Torturado por su fe
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Después de terminar la escuela secundaria, Haralan Popov abandonó su villa en Bulgaria y fue a la ciudad de Ruse en busca de trabajo. Allí vivía en una habitación diminuta con Christo, un amigo de su villa.
Una tarde, Christo lo invitó a una iglesia bautista, a pesar de que sabía que su amigo era un ateo convencido. Haralan quedó impresionado por la hermosa música y la inteligencia del predicador. Todo lo que podía pensar cuando regresó a casa esa noche, era: “¿Realmente hay un Dios?”. Para ayudar a su compañero a encontrar la respuesta Christo le presentó a Petroff, un cristiano, quien cuando le explicó lo que significaba el Señor Jesucristo para él, su rostro parecía reflejar el amor Divino, llegando a ser obvio para Haralan que Dios sí existía.
A fin de prepararse para el servicio cristiano, atendió institutos bíblicos tanto en Alemania como en Inglaterra. Se enamoró y contrajo matrimonio con una dama cristiana sueca. Al regresar a Bulgaria pastoreó una iglesia y sirvió como evangelista. Luego en 1944 el ejército ruso invadió el territorio y para 1947 Bulgaria estaba bajo la dictadura comunista.
A las cuatro de la mañana del día 24 de julio de 1948, el timbre de la puerta de Popov sonó, y fue sacado por la fuerza junto con su esposa y sus dos hijos por la policía y enviado a prisión.
En el principio, fue obligado a permanecer de pie durante toda la noche mirando una pared sin moverse, mientras era cuestionado constantemente y reprendido. Luego el 5 de agosto fue colocado en confinamiento solitario y sometido a la pared las veinticuatro horas del día. Por catorce estuvo mirando la pared, sin permítirsele moverse, comer o beber, y era interrogado constantemente y golpeado.
Cuando los guardias advirtieron que estaba próximo a morir, le dieron alimento y agua y le permitieron que se acostara en el suelo. Él pensó que lo peor había pasado. Sin embargo, el día siguiente el 20 de agosto de 1948, el guarda le apuntó con un arma en la cabeza y le dijo que tenía cinco segundos para admitir que era un espía. En este punto, estaba gozoso anticipando la muerte para así poder estar con Jesús. Cuando el oficial hizo una pausa después de contar hasta cuatro, fortalecido por el Espíritu Santo gritó: “¡No se detenga! ¡Dispáreme directo a la cabeza!”. El guardia quien había estado aparentando para tratar de sacarle una confesión, quedó impactado por su valor. Sintiéndose como una marioneta sobre una cuerda, Popov clamó a Dios: “¡Señor, he sido fiel hasta la muerte, pero la muerte no llegó!”.
Su encarcelamiento continuó, y a pesar del dolor y el sufrimiento, tuvo el gozo de guiar a muchos prisioneros a Cristo. Fue dejado en libertad trece años y dos meses después de su arresto.
Tras quedar en libertad, anhelaba reunirse con su familia. Ellos habían huido a Suecia durante su encarcelamiento, buscando libertad religiosa y política. Sin saber si los volvería a ver nuevamente en su vida, trabajó incansablemente organizando iglesias clandestinas y ayudando a proveer Biblias para ellas.
Finalmente, él y sus amigos decidieron que debería intentar salir de Bulgaria y reunirse con sus familiares en Suecia, en donde podría servir como una fuente exterior para contrabandear Biblias. Ellos sabían que se necesitaría un milagro para que los comunistas le otorgaran un pasaporte. Con cientos de hermanos orando fervorosamente, los intentos de Popov por obtener un pasaporte fueron rechazados repetidamente. ¡Entonces, inexplicablemente recibió una carta en la que le informaban que estaba en libertad para irse!
El 31 de diciembre de 1962, se reunió con su esposa y sus hijos. ¡Habían pasado catorce años y medio, y ahora estaban juntos en un país libre! Haralan Popov se convirtió en un vocero mundial para los cristianos oprimidos detrás de la Cortina de Hierro, hasta el 14 de noviembre de 1988 que finalmente partió para encontrarse con su bendito Salvador.
Reflexión
Una y otra vez Haralan Popov recibió fortaleza y valor cuando oró por esto. ¿Ora usted por fortaleza y valor cuando los necesita? ¿Espera recibirlos? ¿Cómo mantiene su fe bajo circunstancias similares?
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:35-37).