El Mesías de Handel
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El Mesías de Handel
George Frideric Handel nació en 1865, en el mismo año que Johann Sebastian Bach. Su padre era cirujano en un suburbio de Halle, Alemania, y su madre la hija del pastor. George era el segundo hijo y recibió el bautismo luterano el día después de su nacimiento.
Fue enviado a una edad muy temprana a la escuela local clásica, cuyo director era un músico consumado. Sin embargo, cuando comenzó a mostrar interés por la música, su padre determinó que su hijo sería abogado, y le prohibió que tuviera algo que ver con tocar, yendo hasta el extremo de quemar todos los instrumentos musicales en el hogar. Sin embargo, un familiar compasivo secretamente le dio acceso a un clavicordio y así aprendió a tocar por sí solo.
Su padre fue nombrado como cirujano de un duque. A la edad de seis años cuando lo acompañó a la corte real, George fue y tocó el órgano después de un servicio de adoración. Luego de escuchar al niño, el duque quedó tan impresionado que urgió a su padre para que le diera una educación formal en música. Como resultado, se le permitió que estudiara bajo la dirección del organista en Halle. Para el tiempo en que cumplió los doce años, Handel había escrito su primera composición y era tan competente en el órgano que servía como el substituto de su maestro.
En 1702, respetando los deseos de su padre, ingresó para estudiar leyes en la Universidad de Halle. No obstante, pronto se dedicó de lleno al estudio de la música.
En 1712 se trasladó a Inglaterra, pero la vida allí como compositor y músico no era fácil. Entre ganar y perder el favor con varios monarcas y competir con otros compositores ingleses, llegó a tener problemas financieros. La Iglesia de Inglaterra lo atacó por ejecutar oratorios tales como Ester e Israel en Egipto, en teatros seculares. En 1741 su salud comenzó a deteriorarse, y se vio confrontado con sus deudas o ir a prisión.
Luego dos eventos cambiaron la vida a su alrededor: Un amigo le dio un libreto para un oratorio de la vida de Cristo, con palabras tomadas de la Biblia, y tres instituciones de caridad en Dublin, lo comisionaron para que compusiera una obra para un evento benéfico a fin de recaudar fondos.
El 22 de agosto de 1741, Handel se sentó para comenzar a componer. Se concentró tanto en su trabajo que a duras penas tenía tiempo para comer. Terminó su composición el 14 de septiembre de 1741, y la llamó simplemente Mesías. En sólo veinticuatro días había escrito doscientas sesenta páginas de música. Considerando el corto tiempo involucrado, fue la hazaña más grande en la historia de la composición musical. En esas tres semanas, nunca abandonó su hogar. Un amigo que lo visitó lo encontró sollozando con emoción. Más tarde, al describir su experiencia, aludió al apóstol Pablo y dijo: “Ignoro si estaba en el cuerpo o fuera del cuerpo, cuando lo escribí”.
La primera ejecución del Mesías fue programada para el 13 de abril de 1742 en Dublin. El dinero recaudado sirvió para dejar en libertad a ciento cuarenta y dos personas que estaban en prisión a causa de sus deudas. Un año más tarde lo ejecutó por primera vez en Londres, con la asistencia del rey. Cuando el coro comenzó a cantar el “Aleluya”, el rey se puso de pie y la entera audiencia hizo lo mismo, comenzando así una tradición que continúa hasta este día.
En total, Handel dirigió treinta ejecuciones del Mesías. De éstas, sólo una fue en la iglesia y John Wesley se encontraba presente.
Su última presentación pública, fue del Mesías, el 6 de abril de 1759. Al final se desmayó junto al órgano y murió sólo ocho días después. Fue sepultado en la Abadía de Westminster, en donde se encuentra una estatua que lo representa sosteniendo el manuscrito del Mesías, abierto donde dice: “Yo sé que mi Redentor vive”.
Reflexión
Escuche al Mesías hoy si puede. ¿Cómo cree usted que Handel fue capaz de escribir esto en sólo veinticuatro días? ¿Cómo le ministran a usted, las palabras y la música?
“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Colosenses 3:16).