De criada a heroina
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De criada a heroina< /h2>
Gladys Aylward era hija de un cartero, nació cerca de Londres en 1902. Mientras trabajaba como criada, se convirtió a Cristo a la edad de dieciocho años. De inmediato sintió en su corazón que debía ser una misionera en China. Después de haber sido rechazada por la Misión al Interior de China, debido a que no reunía los requerimientos educacionales, determinó que viajaría a China por su propia cuenta. Así comenzó a ahorrar casi todo su modesto salario.
Luego en 1930 oyó hablar de Jeannie Lawson, una misionera anciana en China de setenta y tres años, que estaba buscando una asistente. Gladys le escribió de inmediato, ofreciéndole sus servicios. Finalmente recibió su respuesta en la que le decía que si podía llegar hasta Tientsin, el Tianjin del día presente, la recibiría a partir de ese punto.
El 15 de octubre de 1932, un pequeño grupo de amigos se reunieron en la estación de la calle Liverpool para ver a Gladys Aylward partiendo hacia China. Ella viajó por tren y barco hasta Hague. Allí abordó el tren transiberiano a pesar del peligro, ya que Rusia y China estaban en guerra. Hubo un momento en que casi la detuvieron en Rusia, pero finalmente llegó hasta Tientsin en donde se reunió con Jeannie Lawson en la ciudad de Yangcheng, en la remota Provincia de Shansi al noroeste de China. Allí las dos mujeres abrieron una posada. Después que la señorita Lawson falleció, Gladys continuó operando el albergue, entreteniendo a los huéspedes por las tardes contándoles historias de la Biblia.
Allí conoció al Mandarín de la ciudad y se ganó su confianza. Él le confió la tarea de inspeccionar los hogares chinos a fin de evitar que las madres le fajaran los pies a las niñas. Para hacer cumplir la ley, ella viajaba de aldea en aldea, pero antes de hacerlo pidió permiso para compartir su fe mientras hacía la inspección, y se lo otorgaron. Como resultado, tenía una puerta abierta para compartirle el Evangelio a las mujeres chinas. En 1936 se convirtió en ciudadana de China, a fin de identificarse mucho más con el pueblo.
La conclusión de la década de 1930 en China fue caótica, mientras el gobierno nacionalista luchaba contra el comunismo y los japoneses. En medio del caos Gladys fue tocada por la situación tan difícil de los huérfanos y los niños no deseados y se hizo cargo de cinco de ellos.
En 1938 comenzaron los ataques aéreos sorpresas de los japoneses, el primero dañó la posada de Gladys. Con el ejército japonés aproximándose, ella se dispuso a partir hacia una remota villa en la montaña con sus cinco niños, acompañada además por cuarenta de sus convertidos. Había estado en esa villa previamente como inspectora de los pies, así que fue bien recibida. Allí se instaló en una gran cueva.
Para 1940 Gladys se había hecho responsable de cerca de cien niños - la mayoría de ellos eran huérfanos. Reconociendo que debía conducirlos hasta un lugar seguro, se embarcó en una jornada de trescientos ochenta y seis kilómetros hacia Sian, la capital de la provincia vecina, con sus niños. El viaje fue una experiencia espantosa, ya que los soldados japoneses venían detrás de ellos. Moviéndose tratando de no ser detectada por los japoneses que le seguían los pasos y con cerca de cien niños, se agotaron de tal manera sus energías tanto mentales como físicas, que llegó hasta sufrir de alucinaciones y confusión mental. Gracias a Dios con el tiempo se recuperó por completo.
Después de haber estado tan lejos por cerca de veinte años, Gladys fue finalmente persuadida a visitar Inglaterra en 1949. Allí se ganó los corazones del pueblo inglés con su historia de heroísmo y sacrificio, incluso hasta asistió a una comida con la reina Isabel. De sus increíbles aventuras Hollywood hizo una película, titulada La posada de la sexta felicidad, protagonizada por Ingrid Bergman.
Esta valerosa y abnegada mujer que había sido rechazada en Londres para servir de misionera, estaba convencida que era Dios quien le había dado esa responsabilidad, y a eso dedicó su vida entera, con amor, comprensión y su fe puesta en ÉL para guiarla.
Comenzó la primera iglesia cristiana en Sian, llevó la palabra de Cristo hasta el Tibet y abrió un orfanato en Formosa, Taiwán, que estuvo funcionando mientras vivía. Murió en 1970.
¡Y todo comenzó con una joven sirvienta inglesa que depositó su confianza en Jesús!
Reflexión
La historia de Gladys Aylward debería animarnos. Las principales cualidades de su carácter, era que deseaba desesperadamente que Dios la usara y que estaba determinada a no permitir que ningún obstáculo se interpusiera en su camino. ¿Cómo cree que Dios desea usarlo? ¿Cómo puede vencer los obstáculos en su vida?
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” (Mateo 11:25 y 26).