El evangelista gitano
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El evangelista gitano
Rodney Smith nació en una tienda en Inglaterra en 1860, de unos padres gitanos analfabetos, Cornelius y Polly Smith.
Cuando era un adolescente, su hermana mayor se enfermó de gravedad. El doctor de la localidad la diagnosticó con viruela y le dijo a su padre que tomara a su familia y saliera del pueblo inmediatamente. Cornelius estableció un campamento fuera de la población, permaneciendo con su hija enferma dentro de un carromato, mientras el resto de la familia estaba en una tienda a poca distancia para no infectarse. Desafortunadamente, tanto el hermano de Rodney como su madre, se contagiaron con la enfermedad. Mientras Polly yacía muriéndose, Cornelius le preguntó: “¿Estás tratando de orar, querida mía?”.
“Sí” - respondió ella. “Estoy tratando, y mientras quiero hacerlo, tal parece como si una mano negra llegara sobre mí y me mostrara todo lo que he hecho, y algo me susurra: ‘No hay misericordia para ti’”.
Cuando niño, Cornelius había escuchado el Evangelio mientras estaba en la cárcel, y se dispuso a compartir con su esposa lo que había aprendido: que Cristo murió por los pecadores y que sería su Salvador si sólo lo buscaba. Después que acabó, ella puso sus brazos alrededor de su cuello y lo besó. Cornelius salió fuera del carromato para llorar, y cuando lo hizo, la escuchó cantar:
Tengo un Padre en la Tierra Prometida,
Mi Dios me llama, debo ir
Y encontrarme con Él en la Tierra Prometida
Él se apresuró, regresó al carro y le preguntó: “Polly, querida mía: ¿Dónde aprendiste esa canción?”.
Ella respondió, “La escuché cuando era una niñita. Mi padre en una ocasión instaló sus tiendas en una hermosa villa, y un domingo al ver a los jóvenes y a otros ir a una pequeña... capilla, los seguí, y allí cantaban esas palabras”. Polly se mantuvo repitiendo el corito, una y otra vez. Ese coro de niños se convirtió en la cuerda salvavidas que la sacó de las tinieblas a la luz de Dios. Murió el día siguiente.
Varios años después el propio Cornelius determinó que debía volverse a Dios. Fue a una reunión en una misión en donde experimentó una maravillosa conversión, regresando a su casa transformado en un hombre nuevo.
Al observar el cambio en su padre, el joven Rodney sintió un profundo anhelo por experimentar lo mismo en su propia vida. Una tarde mientras estaba sentado cerca de la tienda de su padre, se hizo a sí mismo esta pregunta: “¿Te vas a mantener vagando como un muchacho gitano y hombre gitano sin esperanza, o serás un cristiano y tendrás algún objetivo definido en tu vida?”. Y se sorprendió a sí mismo cuando respondió a su propia pregunta: “¡Por la gracia de Dios seré un cristiano, y me encontraré con mi madre en el cielo!”.
Unos pocos días después, el 17 de noviembre de 1876, fue a la Capilla Metodista Primitiva en Cambridge, determinado a que si había una oportunidad se entregaría públicamente a Cristo. Al final del servicio, el pastor invitó a esos que deseaban entregarse al Señor, que se acercaran al púlpito, y fue el primero en avanzar al frente. Allí, en simple fe se comprometió con el Señor Jesucristo. Fue a su casa, y su familia lloró cuando les contó que sus plegarias habían sido respondidas.
Rodney Smith se convirtió en un gran evangelista, conocido como el “Gitano Smith”. Viajó extensamente realizando más de cincuenta giras a Estados Unidos para celebrar reuniones evangelísticas. Aunque no recibió instrucción formal, era un predicador atractivo y alegre. Sus mensajes francos, sinceros y su Evangelio simple, atrajeron a miles al Señor Jesucristo.
Reflexión
¿Por qué cree que Dios a menudo atrae a sí mismo a personas que son consideradas por otros como candidatos improbables para convertirse en cristianos? Porque se especializa en lo inesperado. Él incluso permitió que su Hijo naciera en un establo y que luego muriera como un criminal sobre una cruz. Esto debe recordarnos, que como es Dios de lo inesperado, nadie está eliminado como candidato para su reino.
“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte” (1 Corintios 1:26 y 27).