Odio Desenfrenado Contra Israel
- Fecha de publicación: Miércoles, 11 Agosto 2021, 18:28 horas
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Nunca, desde que fuera refundado el estado de Israel el 14 de mayo de 1948, se había visto una manifestación de antisemitismo tan desenfrenada, como la que estamos viendo ahora mismo, en nuestros días. No sólo se trata de la hostilidad injustificada que percibimos contra el pueblo judío en el ámbito internacional, sino lo que está ocurriendo en el propio territorio de Israel.
Los líderes de esta nación están nerviosos y preocupados por la supervivencia y seguridad de su comunidad. Incluso se ha publicado en periódicos y por otros medios a través de la Internet, que muchos judíos residentes en Israel, han tenido que quitar las mezuzás - la cajita que contiene un rollito de las Escrituras, colocada en los marcos de las puertas de la entrada principal de sus hogares. Mientras que hay otros que no se atreven a ponerse en el cuello, una cadena con la estrella de David, por temor a ser identificados como judíos.
Cualquiera que lo desee puede leer una gran cantidad de artículos sobre la comunidad judía, en la que expertos analizan la terrible realidad del aumento del odio en contra de ellos en todo el mundo. ¡Los creyentes verdaderos nunca nos cruzaremos de brazos, sino que seguimos hombro con hombro, apoyando a Israel y al pueblo judío! Es como si resonaran en nuestros oídos las palabras del profeta Isaías “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios” (Is. 40:1).
Ahora, alguien podría argumentar que la intolerancia ha existido prácticamente desde los albores de la humanidad, y esto hasta cierto punto es cierto. Sin embargo, duele profundamente comprobar el nivel de justificaciones públicas y globales que se ofrecen a diario para disculpar y defender el antisemitismo, así como la oleada de violentos ataques antisemitas que se suceden a diario a un ritmo asombroso.
Michael Mostyn, Director Ejecutivo de B’nai Brith Canadá, la organización más antigua en Canadá que defiende los derechos del pueblo judío, escribió: “Estamos viendo en occidente, el comienzo de una nueva fase de discriminación contra los judíos. Muchos no pueden identificarse abiertamente como tales, por el temor a ser agredidos, lo cual ocurre con demasiada frecuencia en Europa, Estados Unidos y ahora también en Canadá”.
Desde el reciente conflicto entre Israel y la organización terrorista Hamás, con sede en Gaza, las oficinas nacionales de ministerios cristianos han experimentado una explosión de antisemitismo. El odio se ha derramado en las calles de las ciudades, plazas públicas, áreas universitarias, pasillos del gobierno, incluso dentro de las iglesias. Todo esto ha ocurrido sin que haya tenido lugar una protesta pública de parte de la comunidad mundial, ni en los grupos evangélicos en Estados Unidos o en ningún lugar del mundo.
Nadie se ha indignado públicamente, ni ha condenado los ataques injustificados de toda índole contra Israel y su pueblo. Los judíos han sido el blanco de agresiones en decenas de ciudades importantes en todo el mundo. Lemas como “Judíos Sucios” “Violaremos a sus mujeres”, “Terminaremos lo que Hitler comenzó” - y más, se han escuchado a través de megáfonos en diferentes países, incluyendo a Estados Unidos.
Al comentar sobre la furia que ha estallado en Canadá, en contra de los israelitas, Daniel Koren, Director Ejecutivo de ‘Hasbara Fellowships Canada’, dijo: “Abogar por Israel y luchar contra el antisemitismo es lo mismo en estos días. Con demasiada frecuencia estamos siendo testigos de la demonización de los judíos y la discriminación contra Israel”.
En Winnipeg, Canadá, los manifestantes anti-Israel gritaban a voz en cuello: “¡Apuñalen a los judíos en Tuxedo!”. Tuxedo es un barrio muy conocido por tener muchos residentes judíos. En la Legislatura de Manitoba, los judíos residentes allí, también fueron atacados durante un mitin pro-Israel. En otro lugar, los asistentes en contra de ellos tocaban música en favor del grupo Hamás y quemaban banderas israelíes. En Montreal, los antisemitas gritaban “¡Corten las cabezas de los judíos con cuchillos!”. En Los Ángeles, imágenes en video mostraban a terroristas armados con barras de acero y cuchillos, atacando a un grupo de hombres judíos que comían en un bar de sushi. En la ciudad de Nueva York, una turba intentó linchar a un judío en público. El hombre con el rostro cubierto de sangre fue perseguido en forma implacable hasta una panadería, antes de que la policía interviniera.
Manifestantes en diferentes partes del mundo, han ondeado la bandera de Hamás, coreando: “¡Desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, Palestina será libre!”, mientras abogan por la aniquilación en el mundo, del estado y el pueblo judío. En el centro de Londres, la “Marcha de Solidaridad con Palestina” contó con casi 180.000 personas. En una noticia publicada por Twiter se le llamó “La manifestación palestina más grande en la historia británica”. A pesar del alto al fuego negociado entre Israel y Hamás, el ex-Canciller laborista John McDonnell se dirigió a la multitud diciendo: “No detendremos nuestra campaña de boicot, desinversión y sanción contra el estado de ‘apartheid’ israelí”. Los manifestantes arrojaron piedras, botellas de agua e incluso gases lacrimógenos contra los partidarios de Israel, creando un aterrador ambiente de intimidación contra los allí presentes que los apoyaban.
Estos eventos que están teniendo lugar en todo el mundo nos recuerdan a Amán en el libro de Ester. Dice la Escritura en Ester 3:1 que “Amán era hijo de Hamedata agagueo”. También leemos cuatro veces en este mismo libro, sobre su linaje. Pero... ¿por qué es esto tan importante? Porque la palabra “Agag” era el nombre que se le daba a los reyes de Amalec. Bíblicamente, sabemos que los amalecitas fueron uno de los archienemigos del pueblo judío, y ahora sus descendientes también lo son. En Éxodo 17:16 dice: “Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación”. También 1 Samuel 15:2: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto”.
En el pensamiento judío, en cada generación hay una figura o tipo de “Amalec” que se esfuerza por destruir a su pueblo, mientras que Dios los preserva sobrenaturalmente. A este “Amalec generacional” se le llama “espíritu de Amalec”, aunque también podríamos cambiarlo y llamarle “espíritu de Amán” - que es el antisemitismo en su máxima expresión.
Amán, quien era primer ministro de Asuero, rey del Imperio Medo-Persa, es uno de los personajes centrales del libro de Ester en donde se le presenta como agagueo, mientras que el historiador judío Flavio Josefo, lo identifica con Amalec, enemigo tradicional de los judíos.
Amán, quien se caracterizaba por su terrible odio contra los judíos, logró que el rey firmara un decreto de exterminio contra ellos. Tan seguro estaba del éxito de sus planes, que hizo levantar una horca en la que haría morir a Mardoqueo, líder del pueblo de Dios. “... Vio Amán que Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba delante de él ... se llenó de ira. Pero tuvo en poco poner mano en Mardoqueo solamente, pues ya le habían declarado cuál era el pueblo de Mardoqueo; y procuró Amán destruir a todos los judíos que había en el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo” (Est. 3:5-6).
Y aunque uno naturalmente podría concluir que la ofensa debería haber sido dirigida únicamente contra Mardoqueo, la reacción de Amán fue un reflejo de su alma perversa, ya que acudió al rey Asuero con un plan para que asesinara a todos los judíos del reino. Leemos en Ester 3:8, “Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir”.
Amán efectivamente se refirió a los judíos como “un pueblo” en el que no se podía confiar, cuestionó la lealtad de ellos con mentiras, terminando por presionar al rey Asuero para que firmara una declaración para asesinarlos a todos en un solo día. “Y fueron enviadas cartas por medio de correos a todas las provincias del rey, con la orden de destruir, matar y exterminar a todos los judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, en un mismo día, en el día trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar, y de apoderarse de sus bienes” (Est. 3:13).
Esa es la misma retórica similar que podemos leer en los Protocolos de los Sabios de Sión - un libelo antisemita publicado por primera vez en 1902 cuyo objetivo era justificar ideológicamente los pogromos que sufrían los judíos en la Rusia zarista. Igualmente en el periódico antisemita, Der Stürmer, del nazi Julius Streicher, el cual llegó a ser una parte importante de la maquinaria propagandística nazi, y quien después de la guerra fue condenado en 1945 por crímenes contra la humanidad en los Juicios de Núremberg y ejecutado mediante ahorcamiento.
Afortunadamente, el pueblo judío se salvó. La traición de Amán fue descubierta y lo colgaron en la horca que estaba destinada a Mardoqueo. Pero el “espíritu de Amán” - el antisemitismo ha perdurado a lo largo de la historia, y tuvo su máxima expresión en el horrible asesinato de seis millones de judíos durante el Holocausto, y está teniendo lugar ahora en la retórica actual de los campos universitarios, en los izquierdistas, entre los supremacistas blancos, grupos islamistas radicales, etc.
Los cristianos verdaderos nos oponemos firmemente a cualquier forma de antisemitismo, nuestra esperanza es inquebrantable, porque sabemos que Dios defenderá a Su pueblo y lo preservará. Asimismo está llamando a los creyentes en todo el mundo para que los consuelen y apoyen durante la tormenta.
Estamos en primera línea. Debemos continuar orando, permanecer firmemente arraigados en la Biblia, apoyar a Israel, darle amor incondicional, defender a la comunidad judía y buscar al Señor. Muchos cristianos que condenan este odio, pero evitan elevar su voz en protesta, se beneficiarían al recordar las palabras de Dennis Prager, un escritor y presentador norteamericano, de un programa radial conservador, quien escribió: “Las personas morales que no son judías y que no actúan contra los antisemitas inevitablemente sufren las consecuencias. Nada sobre el odio a los judíos es más claro que esto: los que odian a Israel, comienzan con los judíos pero nunca terminan con ellos, ya que el antisemitismo es definitivamente un odio a estándares más altos. Los antisemitas primero desean destruir la encarnación percibida de un llamado superior al bien: a los judíos. Pero no solo los odian a ellos, sino a todo lo que representa un valor superior, un desafío moral...”
Creemos con todo nuestro corazón que el Señor está en Su trono. Es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios de Israel; y está ligado a Su pueblo por fidelidad de pacto. Y dijo: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:3). “Él es Jehová nuestro Dios; en toda la tierra están sus juicios. Se acordó para siempre de su pacto; de la palabra que mandó para mil generaciones, la cual concertó con Abraham, y de su juramento a Isaac. La estableció a Jacob por decreto, a Israel por pacto sempiterno, diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán como porción de vuestra heredad” (Sal. 105:7–11).
Esta realidad y verdad nos ofrecen la máxima esperanza de que se hará justicia. Dios defenderá a Su pueblo y llama a los cristianos en todo el mundo a que los apoyemos y defendamos por igual. Porque, si deseamos amar lo que Dios ama, debemos querer al pueblo judío y oponernos al antisemitismo; de no ser así nos estaremos arriesgando al contradecirlo. “He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel” (Sal. 121:4). “Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Ro. 11:29).