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No tomando a Dios seriamente

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

         La significativa batalla de finales de los años 600 antes de Cristo, fue librada en Carquemis, la moderna ciudad de Jerablus, en Siria, sobre el río Éufrates cerca de la frontera con Turquía.  Carquemis tuvo importancia militar porque allí se encontraba el principal vado del Éufrates.

         En el año 612 antes de Cristo, los babilonios habían destruido a Nínive, la capital del imperio asirio.  Tres años más tarde Egipto marchó hacia el norte contra los babilonios, en un esfuerzo por ayudar a los debilitados asirios.  El rey Josías de Judá, prefiriendo la presencia babilónica a esa de Egipto y Siria, trató de hacerle un alto a los egipcios en Meguido, pero fue asesinado.  Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz su hijo y lo ungieron y lo pusieron por rey.  De veintitrés años era Joacaz cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén, al cabo de los cuales Faraón Necao lo puso preso y nombró por rey a Eliaquim otro hijo de Josías y le cambió el nombre por el de Joacim y convirtió a Judá en vasallo de Egipto (2 Reyes 23:29-35).  El ejército egipcio continuó en dirección al norte hacia Carquemis, y la guarneció con su tropa y el remanente de las fuerzas sirias.

         El año 605 antes de Cristo, fue uno decisivo en la historia del Cercano Oriente. antiguo.  Nabucodonosor Segundo coronado príncipe, se convirtió en comandante en jefe de los ejércitos de Babilonia.  En la primavera del 605 marchó hacia Carquemis y derrotó a los egipcios y a los sirios en un combate cuerpo a cuerpo.  Como resultado, Babilonia tomó control de Siria e Israel.

         Desde su victoria en Carquemis, Nabucodonosor guió a sus ejércitos hacia Judá y sitió a Jerusalén.  Joacim renunció a Egipto y se convirtió en un vasallo de Babilonia.  Nabucodonosor se llevó un buen número de líderes judíos a Babilonia, incluyendo a Daniel.

         Joacim, un rey perverso ante los ojos de Dios, permaneció fiel a Babilonia por sólo tres años, por lo que Nabucodonosor, quien era el gobernante, una vez más envió a su ejército para forzarlo y obligarlo a que se sometiera a él.  Joacim entonces permaneció como siervo de Babilonia hasta su muerte en el año 597 antes de Cristo.

         Joacim fue sucedido por su hijo Joaquín: “De dieciocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres meses... E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho su padre” (2 Reyes 24:8a y 9).

         Tan despreciable fue este rey, que Dios le dijo por medio del profeta  Jeremías que estaba viviendo en Jerusalén: “Vivo yo, dice Jehová, que si Conías hijo de Joacim rey de Judá fuera anillo en mi mano derecha, aun de allí te arrancaría.  Te entregaré en mano de los que buscan tu vida, y en mano de aquellos cuya vista temes; sí, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de los caldeos.  Te haré llevar cautivo a ti y a tu madre que te dio a luz, a tierra ajena en que no nacisteis; y allá moriréis” (Jeremías 22:24-26).

         Esta profecía tuvo cumplimiento tres meses después en el reinado de Joacím el 16 de marzo del año 597 antes de Cristo, cuando Nabucodonosor, después de asediar la ciudad, aceptó la rendición de Joacim, la de su madre, de los consejeros, de los nobles y oficiales.
Nabucodonosor tomo a diez mil personas entre el pueblo y las llevó cautivas a Babilonia, incluyendo al rey.  Además, se llevó consigo, todos los tesoros del templo y del palacio real.

         Once años después, regresó por última vez, destruyendo la ciudad y el templo y llevándose a todos a Babilonia, excepto a los más pobres a quienes dejó para que labraran la tierra.  “En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia.  Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los príncipes quemó a fuego.  Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén. Y a los del pueblo que habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y a los que habían quedado de la gente común, los llevó cautivos Nabuzaradán, capitán de la guardia.  Mas de los pobres de la tierra dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para que labrasen las viñas y la tierra” (2 Reyes 25:8-12).

         Ochocientos años antes Dios había declarado: “Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán...  Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo; y allí servirás a dioses ajenos que no conociste tú ni tus padres, al leño y a la piedra” (Deuteronomio 28:15,64).

         Judá rehusó escuchar a Dios, y Él hizo exactamente lo que había prometido.

Reflexión

         Así como Dios hizo responsable a la nación de Israel por su desobediencia, de la misma forma hará con cada uno de nosotros sino le obedecemos. ¿Qué lecciones de los últimos días de Judá puede aplicar a su vida?

         “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.  Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Eclesiastés 12:13 y 14).

Modificado por última vez enViernes, 08 Octubre 2010 02:20
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