Estaba contento con ser el segundo
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Estaba contento con ser el segundo
Entre los líderes más conocidos de la Reforma, Martín Lutero tenía a Philip Melancthon, John Calvino a Thedore Beza y Ulrich Zwingli a Johann Oecolampadius. Su verdadero nombre era Johann Hausschein, pero como su apellido en alemán significaba “la luz de la casa”, adoptó el de Oecolampadius, su equivalente en griego.
Johann Oecolampadius y Ulrich Zwingli, fueron los dos reformadores más conocidos en la parte de Suiza en donde se hablaba alemán. Zwingli dirigió la Reforma en Zurich y Oecolampadius en Basilea, la Atenas de Suiza - la ciudad más rica e ilustrada de su tiempo, además de centro comercial. Estaba situada en los bancos del Rin, limitando al norte con Alemania y al oeste con Francia.
Johann nació en Alemania en 1482. Era un niño precoz, y a la edad de doce años comenzó a escribir poesía en latín y pronto después de eso se convirtió en un experto en griego. Según Erasmo, el máximo intelectual de su día, Johann era el segundo erudito líder en hebreo en el mundo donde se hablaba alemán. Estudió en la Universidad de Tubingen, en donde se hizo amigo de Philip Melancthon, quien habría de convertirse en teólogo de Lutero.
En 1515 Johann fue llamado a pastorear la catedral en Basilea. Al año siguiente recibió el título de doctor en teología. Debido a su erudición asistió a Erasmo en la publicación de su Nuevo Testamento en griego. La presión en el trabajo lo hizo abandonar Basilea en 1520 y entrar en un monasterio temporalmente, pero regresó en 1522 como predicador en la catedral y profesor de teología en la Universidad de Basilea, posición que mantuvo hasta su muerte.
Fue también en 1522 que se hizo amigo de Ulrich Zwingli, quien era pastor de la Gran Iglesia de Zurich. Pero ya para entonces estaba profundamente afectado por las enseñanzas tanto de Lutero como de Zwingli. Atacó públicamente la doctrina de la transubstanciación, la creencia que durante la cena del Señor, el pan y el jugo de la vid, de hecho se convierten en el cuerpo y sangre de Cristo, expuso los abusos cometidos durante la confesión y condenó la adoración a la Virgen María. Debido a su vigorosa campaña, la misa fue abolida en Basilea.
Al mismo tiempo, predicaba y enseñaba la Palabra de Dios. Instituyó el canto congregacional en los servicios y el que los fieles participaran del pan y el jugo de la vid, el cual sólo tomaba el oficiante.
En 1531 Zwingli fue asesinado en una batalla entre los Reformados y los cantones católicos de Suiza. Los reformadores de Zurich le pidieron a Johann que se estableciera en Zurich para que lo remplazara, pero él declinó la invitación. Su ambición no era ocupar el lugar de Zwingli como líder de la Reforma en Suiza, sino continuar ministrando en Basilea.
Exactamente cinco semanas después se enfermó de gravedad. Reconociendo que estaba próximo a morir, compartió la cena del Señor con su familia y siervos. Mientras ellos lloraban, les dijo: “Esta cena es una señal de mi fe real en el Señor Jesucristo mi Redentor”.
La última noche de su vida, mientras diez pastores de Basilea permanecían de pie alrededor de su cama, él le inquirió a uno de ellos: “¿Hay alguna noticia nueva?”.
La respuesta fue “¡Ninguna!”, a lo cual él replicó: “Bueno, yo les diré algo nuevo, que en breve tiempo estaré con el Señor Jesús”.
Mientras despuntaba el día, el 24 de noviembre de 1531, él se mantenía repitiendo las palabras del Salmos 51:1: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones”.
Cuando el sol comenzaba a elevarse por el horizonte, Oecolampadius, “la luz de la casa” se había ido para brillar como un sol en el reino de su Padre.
Reflexión
Johann sabía cuál era el papel que le había asignado Dios, y fielmente cumplió con él. ¿Sabe cuál es la labor que el Señor tiene para usted en su reino? Si es un hijo de Dios, Él le ha dado por lo menos un don espiritual para que lo ejercite. Si no está seguro de cuál es, pídale que se lo muestre. También puede suplicarle a sus amigos cristianos que le ayuden a identificarlo. ¡El Señor desea que lo use para su gloria!
“... En aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:15 y 16).