Hijos: ¿Bendición o maldición?
- Fecha de publicación: Jueves, 10 Abril 2008, 18:01 horas
- Escrito por Pastor, J. A. Holowaty
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El tema que me propongo abordar es delicado, comprendo perfectamente esto. Ningún padre quiere que se le enseñe cómo criar a sus hijos. Hablar a los padres, acerca de sus hijos, es andar por una cuerda muy floja.
Caminaba una pareja llevando en sus brazos a su nietito de corta edad. Era un cálido atardecer y como es natural, se cruzaron con otras personas. De repente aparecieron dos encantadoras damas jóvenes, y mirando al pequeño, exclamaron: «¡Qué preciosura! ¿Qué edad tiene?» Rápidamente el abuelo contestó: «¡55 años!»
Sí, cuando los hijos son pequeños, son "preciosuras", pero cuando crecen, suelen ser la mayor amenaza para sus padres y hasta para la sociedad. Pero... ¿Qué hace que hayan hijos tan buenos y otros tan malos? ¿No será acaso pura suerte que tienen ciertos padres y que otros no la tienen?
Hay hijos que son una gran bendición, otros una severa maldición. Hay hijos que son la alegría de los padres, otros, su mayor tristeza. Hay hijos que son el consuelo y la esperanza de los padres, pero otros son sus lágrimas y su desesperación. Hay hijos que son la mayor garantía, la mayor esperanza y el mayor orgullo de sus padres; pero hay hijos que son la vergüenza y la desgracia de esos padres. ¿Por qué?
Para encontrar el por qué, debemos hacer un recorrido bastante amplio y descubrir el origen mismo de cómo surgen los monstruos en algunos hogares y cómo es que en otros, aparecen verdaderos ángeles.
Lo que sí puedo adelantar es que no se trata de la suerte ni de la educación ni de la buena posición económica ni de las circunstancias.
Para comprender este delicado tema, debemos imaginar a dos parejas, una toma el camino y modelo bíblicos. La otra, opta por la vida mundana. Vamos a suponer los nombres de cada pareja, sus edades y el número da sus hijos.
¡Se casan Mauricio y Teresa!
Supongamos que Mauricio tiene 25 años de edad y Teresa tiene 22. Ya no son pequeñuelos sin saber qué hacen. Vamos a enumerar algunos detalles, por ejemplo: cómo y dónde se conocieron, sus aspiraciones o inquietudes, planes para la vida, su conducta como novios ya comprometidos, etc.
• Se conocieron en un baile
¿Sabía usted que en muchos de nuestros países de América Latina es costumbre buscar pareja en los bailes? Muchos incluso, especialmente damas, se extrañan si alguien les sugiere que el baile no es para la juventud cristiana. ¿Cómo entonces (preguntan) una chica encontrará candidato para algún día casarse?
Me parece que para muchas personas los bailes son "fábricas de parejas", o algo así como... "mercado o supermercado de parejas", especialmente de damas desesperadas por casarse.
Así que Mauricio con Teresa, mientras, acompañados de música muy sugestiva, se conocieron porque ella se sintió altamente privilegiada porque él la invitó a darse una vuelta en la pista.
Por supuesto que Mauricio le preguntó el nombre a la dama y también se presentó, pero hasta ahora ni él sabe quién es ella ni ella tiene la menor idea de quién es él.
El baile sigue su curso, hay mucho zapateo a escasa luz y es exactamente lo que ambos buscaban.
Pero el baile sin copas no tiene mucho sabor, así que ambos bebieron un poco, y ahora decidieron salir del lugar. La noche es oscura y se presta para el programa de Satanás. Ambos se dicen que están tremendamente enamorados.
No pasa mucho tiempo y él le ofrece matrimonio. Ella se cree la mujer más afortunada del mundo. A continuación, él le ofrece llevarla a su casa, aunque antes a un hotel o algo parecido, todo lo cual le parece correcto.
• Al día siguiente
La noche ya pasó y es un claro día dominical. Teresa cree que es su deber ir y confesar su pecado, pero ¿por qué tengo que hacerlo si todos lo hacen y además, seguramente volveré a hacerlo?
Ahora Mauricio la visita y conoce a sus padres. Todos están encantados con el futuro nuevo miembro de la familia. Teresa cree haber conquistado más o menos medio mundo.
Teresa no era una mala muchacha, pero tiró por la borda su pudor en esa noche de un bocado de placer. Mauricio conoce bien su "oficio" y logró atraparla como a tantas otras.
Ese día, que es domingo, por supuesto que no concurren al templo. No necesitan, están muy enamorados. Tan "fuerte", tan "auténtico" es el amor, tan "real" el enamoramiento, que nada ni nadie en la vida jamás podrá separarlos. ¡Esto piensan ambos!
Los dos están seguros de que esto es así. ¿Principios morales? ¿Llegar al matrimonio en pureza? ¿No "hacernos el amor" si nos queremos tanto?
Teresa conoció a muchas amigas. Una de ellas se juntó con uno casado. Otra, con uno que se divorció por ella. Otra, trabaja en un club nocturno y gana mucho dinero. Otra, posa desnuda para productos pornográficos. Otra, es declarada prostituta, ¡y a todas les va muy bien!
¿Cómo convencerla a Teresa que está labrándose un porvenir de dolor, de angustia y de verdadero infierno, si ella al lado de todas sus amigas es, casi diría uno, una... "santa?"
Teresa toma nota de este domingo, porque es el día que Mauricio le "pidió la mano" y ella ya tiene un novio formal.
• El día de bodas
Mauricio habló con los padres de Teresa y todo quedó arreglado para que el casamiento se efectuara dentro de tres meses. Nadie preguntó quién es él. Teresa jamás conoció a su padre, su madre, ni sus hermanos, si los tiene, porque Mauricio no quería hablar de sus parientes.
El casamiento lucía maravilloso. Ella muy de blanco y él de oscuro, el contraste era ideal.
La ceremonia era solemne. Hubo velas, palabras lindas, visitantes muy bien vestidos, promesas bien claras recíprocamente, felicitaciones, los mejores deseos, etc.
La recepción fue pomposa: alimento abundante y bebidas para emborrachar. El ambiente parecía acogedor, como una tertulia.
Demás está decir que los recién casados se fueron de luna de miel y luego regresaron para recoger los muchos regalos que obtuvieron.
Pasaron algunas semanas y luego meses, y todo parecía marchar bien. Pero pronto había que hacer preparativos, porque se había encargado una criatura todavía antes del casamiento.
• Nace Juancito
De alguna manera, Teresa aguantó hasta que nació su hijo primogénito. Sabía que algo pasaba con Mauricio, porque cuando faltaban dos meses para dar a luz, lo notaba cambiado, a veces con ciertos colores rojos en sus ropas. Era algo que le desgarraba al alma, pero ellos nunca habían aprendido a dialogar.
¡Todo tenía que marchar a las mil maravillas! ¡Ambos estaban de acuerdo que su matrimonio sería luna de miel de principio a fin! ¡No había lugar para dudar de la lealtad recíproca!
Sin embargo, a pesar de que Juancito era un bebé sano y todo era normal, Teresa comenzó a preocuparse. Era posible que alguna otra persona estuviera de por medio y que ella tenga que asumir el papel de lavandera, cocinera y mujer ocasional para el encantador Mauricio.
¡Cómo cambiaron las cosas desde aquella noche de baile cuando se conocieron! ¡Y pensar que pasaron apenas cosa de 14 meses desde ese primer encuentro!
Teresa se pregunta ahora: ¿Y cómo es que hay tantas parejas que viven 20, 30, 40, 70 y más años casados?
• Nace Sarita
Apenas pasó el año desde el nacimiento de Juancito, y ahora nace Sarita, una verdadera princesa. Pero a pesar de todo, Teresa nota que las cosas no andan bien. Ella misma comienza a colocar cada pieza en cierto orden, y el cuadro es el siguiente:
• Mauricio ya no es atento con ella ni afectivo ni romántico.
• Se reciben llamadas telefónicas raras, de modo que cuando Teresa atiende, a veces una voz femenina pregunta por Mauricio sin identificarse, y otras veces, al darse cuenta de que Teresa atendía el teléfono, la persona al otro lado cuelga inmediatamente después del... «hola» de Teresa. A raíz de esto, Teresa comienza a sospechar lo peor ¡y tiene razón!
• Mauricio además viene casi siempre malhumorado, y los besos de los primeros días de casados, los... «te quiero mucho, amor», los... «mi lindo cielo», los... «reina mía, ¿en qué te puedo ayudar?» Todo ha pasado a la historia.
• Otro elemento nuevo que se introdujo, y que con razón preocupa a Teresa, es que ahora Mauricio suele vestir muy bien, huele a perfume y se va de la casa dejándola con las dos criaturas, con un montón de trabajo, pilas de platos para lavar, ropa que lavar y planchar y algo serio en que pensar: ¿a dónde se habrá ido ese hombre? ¡Malditas esas mujeres que buscan a hombres casados!
Pero esto es todo lo que ella puede decir, pensar o hacer. Se siente tan impotente, defraudada, fracasada, "mal pagada". Todavía no cae en la cuenta que ella misma había escogido un matrimonio sin Dios.
Con el tiempo, Teresa supo con quién anda su esposo, supo también que tiene otro hijo de ella y que tiene que mantenerlo.
• Juancito y Sarita crecieron
Muchas otras cosas sucedieron en la vida de esta pareja. Y lo que sufrió Teresa no tiene nombre. Avejentada prematuramente, aburrida y agotada, amargada y enferma, ahora espera algún alivio, porque sus hijos ya crecieron y pronto podrán valerse por sí mismos. ¡Pero lo peor todavía no había llegado!
Juancito ahora ya tiene 22 años de edad, y su condición, para ponerlo en pocas palabras, es la siguiente:
• Dejó los estudios cuando tenía 16 años de edad.
• Usa y distribuye estupefacientes. Ha pasado muchos días en la Juvenil y luego en la cárcel.
• Es violento y extremadamente peligroso, aun para la propia madre.
• Mantiene a toda la familia como rehenes, todos le temen porque pareciera un endemoniado.
• A Mauricio no le importa completamente, total él derivó todo a Teresa, ella es la madre, que se las arregle.
• ¡Cuántas veces Teresa suplicó a Mauricio que la ayudara, que interviniera, que asumiera sus responsabilidades de padre y esposo! Pero para Mauricio, Teresa era algo así como... "mentalmente alterada, un poco... loca, desequilibrada, fuera de foco".
¿Qué de Sarita? Es una muchacha de 21 años de edad, en plena flor de la vida, pero ella, aunque concurre a la universidad, es, a juicio de su madre, "demasiado liberada".
Hace mucho que vive con algún muchacho. Ha tenido varios abortos. Su apariencia es la de una mujer de 38 años y es fácil notar que está enferma.
También ella usa drogas y con todo cuanto Teresa (su madre) quiere razonar con ella, de nada vale.
Teresa se detiene y hace la siguiente reflexión: ¿En qué punto he fallado? ¿Cómo es posible que otros tengan tan buenos matrimonios, familias tan bien organizadas y unidas, y nosotros con Mauricio hayamos fracasado tanto?
Teresa comenzó a pensar en su propia sinceridad. Comenzó a recordar aquellos días cuando se conoció con Mauricio, en esa noche de baile. Comenzó a pensar en la "bendición" que el sacerdote les impartió en la pomposa ceremonia nupcial.
Revisó las fotografías de aquellos tiempos y... ¡Cómo había cambiado en menos de 25 años!
Teresa olvidó la ley de la siembra y la cosecha: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna" (Gá. 6:7,8).
Aquellos que han estudiado Química y Geología, tal vez oyeron la definición general de la ciencia, especialmente en estos dos campos. Dice más o menos así: «Las mismas cosas, hechas en la misma forma, bajo las mismas circunstancias, darán el mismo resultado». Esto se llama la ley de la UNIFORMIDAD.
Por ejemplo: Si la lluvia produce erosión hoy, quiere decir que la lluvia producía erosión hace miles de años.
Si un científico descubre algo sensacional en un laboratorio, y otro científico hace la misma cosa, en la misma forma y bajo las mismas circunstancias, obtendrá el mismo resultado.
De otra manera, no sería posible hacer experimentos científicos de ningún tipo.
La idea es que existe un orden en el universo. Hay ciertas regulaciones en el universo con las que, confiadamente, podemos contar. Porque si no existiera tal orden con el cual contar, no sería posible estudiar el orden de la naturaleza. Uno nunca sabría qué sucederá, ya que no habría ninguna conexión entre el pasado y el presente.
De manera que toda la ciencia descansa en lo que se da por llamar: El principio de la uniformidad.
Este mismo principio, tal como se aplica en el mundo natural, se aplica de la misma manera en el mundo moral y espiritual. Dios dice que "todo lo que el hombre sembrare, eso también segará".
• ¿Qué sembraron Mauricio y Teresa?
Sembraron fornicación, secula-ridad, superficialidad y la semilla de una familia sin Dios, sin fe en Cristo, sin temor de Dios, sin santidad.
Sembraron las satisfacciones físicas y emocionales, las apariencias y el orgullo de su juventud.<
Cuatro principios básicos
• El primer principio:
PRINCIPIO DE LA UNIFORMIDAD. Es decir que... «Las mismas cosas, hechas en la misma forma, bajo las mismas circunstancias, darán el mismo resultado».
Veamos algunos pasajes bíblicos: "Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche" (Gn. 8:22).
Estas palabras las dijo Dios después de la gran destrucción por el diluvio. Y si uno mira con cuidado lo que Dios expresa, se dará cuenta de que el hombre puede contar con el hecho de que, mientras dure la tierra, habrá una secuencia de siembra y luego de cosecha.
Es cierto que la cosecha viene después de la siembra, uno puede estar seguro de esto. Puede contar también con la secuencia de frío y calor. Habrá primavera, verano, otoño e invierno. Habrá día y noche.
Y esto nunca dejará de ser, mientras permanezca la tierra. Lo que Dios dice es que él colocará ciertas regulaciones e interdependencia en el orden natural, es decir, en la misma naturaleza.
Lo primero que queremos notar es la regularidad en esta secuencia de siembra y cosecha. De otra manera no habría siembra, si uno no pudiera contar con el hecho de que habrá cosecha. Pero este principio de la regularidad nos permite trabajar con la seguridad de que, si sembramos, cosecharemos.
• El segundo principio:
"Como yo he visto, los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan" (Job. 4:8).<
Este puede llamarse: el principio de la exactitud de la siembra y cosecha.
Aquí vemos no solamente la secuencia infalible de la siembra y la cosecha, sino también que usted cosechará exactamente lo mismo que siembra. Si siembra trigo, no cosechará maíz, y si siembra frijoles, no cosechará avena.
"... El que siembra para su carne, de la carne segará corrupción..." ¡Inevitable!<
• El tercer principio:
"Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará" (2 Co. 9:6).<
Este es el principio de la cuantía o, el principio del volumen o cantidad.
Pablo dice que el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Esto determina (el volumen de la siembra) cuánto podrá usted cosechar. Ahora recuerde, es un principio inalterable, igual como el principio de las especies (es decir, que uno no puede sembrar trigo para cosechar frijoles). De la misma manera se aplica este otro principio: El que generosamente siembra, generosamente cosechará.
Estos son principios naturales, pero no olvide, este mismo principio se aplica a la vida moral y espiritual también.
• El cuarto principio:
Aquí tenemos lo que podríamos llamar: el principio del aumento.
"Y estos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno" (Mr. 4:20).
Si usted se fijó alguna vez lo que ocurre en un sembrado de trigo o de maíz, habrá notado que no todas las espigas cuentan con igual número de semillas, sin embargo, cada espiga es producto de una sola semilla. Pero el hecho de que hayan espigas con 30, 60 y 100 semillas es otra ley inalterable.
¿Cómo aplicar esto al matrimonio? Simplemente que no todos los matrimonios pueden disfrutar de la misma riqueza intelectual, física y material, pero todos llevan frutos; ya sean negativos o positivos, para Dios o para el mundo, de gozo o de tristeza.
Cuando nos preguntamos si nuestros hijos han de ser de bendición o de maldición, debemos analizar el asunto más allá de estos hijos. Alguien comenzó esa cadena de tragedias.
Si la cosecha resulta en: hijos de maldición, es un hecho que se ha sembrado maldición y esto lo hicieron dos personas que son los padres de esos hijos.<
¿Que solución hay?
La cosecha es inevitable, es un principio que no se puede alterar. Lo único que un matrimonio, cuya situación se parece a la de Mauricio y Teresa, puede obtener, es la ayuda divina en su desagradable cosecha. Decir lo contrario es engañar a las personas. No existe manera para evitar la cosecha.
No importa si usted cuando sembró no conocía al Señor, la siembra y la cosecha es una ley inalterable.
Quienes ganan mucho con este mensaje son los adolescentes y jóvenes que conservan su pureza y lealtad al Señor y tienen la oportunidad de proceder como corresponde a cristianos, mirando no solamente la satisfacción de la siembra, sino más que esto, la de la cosecha.
Señorita: Antes de comprometerse en matrimonio, hágase estas pocas preguntas:
• ¿Conozco yo a ese joven que me pretende?
• ¿Tengo pruebas de que lo que él dice de sí mismo es verdad?
• ¿Estoy segura de que él no tiene otra mujer o tal vez es casado en algún país?
• ¿Quiénes son sus padres y de qué forma viven ellos como esposos?
• ¿Qué tipo de trabajo hace para subsistir?
• ¿Tiene capacidad para mantener a una familia?
• ¿Quién es su pastor y qué dice él de este flamante joven?
• ¿Tiene él convicciones cristianas sólidas o es uno de los del... "término medio" (por no decir mediocre).
• ¿Me sentiría orgullosa yo que él fuera mi esposo y padre de nuestros hijos?