y cuando te haya extinguido, cubriré los cielos, y haré entenebrecer sus estrellas; el sol cubriré con nublado, y la luna no hará resplandecer su luz. Haré entenebrecer todos los astros brillantes del cielo por ti, y pondré tinieblas sobre tu tierra, dice Jehová el Señor. Y entristeceré el corazón de muchos pueblos, cuando lleve al cautiverio a los tuyos entre las naciones, por las tierras que no conociste. Y dejaré atónitos por ti a muchos pueblos, y sus reyes tendrán horror grande a causa de ti, cuando haga resplandecer mi espada delante de sus rostros; y todos se sobresaltarán en sus ánimos a cada momento en el día de tu caída. Porque así ha dicho Jehová el Señor: La espada del rey de Babilonia vendrá sobre ti. Con espadas de fuertes haré caer tu pueblo; todos ellos serán los poderosos de las naciones; y destruirán la soberbia de Egipto, y toda su multitud será deshecha. Todas sus bestias destruiré de sobre las muchas aguas; ni más las enturbiará pie de hombre, ni pezuña de bestia las enturbiará. Entonces haré asentarse sus aguas, y haré correr sus ríos como aceite, dice Jehová el Señor. Cuando asuele la tierra de Egipto, y la tierra quede despojada de todo cuanto en ella hay, cuando mate a todos los que en ella moran, sabrán que yo soy Jehová. Esta es la endecha, y la cantarán; las hijas de las naciones la cantarán; endecharán sobre Egipto y sobre toda su multitud, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 32:2-16).
El juicio de Dios cayó sobre Egipto cuando Nabucodonosor lo invadió aproximadamente en el año 568 antes de Cristo. Así como los babilonios derrotaron a Judá, de la misma forma conquistaron a Egipto veinte años después. El Señor está en todos los tratos con las naciones.
Reflexión
Los judíos exilados en Babilonia necesitaban estar seguros que Dios trataría a Egipto con justicia, exactamente como había hecho con Israel. ¿Alguna vez se ha preguntado si está tratando con justicia a algunas naciones del mundo presente? El Creador puede ser paciente con el mal por un tiempo, pero ejercerá su justicia en el fin.
“Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud” (Salmos 98:9).