El rescate de alabanza y oración
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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En 1935 Italia invadió Etiopía y dos años después expulsó a los misioneros de la misión de Sudán, que fuera fundada en 1839 cuando Rowland Bingham de Canadá y otros dos misioneros llegaron a África a evangelizar a las tribus en su inalcanzable territorio. Toda África Central y del norte era llamada Sudán en ese tiempo, por consiguiente Bingham le llamó, Misión Interior de Sudán - mejor conocida como SIM, nombre que fue cambiado en la década de 1980 a Sociedad para Ministros Internacionales.
Después de ser obligados a salir de Etiopía, los misioneros de SIM se trasladaron al sur del Sudán anglo-egipcio. Allí encontraron al pueblo atrapado en el demonismo. Cada vez que nacían gemelos, eran enterrados vivos porque creían que tenían un ojo diabólico. Una pareja misionera ayudó a proteger a los primeros gemelos de la tribu Udulk que se les permitiera vivir. Ellos llamaron a los infantes Borgay, que significa “alabanza” y Thoiya que quiere decir “oración”.
En junio de 1940 dos aeroplanos volaron sobre la estación misión en Doro. Los cinco misioneros de SIM allí, no sabían si los aviones estaban perdidos o si realizaban un ataque sorpresa. La esposa de Kenneth Oglesby, uno de los misioneros, escribió: “No sabemos que nos depara el futuro, pero sí sabemos que nuestro Dios está por encima de nosotros y que nos cuidará”.
Un mes después un avión de la fuerza área italiana bombardeó un pueblo sudanés cerca de la frontera de Etiopía. Nick Simponis, otro misionero de la SIM fue golpeado en el estómago por la granada de una metralleta pero pudo regresar a la misión en Chali. El doctor Robert Grieve, un nuevo médico apostado en Doro, caminó cincuenta y seis kilómetros hasta Chali para tratar la herida de Simponis.
En la mañana del 23 de agosto de 1940, los Grieves, los Oglesbys y la señorita Zillah Walsh observaron como los aviones volaron sobre Doro.
De súbito las bombas comenzaron a explotar por todas partes. “¡Oh, Bob, me estoy muriendo!” - gritó Claire Grieve. El doctor no respondió. Kenneth Oglesby extendió la mano hasta él y descubrió que estaba agonizando.
Los aviones volaron en círculo regresando nuevamente. Blanche Oglesby salió corriendo y uno de los aeroplanos trató de seguirla. Ella y Zillah Wash se escondieron en medio de la yerba alta, mientras las bombas caían a su alrededor. Kenneth Oglesby se refugió bajo un árbol grande.
Luego que las naves se fueron, Zillah Walsh y algunos africanos llevaron cargada a Claire Grieve hasta la clínica, mientras Kenneth Oglesby y otros iban en busca del doctor. Él había sido impactado ocho veces y estaba muerto. Claire Grieve estaba sangrando profusamente y parecía tener rota la columna, y ellos no podían parar la hemorragia. La mujer suplicó: “Déjenme irme con Bob”. Cuando le preguntaron si tenía algún mensaje para sus seres queridos, susurró: “Díganles que mi decisión es ver a mi Jesús, cara a cara”.
Zillah Walsh estaba herida. Kenneth Oglesby fue golpeado en la espalda y su esposa Blanche tenía treinta y cinco heridas de fragmentos de granada. Los italianos habían arrojado ochenta y nueve bombas sobre la estación misionera.
Los Oglesbys, se recuperaron, pero en el mes de febrero siguiente, Blanche contrajo la fiebre amarilla. Después de cinco días su corazón dejó de latir y se unió con los Grieves en el cielo.
No hubo bombardeos adicionales después de ese fatídico día, y las congregaciones sudanesas crecieron rápidamente. Para ese tiempo Sudán alcanzó la independencia en 1955. SIM había establecido muchas iglesias y dispensarios y un orfanato para gemelos no deseados. Dos de los más prominentes adultos jóvenes eran “Oración” y “Alabanza”, los primeros gemelos que habían rescatado.
Hoy SIM tiene más de mil ochocientos misioneros en veinticinco naciones y más de un millón de africanos atienden a las más de dos mil quinientas iglesias establecidas por ellos.
Reflexión
¿Ha visto alguna vez que Dios convierta la tragedia inicial en bendiciones? Tal vez ha experimentado la tragedia, pero todavía tiene que ver la bendición. En algunos casos no lo entenderemos sino hasta que lleguemos al cielo, pero Dios está trabajando en todas las cosas para su gloria y por el bien de sus hijos.
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Santiago 1:12).