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Un sueño truncado

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

        Nacido en 1887, William Whiting Borden creció en una familia acaudalada de Chicago que era heredera de la fortuna de los famosos productos lácteos Borden.  Bill era un niño precioso, maduro para su edad.  Cuando tenía seis años, su madre hizo que él y varios de sus primos escribieran en un papel lo que deseaban ser cuando crecieran y entonces colocó sus respuestas en sobres sellados.

  Diez años después los sobres fueron abiertos y Bill leyó: “Deseo ser un hombre honesto cuando crezca, un hombre fiel, verdadero y amable”.

         Cuando Bill tenía siete años, su madre tuvo una experiencia de conversión que cambió dramáticamente su vida y le afecto profundamente a él.  Ella se convirtió en una cristiana gozosa y comprometida.  Después que la familia se transfirió a la Iglesia Moody Memorial en Chicago, Bill prosperó espiritualmente bajo el ministerio del pastor Reuben A. Torrey.  En un servicio, cuando Bill todavía era muy joven, el doctor Torrey pidió que todos los que desearan dedicar sus vidas al servicio cristiano su pusieran de pie para orar.  El niño, en un vestido azul de marinero, se puso de pie resueltamente y a partir de ese punto nunca vaciló en su dedicación al servicio a Cristo.

         Cuando tenía diecisiete años, estaba enfocado en la misiones mundiales, y en un viaje alrededor del mundo siguiendo su graduación de la escuela secundaria.  Al pasar el año viajando por partes de Oriente, Europa y el Medio Oriente, vio de primera mano las necesidades espirituales de las personas en esos países.  Su corazón fue especialmente tras los chinos, y regresó a casa determinado a llevarle las buenas nuevas de su Salvador al pueblo de China.

         Después de su viaje ingresó en la Universidad de Yale en donde se involucró en el Movimiento Voluntario de Estudiantes.  En una de sus convenciones, se colocó bajo la enseñanza del doctor Samuel Zwemer, quien era ferviente respecto a su deseo de alcanzar a los musulmanes para Cristo.  Bill se enteró de que habían quince millones de musulmanes en el noroeste de China, pero que ni un solo misionero había sido enviado allí para tratar de alcanzarlos.  Se quedó atónito de que hubieran más musulmanes en China que en Egipto, Persia, o incluso Arabia, y que nadie estuviera compartiendo el Evangelio con ellos.  Esa noche, Borden prometió dedicar su vida a alcanzar los chinos musulmanes.  Nunca vaciló ni cambió respecto a su búsqueda apasionada de esta meta.

         Después de graduarse en Yale, fue al Seminario Princeton.  Estaba extremadamente ocupado con sus rigurosos estudios, ministerios voluntarios y administración de los intereses financieros de su familia.  Además, tenía muchas responsabilidades fuera de Princeton.  Recientemente lo habían nombrado miembro del consejo administrativo del Instituto Bíblico Moody en Chicago, miembro de CIM - del Concilio Norteamericano de la Misión Interior en China, delegado de la Conferencia Misionera en Edimburgo para el CIM, en director del Instituto Bíblico Nacional de la ciudad de New York, y en miembro del Comité Americano de la Misión Nilo.  ¡Verdaderamente era un joven espiritualmente maduro, mucho más allá de su edad!

         Borden se unió a la Misión Interior en China y se embarcó para viajar al Cairo a estudiar árabe antes de ir a China.  Tenía su corazón puesto en evangelizar el pueblo Kensu de China.  A su llegada al Cairo en 1913, de inmediato se dedicó a estudiar y a celebrar servicios comunitarios.  Rápidamente se ganó el amor de muchos.

         Desafortunadamente, pronto contrajo meningitis cerebral y se enfermó gravemente.  Sufrió en gran manera por unas pocas semanas, y murió el 9 de abril de 1913, a la edad de sólo veinticinco años.  Nunca pudo llegar a China.  Dejó su fortuna de casi un millón de dólares a varias misiones y agencias foráneas.  Después de su muerte, sus amigos encontraron un papel debajo de su almohada en el que estaban garrapateadas las palabras: “¡Sin reservas! ¡Sin arrepentimiento! ¡No hay vuelta atrás!”.

         La muerte del joven Bill Borden fue publicada por muchos periódicos a todo lo ancho del mundo como un testimonio para Cristo.  Los servicios recordatorios fueron celebrados para él en muchas partes: Princeton, Yale, New York, Chicago, Cairo, Japón, Corea, India y África del Sur.  Aunque el legado financiero de Bill Borden fue sustancial, fue su legado espiritual de dedicación total y auto sacrificio lo que tuvo un efecto perdurable alrededor del mundo.

Reflexión

         De acuerdo con las normas de la sociedad, muchos ven la vida de Borden y finalmente su muerte como un trágico “desperdicio”. ¿Y usted, cómo lo ve?

         “Caminó, pues... con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” (Génesis 5:24).

Modificado por última vez enSábado, 15 Enero 2011 02:27
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