Qué depara el futuro
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Qué depara el futuro
El primero de abril del año 30 ó 32 de la era cristiana, mientras el Señor Jesucristo se retiraba del área del templo en Jerusalén, sus discípulos comenzaron a hablar acerca del hermoso trabajo en las piedras del templo, y Él les dijo: “En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida” (Lucas 21:6).
Más tarde, ese mismo día cuando Jesús estaba sentado en el monte de los Olivos, sus discípulos, todavía pensando acerca de la destrucción del templo... “Le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos. Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente. Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo. Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio. Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa; porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan. Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas. Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella” (Lucas 21:7-21).
Eusebio, el primer historiador de la iglesia cristiana, nos dice que cuando los ejércitos estaban próximos a rodear a Jerusalén en el año 70 de nuestra era, los cristianos que vivían en Jerusalén recibieron una revelación divina diciéndoles que huyeran, y todos escaparon a la ciudad de Pella, en Grecia. La revelación divina que recibieron instruyéndolos para que huyeran, a no dudar fue del Evangelio de Lucas. “Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan... Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria” (Lucas 21:22-24, 27).
El Señor Jesucristo nos dice, que entre la destrucción de Jerusalén en el año 70 de nuestra era y su segunda venida, está un período llamado la edad de los gentiles. Ese es el tiempo en el cual estamos viviendo ahora, cuando la Iglesia está constituida principalmente de gentiles no de judíos. Esta edad finalizará con su retorno en las nubes con poder y gran gloria.
Reflexión
¿Cree usted que Jesús regresará nuevamente? Si es así, ¿de qué forma afecta esto su vida?
“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:34-36).