El monje precursor de la reforma
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El monje precursor de la reforma
Girolamo Savonarola nació en 1452 en Ferrara, Italia. Era un joven sensible y serio que estaba enamorado del estudio de la religión. Comenzó a recibir entrenamiento como médico, pero su idealismo hizo que lo abandonara y se uniera al orden de los Dominicos para luchar contra los males del mundo.
Fue transferido al Convento de San Marcos en Florencia en 1482 en donde llegó a ocupar la posición de prior.
Se sentía profundamente angustiado por la corrupción dentro de la iglesia católica y lo que consideraba como falta de piedad entre sus líderes. Pasaba su tiempo orando, ayunando y enseñando a los monjes novicios. Para 1491 se había convertido en un predicador famoso. Los temas principales de sus sermones eran los juicios pendientes de Dios y la necesidad de arrepentimiento. Predicaba contra la mundanalidad, el lujo, el lucro, la depravación de los poderosos y la iglesia, contra la búsqueda de la gloria y la homosexualidad, entonces llamada sodomía, que sospechaba que plagaba la sociedad de Florencia donde vivía.
Sus críticas en contra de las clases gobernantes lo convirtieron en líder espiritual del partido democrático cuando llegó al poder en Florencia en 1494. Ganó popularidad adicional cuando tuvo éxito en convencer al rey francés para que renunciara a la ocupación de la ciudad después que la había conquistado. Muchos lo consideraban como un profeta.
Savonarola usó su poder y popularidad para convertirse en un precursor de la Reforma entre la iglesia y el estado. Es considerado como uno de los primeros reformadores de la iglesia católica. Aunque en principio no estaba en desacuerdo con la organización y enseñanzas de la iglesia, cosa que sí ocurrió posteriormente, creía en la justificación por fe y en vivir una vida piadosa. Se convirtió en dictador virtual de Florencia y bajo su liderazgo comenzó una asombrosa transformación: Hombres de negocios devolvieron las ganancias obtenidas ilícitamente, había mucha lectura de la Biblia y las iglesias se veían colmadas.
Al mismo tiempo, se hizo de muchos enemigos, especialmente dentro del clero. El papa Alejandro Sexto le odiaba porque condenaba abiertamente su carácter y prácticas y no reconocía su autoridad. En 1495 lo ordenó comparecer en Roma, pero él se rehusó a ir. Luego le prohibió que continuara su predicación, y él le obedeció por un rato y pasó algún tiempo estudiando. Sin embargo, en la época que supuestamente debía estar inactivo, tuvo éxito en transformar el carnaval anual, una festividad generalmente desenfrenada, ¡en un tiempo de dar a los pobres y de cantar himnos por las calles!
Lo siguiente que hizo el papa para tratar de controlarlo, fue ordenar que el monasterio de San Marcos quedara incorporado como parte de un nuevo grupo de conventos que estaban más sujetos a la autoridad de Roma, pero él desafió la orden.
Su influencia espiritual sobre Florencia fue tan fuerte, que durante la estación de carnaval en 1497, los niños reunieron los libros indecentes y las fotografías e hicieron una hoguera con ellos en la plaza principal, en la célebre "quema de vanidades", en donde los florentinos estaban invitados a arrojar sus objetos de lujo y sus cosméticos, además los libros que consideraban licenciosos. Esto fue una afrenta para muchos en la ciudad.
Con el paso del tiempo, el apoyo de la comunidad por los puntos de vista estrictos de Savonarola comenzó a menguar, y su poder empezó a erosionarse. El papa Alejandro Sexto se advirtió del cambio de corazón del pueblo hacia el monje y decidió sacar lo mejor de ello.
El 13 de mayo de 1497, el papa Alejandro excomulgó a Savonarola de la iglesia, bajo la acusación de que había desobedecido sus ordenes. Ordenó que Florencia lo silenciara o que lo enviara a Roma para ser juzgado. El pueblo voluble lo abandonó cuando el gobierno cambió de manos. Los encargados de la nueva administración lo arrestaron en abril de 1498. Fue juzgado por sedición y herejía y fue brutalmente torturado. El 23 de mayo de 1948, le ahorcaron públicamente y su cuerpo fue quemado.
En los años que siguieron, la mayoría de los ciudadanos de Florencia regresaron a sus viejos caminos, no obstante algunos cambiaron permanentemente.
Reflexión
Savonarola insistía en que todos los cristianos, especialmente los líderes religiosos, practicaran lo que predicaban. ¿Considera que sus familiares amigos dicen que usted practica lo que dice? Por su propia fuerza es imposible vivir la vida cristiana, pero si se ha confiado en el Señor Jesucristo, como su Señor y Salvador, Él le ayudará.
“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos 8:9).