El poder de la oración
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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William Carey ha sido llamado el “Padre de las Misiones Modernas”. Nació cerca de Northampton, Inglaterra en 1761 y trabajó como zapatero desde la edad de catorce años hasta los veintiocho. Experimentó el nuevo nacimiento a los dieciocho, y comenzó a predicar por las noches.
A la edad de diecinueve, contrajo matrimonio con Dorothy Plackett, a quien llamaban Dolly. Ella era seis años mayor que su esposo y tenía muy poco en común con él. Mientras que Carey aprendió por sí mismo latín cuando tenía doce años y era un experto en griego, hebreo, francés y holandés, Dolly era analfabeta y firmaba su nombre con una equis.
Desde joven sentía una gran carga por las personas no evangelizadas en los territorios extranjeros. En 1792 fue parte instrumental en la fundación de la primera alianza misionera moderna, la Sociedad Bautista Particular para Propagar el Evangelio entre los Paganos, más tarde conocida como la Sociedad Misionera Bautista. Al año siguiente Carey fue a India como el primer misionero de la junta de evangelización.
Al principio, Dolly se rehusó a acompañar a su esposo a India, queriendo quedarse con sus dos hijos menores, Peter y Jabez. Carey insistió, en que al menos su hijo William Junior de seis años fuera con él. Finalmente Dolly se sintió tan presionada que se unió a la empresa, y la entera familia viajó a India.
Una vez allí, Peter de cinco años murió de disentería y Dolly terminó por perder la razón. Tenía delirios de que su esposo tenía amoríos y lo seguía por las calles reprendiéndolo a gritos. Finalmente Carey se vio obligado a encerrarla en una habitación. Esta familia atribulada con tantos problemas, nunca experimentó una vida normal. Los niños prácticamente crecieron solos, porque su padre, a pesar de que los amaba mucho, estaba demasiado ocupado y era demasiado suave para disciplinarlos.
Años más tarde, allá en Inglaterra, el 24 de junio de 1812, la Sociedad Misionera Bautista se reunió para celebrar su vigésimo aniversario. John Ryland, el pastor que había bautizado a William Carey años antes, pronunció el sermón vespertino. Cuando ya estaba próximo a concluir sus comentarios, Ryland mencionó que había recibido una carta de Carey, en la cual le decía que uno de sus hijos, Jabez de diecinueve años, le había ocasionado muchos pesares, porque nunca se había rendido a Jesús. Había agonizado en oración por años debido a la condición perdida de su hijo y ahora estaba pidiéndole a sus seguidores en Inglaterra, que se unieran a él en oración por su salvación.
Conforme Ryland explicaba sobre el estado de Jabez, las lágrimas resbalaban por sus mejillas, y suplicó: “Hermanos, elevemos una plegaria unida, universal y ferviente a Dios, en silencio solemne, por la conversión de Jabez Carey”. Uno de los hombres que estaba en la sala contó, que estas palabras impactaron la audiencia como el estampido de un trueno, conforme cerca de dos mil personas inclinaron sus cabezas en oración por la salvación de Jabez.
La siguiente correspondencia que recibió la sociedad misionera desde India, contenía una carta que informaba que Jabez Carey recientemente había depositado su confianza en Jesús.
Reflexión
¿Está usted orando por la salvación de amigos o familiares no salvos? Si no, comience ahora mismo. William Carey oró por su hijo por años, incluso cuando parecía que no había esperanza alguna. Pídale a Dios que le indique por quién debe orar por su salvación. Luego continúe elevando sus plegarias sin que le importe el tiempo que pase.
“Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto” (1 Samuel 12:23).