Él luchó por la fe
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Él luchó por la fe
John Gresham Machen nació en 1881, y creció en una educada familia presbiteriana en Baltimore. En 1901 se graduó en clásicos en la Universidad Johns Hopkins como primero en su clase. Al cabo de un año ingresó en el Seminario Princeton. Siguiendo a su graduación en 1905, estudió en Alemania por un año y luego regresó al Seminario Princeton como profesor de Nuevo Testamento en 1906.
Fue conocido por su seria investigación y escritos eruditos sobre varios tópicos del Nuevo Testamento. También llegó a ser reconocido por su defensa de la teología conservadora, especialmente la autoridad de la Escritura. Después de publicar en 1923 el libro Cristianismo y liberalismo, se convirtió en una figura reconocida nacionalmente. Sostenía que el liberalismo no era una variedad de cristianismo, sino que en lugar de eso era una religión enteramente diferente.
Decía: “El liberalismo apela a la voluntad del hombre, mientras el cristianismo declara primero, un acto de la gracia de Dios”. Argumentó que el cristianismo histórico tenía su origen en los hechos salvadores de la muerte y resurrección de Cristo, mientras que el protestantismo liberal había reducido al cristianismo a un grupo de principios generales religiosos respecto a las enseñanzas morales de Jesús.
Estas creencias hicieron que Machen se convirtiera en una figura controversial, tanto en el Seminario Princeton como dentro de su denominación, la iglesia presbiteriana de Estados Unidos, conforme estas instituciones comenzaron a cambiar al adoptar una postura teológica más liberal. La desviación de Princeton hacia el liberalismo fue un motivo de pena para Machen, quien luchó muy duro por mantener el seminario comprometido con los credos de la plena confiabilidad de la Biblia como la Palabra de Dios.
Era una batalla perdida. Princeton se reorganizó oficialmente en 1929, garantizando un programa de estudios teológicos más inclusivo. Esto dejó a Machen y a otros profesores reformados, preocupados acerca de la falta de entrenamiento evangélico para futuros ministerios presbiterianos. En respuesta, Machen y otros miembros reformados de la facultad, abandonaron Princeton y fundaron el Seminario Teológico Filadelfia Westminister, una institución que mantendría la ortodoxia teológica y la excelencia académica.
En Westminister, Machen continuó combatiendo el liberalismo dentro de la iglesia presbiteriana. En 1933 ayudó en la formación de la Junta Directiva Conservadora para las Misiones Foráneas Presbiterianas. La Asamblea Presbiteriana General rechazó la nueva junta directiva, y en 1935 Machen fue juzgado y suspendido de su ministerio en la iglesia presbiteriana por rehusarse a romper sus vínculos con la Junta Directiva Independiente.
A continuación, Machen desempeñó un papel central al fundar una nueva denominación, la Iglesia Presbiteriana de América, que fuera conocida más tarde como La Iglesia Ortodoxa Presbiteriana, la cual con el tiempo continuó defendiendo la teología ortodoxa.
Mientras hablaba en Bismarck, Dakota del Norte en diciembre de 1936, Machen se enfermó de pulmonía, sin embargo continuó predicando a pesar de estar muy enfermo y que estaba extremadamente frío. Finalmente fue hospitalizado. Cuando un amigo le visitó en Nueva York, la víspera de año nuevo, le contó que había tenido una visión del cielo mientras estaba en el hospital, agregando: “Sam, fue glorioso, fue glorioso”. Murió el día siguiente.
Reflexión
Medite en las palabras de John Gresham Machen, quien dijo: “El liberalismo apela a la voluntad del hombre, mientras el cristianismo declara primero, un acto de la gracia de Dios”. ¿En qué lugar se encuentra su iglesia o denominación: en el conservador o en liberal? ¿Qué cree usted?
“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (Hebreos 2:9 y 10).