El joven que fracasó por decisión propia
- Fecha de publicación: Martes, 02 Septiembre 2014, 23:52 horas
- Escrito por Pastor, J. A. Holowaty
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Hace ya muchos años cuando me tocó estar en un tipo de... “Retiro espiritual” en Monte Rey, México, me pidieron que hablara con los jóvenes. Era un grupo de ambos sexos y ya no muy jóvenes. Reconozco que fui muy crudo en mis conclusiones, y sorprendí a algunos de ellos.
Luego recibí una carta del Pastor de ellos, y él me dijo, que seguramente difieren mucho las culturas, y que en USA se acostumbra hablar tan directamente, pero que en su país no se habla así. ¡Imagínese, me dijo, allí había una pareja de novios y escucharon todo lo que usted dijo!
Yo le contesté disculpándome, pero sabía que debía hacerlo, no por haber dicho algo obsceno, grosero, etc., sino porque no me había dado cuenta que la manera de hablar hoy acerca de la fornicación y el adulterio, debe ser dicha de manera tal, que nadie se ofenda al no entender de qué se trató.
Debido a esto, hoy tenemos a jóvenes fornicarios, adúlteros, inmorales desde donde se los mire. Pero... hay que tener cuidado de no ofenderlos. Es así como en la actualidad vemos a muchachas adolescentes esperando su bebé, sin ninguna responsabilidad de quien engendró esa criatura que se está desarrollando.
Muchachos jóvenes, también adolescentes son padres, pero que tampoco se consideran responsables del pecado cometido. Han fornicado y como si esto fuera poco, no les importa lo hecho, contribuyendo así con una criatura más para el reino de Satán. Pero esto no es todo...
• ¿Qué de los jóvenes sumidos en las drogas?
• ¿Qué de los muchachos y muchachas borrachas antes de terminar sus estudios?
• ¿Qué de la hipocresía de su cristianismo dominical?
• ¿Qué de la irresponsabilidad de sus deberes para con sus padres?
• ¿Qué de sus apariencias de un cristianismo carente de Cristo, del temor de Dios y muy probablemente de la misma regeneración, la que nunca experimentaron?
¿Puede un joven, que tiene a los mejores padres, piadosos y temerosos de Dios, fracasar como aquellos que vinieron al mundo como indeseados?
HABLEMOS DE UN CABALLERO LLAMADO SANSÓN
El premio que recibió una mujer, que deseaba ser madre de un hijo que fuera temeroso de Dios, y usado por Él en bien de Su pueblo.
Notemos las circunstancias que imperaban en Israel cuando nació Sansón. “Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de los filisteos por cuarenta años. Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, y nunca había tenido hijos. A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo” (Jue. 13:1-3).
• La esposa de Manoa era estéril, pero el Señor le comunicó que sí, tendrían un hijo.
• Se le comunica a ella de algunas restricciones a las que debía someterse. “Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda. Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos” (Jue. 13:4, 5).
Veamos algo más de Sansón, porque este caballero es un gran ejemplo para los jóvenes cristianos hoy. Tanto por su ejemplo espiritual, como lo que cosechó luego, por haberse alejado de Dios.
PERO... ¿DE QUÉ HOGAR SALIÓ SANSÓN?
Para entender esto, debemos reconocer que la vida espiritual de su madre y la de su padre Manoa, era indiscutible. Esta futura madre no se conformaría con cualquier hijo. Ella quería que Dios le permitiera ser la madre de un hijo ejemplar, que sirviera como líder espiritual.
El Señor entonces le dijo que debía abstenerse de bebidas como el vino y la sidra. Se sabe que la madre que está esperando bebé, si toma bebidas alcohólicas, tendrá un hijo con un coeficiente intelectual deficiente, inferior a la capacidad de hijos, cuyas madres se abstuvieron de estas bebidas.
¿Qué sucedió después? Ella le informó a Manoa de su entrevista con, nada menos que el mismo Señor nuestro, tal como veremos más adelante. “Y la mujer vino y se lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre. Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo a Dios desde su nacimiento hasta el día de su muerte” (Jue. 13:6, 7).
Manoa era un hombre de sólida vida espiritual. “Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer. Y Dios oyó la voz de Manoa; y el ángel de Dios volvió otra vez a la mujer, estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba con ella” (Jue. 13:8, 9).
La respuesta a la oración de Manoa no se hizo esperar. “Y la mujer corrió prontamente a avisarle a su marido, diciéndole: Mira que se me ha aparecido aquel varón que vino a mí el otro día. Y se levantó Manoa, y siguió a su mujer; y vino al varón y le dijo: ¿Eres tú aquel varón que habló a la mujer? Y él dijo: Yo soy. Entonces Manoa dijo: Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?” (Jue. 13:10-12). El Señor le dijo a Manoa lo mismo que ya había dicho a su esposa, la futura madre. El Señor quería que ambos futuros padres estuvieran bien informados, y que lo dicho al uno sea también para el otro.
A renglón seguido, el mensajero de Dios claramente se identifica como el mismo Señor que nos salvó. “Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?” (Jue. 13:18). “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”(Is. 9:6).
¿Cuál fue el final de este gran anuncio? “Y Manoa tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre una peña a Jehová; y el ángel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer. Porque aconteció que cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de Jehová subió en la llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra. Y el ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel de Jehová. Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto. Y su mujer le respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto. Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció, y Jehová lo bendijo. Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol” (Jue. 13:19-25).
Llegó el tiempo cuando Sansón se enamoró de una muchacha pagana. “Descendió Sansón a Timnat, y vio en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos. Y subió, y lo declaró a su padre y a su madre, diciendo: Yo he visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por mujer. Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómame ésta por mujer, porque ella me agrada” (Jue. 14:1-3).
Sansón despedaza a un león. “Y Sansón descendió con su padre y con su madre a Timnat; y cuando llegaron a las viñas de Timnat, he aquí un león joven que venía rugiendo hacia él. Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no declaró ni a su padre ni a su madre lo que había hecho” (Jue. 14:5, 6). “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (1 P. 5:8, 9).
Destrozar a un león es una gran victoria, pero no olvidemos que... “el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón”. No fue él quien lo hizo, sino el mismo Señor que nos cuida hoy del otro león, Satanás. ¡Y lo ha derrotado!
Pero... ¿Se ha dado por vencido el león muerto? Notemos lo que ocurrió después, “Descendió, pues, y habló a la mujer; y ella agradó a Sansón. Y volviendo después de algunos días para tomarla, se apartó del camino para ver el cuerpo muerto del león; y he aquí que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas, y un panal de miel. Y tomándolo en sus manos, se fue comiéndolo por el camino; y cuando alcanzó a su padre y a su madre, les dio también a ellos que comiesen; mas no les descubrió que había tomado aquella miel del cuerpo del león” (Jue. 14:7-9).
Cuando Satanás ve que perdió la batalla, entonces ofrece miel, es decir, algo dulce. Por ejemplo... sexo sin matrimonio, amistades inconversas y diversiones mundanas, éstas son “mieles” peligrosas de nuestros días.
Cuando un joven se propone tener como Aliado al Señor y obtiene grandes victorias, derrotando a Satanás, entonces él tiene otra estrategia con la cual, sabe muy bien, el joven no podrá obtener victoria. Esa miel puede ser la pornografía, la cual llega a ser una obsesión imposible de vencer. “Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite; mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al Seol. Sus caminos son inestables; no los conocerás, si no considerares el camino de vida. Ahora pues, hijos, oídme, y no os apartéis de las razones de mi boca. Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa; para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel; no sea que extraños se sacien de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño; y gimas al final, cuando se consuma tu carne y tu cuerpo, y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, y mi corazón menospreció la reprensión; no oí la voz de los que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné mi oído! Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación” (Pr. 5:3-14).
Satanás convence al joven y a la señorita, que no hay nada de malo en una relación íntima, cuando hay amor y es de mutuo consentimiento. Para quienes ya son mayores y están casados, incluso el adulterio es de buen gusto. Todo esto y mucho más, parecen tan dulce como la miel, pero muchos hombres bendecidos por Dios, han caído en esta trampa. Nunca se habían metido en una vida inmoral, pero no se dieron cuenta de cuan astuto era este enemigo. “Hijo mío, guarda mis razones, y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón. Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, y a la inteligencia llama parienta; para que te guarden de la mujer ajena, y de la extraña que ablanda sus palabras. Porque mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía, vi entre los simples, consideré entre los jóvenes, a un joven falto de entendimiento, el cual pasaba por la calle, junto a la esquina, e iba camino a la casa de ella, a la tarde del día, cuando ya oscurecía, en la oscuridad y tinieblas de la noche. Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro, con atavío de ramera y astuta de corazón. Alborotadora y rencillosa, sus pies no pueden estar en casa; unas veces está en la calle, otras veces en las plazas, acechando por todas las esquinas. Se asió de él, y le besó. Con semblante descarado le dijo: Sacrificios de paz había prometido, hoy he pagado mis votos; por tanto, he salido a encontrarte, buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado. He adornado mi cama con colchas recamadas con cordoncillo de Egipto; he perfumado mi cámara con mirra, áloes y canela. Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; alegrémonos en amores. Porque el marido no está en casa; se ha ido a un largo viaje. La bolsa de dinero llevó en su mano; el día señalado volverá a su casa. Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, le obligó con la zalamería de sus labios. Al punto se marchó tras ella, como va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado; como el ave que se apresura a la red, y no sabe que es contra su vida, hasta que la saeta traspasa su corazón. Ahora pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca. No se aparte tu corazón a sus caminos; no yerres en sus veredas. Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella. Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte” (Pr. 7).
Aun las mujeres cristianas, al vestir provocativamente, están extendiendo una invitación a la cama. Hay varones que parecían verdaderos gigantes de Dios, pero cuando apareció la miel en lugar de león, se descubrió que eran gigantes de papel.
¿Cómo terminó Sansón su carrera? “Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella. Y fue dicho a los de Gaza: Sansón ha venido acá. Y lo rodearon, y acecharon toda aquella noche a la puerta de la ciudad; y estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la mañana; entonces lo mataremos. Mas Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón” (Jue. 16:1-3).
De aquí en más, su vida iba de mal en peor. ¿Qué culpa tienen los padres de Sansón? ¡Ninguna!
Da pena ver cómo puede terminar un hombre, hijo de padres tan piadosos y consagrados a Dios. Esta... Dalila, “coqueta veleidosa”, usando su condición de femenina atractiva, logró que Sansón le declarara el secreto de su fuerza. “Y ella le dijo: ¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has descubierto aún en qué consiste tu gran fuerza. Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres. Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los principales de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero. Y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas, y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se apartó de él. Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él. Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel. Y el cabello de su cabeza comenzó a crecer, después que fue rapado”(Jue. 16:15-22).
Ahora Sansón perdió, no solamente su fuerza, sino que perdió ambos ojos, de modo que en lugar de éstos, quedaron las cuencas, porque los ojos ya no los tenía. Pero... ¿cómo terminó todo esto? “Entonces los principales de los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio a Dagón su dios y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo. Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros. Y aconteció que cuando sintieron alegría en su corazón, dijeron: Llamad a Sansón, para que nos divierta. Y llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas. Entonces Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano: Acércame, y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la casa, para que me apoye sobre ellas. Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón. Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra. Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida” (Jue. 16:23-30).
1. ¿Es posible que de padres tan consagrados a Dios y de testimonio intachable, el hijo resulte tan mundano y termine tan mal?
2. ¿Cómo se habrán sentido su padre Manoa y su madre, si es que vivían aún? Sin duda se habrán arrepentido por haber pedido a Dios que les diera un hijo.
3. Ahora Sansón había muerto, ciego espiritualmente y ciego también físicamente.
4. Ahora sabemos a qué se refieren los gobernantes hebreos al afirmar que, en última instancia, aplicarán la estrategia de Sansón. «Moriremos y también morirán junto con nosotros nuestros enemigos».
Lo que no sabemos es que si los enemigos se reducen a sus vecinos o al resto del mundo también. La diversión de aquellos que gozaban contemplar al otrora fuerte Sansón, ahora sin ojos y sin placeres se había convertido en muerte para todos ellos, juntamente con él.
HE AQUÍ ALGUNAS LECCIONES PARA PADRES E HIJOS
1. Los padres que formaron a sus hijos en la vida espiritual, no deben sentirse culpables si éstos resultaron perdidos hasta ser mutilados, perdiendo nada menos que ambos ojos. Enseñe a sus hijos que no vale la pena el coqueteo con el mundo, habiendo crecido en un ambiente de santidad y temor de Dios.
2. Gozar de la “fragancia” mundana de una mujer perdida y traidora, es exponerse a daños irreparables.
3. Los padres temerosos de Dios deben ser garantía segura para los hijos, aunque a veces parezcan “muy de la vieja guardia”.
4. Los jóvenes aún solteros, deben recordar que si los padres oraban por ellos aún antes de nacer, sin duda continúan haciéndolo.
Supongamos la oración de una madre desesperada por el camino que tomó su hijo o su hija:
«Señor, estamos delante de ti ambos. Ya sabes que nos preocupa el camino que tomó nuestro hijo. Si tú te lo llevas cuanto antes, nosotros no lo lamentaremos, porque no nos hace caso.
Le dimos la enseñanza que de ti recibimos, pero él se tornó rebelde, soberbio, mundano y es una bestia si queremos corregirle. Si le sacan ambos ojos y eso lo lleva a la reconciliación contigo, nosotros no lo lamentaremos, porque entonces sí, nos necesitará y allí estaremos para acompañarle. ¡Oh, Señor, cuánto nos gustaría que ore como lo hacía cuando niño!
Actúa, Señor, porque él, además del daño que nos causa a nosotros como padres, otro tanto y mucho más daño hace a otros jóvenes que de otro modo no se habría alejado al mundo como hijos pródigos. Señor, hubiéramos deseado que él fuera fiel a ti hasta su muerte. Arráncalo, Señor, de las manos de esas prostitutas paganas, cuyo interés no es otra cosa que acarrearle una muerte en plena juventud. Amén».