¿El cumplimiento de la profecía?
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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El 7 de junio de 1967, una fecha muy importante en el corazón de cada israelita patriota, el ejército de Israel capturó la ciudad antigua de Jerusalén. El mes anterior los egipcios habían decidido intentar una vez conquistar a Israel. Enviaron cien mil soldados a la península del Sinaí, ordenaron la evacuación de los enviados de la ONU para mantener la paz, e hicieron una alianza militar con sus vecinos jordanos. Los israelíes sintieron que su única esperanza era lanzar un ataque preventivo, lo cual hicieron el 5 de junio.
Jordania y Siria entraron de inmediato en el conflicto. Dos días después los israelitas capturaron la ciudad antigua de Jerusalén, la cual había sido parte de Jordania. Como resultado de esta victoria militar, en lo que fue conocido como la Guerra de los Seis Días, Israel una vez más volvió a poseer su capital antigua. Habían transcurrido mil ochocientos noventa y siete años, desde que los romanos conquistaron a Jerusalén en el año 70 de la era cristiana.
El Señor Jesucristo había profetizado que Jerusalén y su templo serían destruidos, dijo: “En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida” (Lucas 21:6). Cuando sus discípulos le preguntaron: “... Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?”, Él respondió: “Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado... Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lucas 21:7b, 20,23-24).
Desde el comienzo de su ministerio, el Señor advirtió a los judíos de que les sobrevendría la ira de Dios a menos que se arrepintieran, les dijo: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” (Mateo 3:8). En respuesta a la crucifixión de su Mesías, Dios envió a los ejércitos romanos a conquistar Galilea y Samaria y luego a rodear y destruir a Jerusalén.
El ataque comenzó en el año 66 de nuestra era, cuando los judíos se rebelaron después del robo del tesoro del templo por el último prefecto romano. Para sofocar la rebelión, los romanos enviaron cuatro legiones, que llegaron el año siguiente. Después del asedio Jerusalén cayó en el año 70 de la era cristiana. El general romano Tito destruyó completamente la ciudad y el templo.
Jesús también profetizó que siguiendo su derrota, “... Jerusalén sería hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lucas 21:24b). ¿Significa esto, “que los tiempos de los gentiles” concluyeron el 7 de junio de 1967, cuando los judíos tomaron control de Jerusalén?
Tal parece que Apocalipsis 11:2, respondiera a esta pregunta con un no. Declara que, “... los gentiles... hollarían la ciudad santa cuarenta y dos meses” (Apocalipsis 11:2b), los cuales aparentemente corresponden con los tres años y medio, antes de la segunda venida de Cristo. Todo esto implica que los judíos no estarían controlando a Jerusalén en ese tiempo. Si esta explicación es correcta, los tiempos de los gentiles no concluyeron el 7 de junio de 1967, sino que finalizarán con la segunda venida de Cristo.
El consenso de los estudiosos de la profecía es, que el 7 de junio de 1967, fue un evento extremadamente significativo en la historia judía, pero no el cumplimiento de la profecía.
Reflexión
Cuando tiene conocimiento de las profecías de Biblia que aún no se han cumplido, ¿cree que tendrán un cumplimiento literal? A la primera venida del Señor Jesucristo muchas profecías se hicieron una realidad, y lo mismo será a su segunda venida.
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad” (2 Pedro 1:16).