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Ellla escribió de su propia experiencia

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

Nacida el 17 de marzo de 1789, Charlotte Elliot creció en un hogar culto y espiritual en Inglaterra.  Su abuelo fue el famoso predicador Henry Venn, y su padre y hermano también eran ministros.

Cuando Charlotte estaba por los treinta años, experimentó una seria enfermedad que la dejó con una salud muy pobre y con un dolor significativo por el resto de su vida.  Los sentimientos de debilidad e impotencia derivados de su problema físico, resultaron en una lucha de toda su vida con la depresión.

         Un día en 1822, cuando Charlotte estaba especialmente deprimida e irritable, el doctor Caesar Malan, un ministro suizo, músico y un viejo amigo de la familia, la cuestionó respecto a su fe.  Le preguntó si había experimentado o no, la paz de Dios en medio de sus dificultades.  Ella se molestó y se sintió ofendida, pero sus palabras  la importunaban en su corazón.  Más tarde cuando se estaba sintiendo mejor, buscó al doctor Malan y le pidió ayuda, confesando su sentimiento de estar separada de Dios.  Le dijo: “Deseo ser salva.  Deseo acercarme a Jesús, pero no sé cómo”.  Él replicó simple y sinceramente: “Acércate a él, tal como eres”.  Sus palabras provenían del Señor y le hablaron a Charlotte poderosamente.

         Charlotte se llegó a Jesús en fe ese día, y la paz llenó su corazón por primera vez.  Continuó luchando con la depresión, conforme sus problemas físicos la atormentaban, pero ahora tenía a Jesús para que la ayudara a través de sus dificultades.
En un día particular de prueba no pudo ir a una función de la iglesia que realmente deseaba atender, debido a su intenso dolor y debilidad.  Estaba profundamente deprimida, sintiendo que no podía hacer nada para servir al Señor como una inválida confinada en su casa.  En su miseria alcanzó una pluma para escribir y un papel y derramó allí sus sentimientos.  Conforme escribía, las palabras del hermano Malan volvieron a su mente, y sintió que era liberada de un gran peso, y ésto fue lo que escribió:

Tal como soy de pecadora
Sin más confianza que tu amor
Ya que me llamas vengo a Ti,
Cordero de Dios heme aquí.

         Charlotte Elliot publicó el himno anónimamente en un pequeño periódico cristiano.  Sin que lo supiera, con el paso del tiempo el himno ganó popularidad y fue compartido en iglesias y revistas cristianas.  Una mujer adinerada se sintió tan conmovida por su letra, que lo hizo publicar en una hoja volante y lo distribuyó a través de toda Inglaterra.  Un día el médico de Charlotte le entregó la hoja, pensando que el poema podría serle de ayuda. ¡Imagine la sorpresa de ambos, cuando ella reconoció sus propias palabras!  Charlotte estaba asombrada al enterarse de cuántas personas habían sido tocadas por su himno.  Se dio cuenta que escribir no sólo era una fuente de consuelo para ella, sino que también podía llevarle consuelo a otros. ¡Había encontrado su ministerio!  Continuó escribiendo himnos a lo largo de los años, y aunque vivía con mucho dolor, sus himnos de manera consistente demostraban gentileza, paciencia y fortaleza espiritual.

         Años más tarde, cuando “Tal como soy” había llegado a ser conocido por toda Inglaterra, su hermano, quien era un pastor, le comentó que este solo himno, tal vez había dado más fruto espiritual que el de toda su vida en el ministerio.

         A lo largo de los años, este himno se ha convertido en uno de los favoritos que se canta en las iglesias, en el momento en que se invita a los pecadores para que se acerquen al altar a recibir a Cristo como su Señor y Salvador.

Reflexión

         El doctor Malan nunca imaginó que su simple respuesta a la pregunta de Charlotte sería repetida una y otra vez por incontables cristianos en todo el mundo.  Nosotros nunca sabremos cómo nuestras palabras pueden impactar a otros.  Ore para que Dios los use para este propósito.

         “Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2:4 y 5).

Modificado por última vez enMartes, 12 Octubre 2010 01:35
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