De esclavo a siervo de Dios
- Categoría: Tema del día
De esclavo a siervo de Dios
Lott Carey no sabía el año de su nacimiento porque no se mantenía un registro de nacimiento de los esclavos. Pero fue alrededor del año 1780 en una plantación de Virginia, cerca de Richmond. Como era hijo único, Carey creció en medio de una familia de esclavos que permaneció unida. Mientras sus padres trabajaban, su abuela, una bautista devota, le cuidaba. Ella le enseñó la historia de su pueblo: el sufrimiento de los esclavos traídos a América y la necesidad de esos que permanecían en África que supieran de Jesús.
Como un joven que trabajaba como un obrero esclavo en Richmond, Carey vivió una vida atea y no mostraba señales de adoptar la fe de su familia. Luego en 1807, mientras Carey se encontraba en el corredor de la Primera Iglesia Bautista en Richmond, escuchó un sermón acerca de Jesús diciéndole a Nicodemo, un gobernante de los judíos, que debía nacer de nuevo. Carey se sintió profundamente conmovido por el sermón, y depositó su confianza en Cristo Jesús para su salvación. Después de que fue bautizado, determinó leer la Biblia por sí mismo. Aprendió solo a leer y a escribir y luego continuó su educación en una escuela nocturna que inició William Crane, un bautista blanco.
Carey ganó repetidas promociones en el almacén de tabaco Shockoe, en donde trabajaba. A la edad de 33 años, compró la libertad para sí mismo y sus dos hijos por $850 dólares - mucho más que su salario anual. Su primera esposa había muerto, y más tarde volvió a casarse.
Carey comenzó a predicar en reuniones a africanos americanos, convirtiéndose finalmente en el pastor de una iglesia para negros. Mientras tanto, en sus clases nocturnas con William Crane, se interesó en las misiones en África. En 1815 trabajó con Crane para organizar la Sociedad Misionera Africana Richmond.
Su iglesia creció hasta contar con más de ochocientos miembros mientras él permanecía respetado y seguro en su posición en el almacén de tabaco. No obstante, su carga por las misiones en África aumentó, y finalmente determinó viajar a ese lugar.
En un sermón final a su congregación en Richmond, Carey dijo: “Estoy próximo a abandonarlos y espero no ver sus rostros nunca más. Anhelo predicarle a los pobres africanos el camino de la vida y de la salvación. No sé que podrá sobrevenirme, tal vez encuentre una tumba en el océano, entre hombres salvajes, o entre las bestias más salvajes en la costa de África; tampoco estoy ansioso por lo que pueda sucederme. Sólo siento que es mi obligación ir”.
El 23 de enero de 1821, Carey embarcó con su familia y varios compañeros de trabajo para Liberia. Fue el primer misionero negro en África. Los misioneros tenían el apoyo de sus iglesias locales y de la Sociedad de Colonización Americana, un grupo que trabajaba para regresar los esclavos liberados a África.
El distinguido servicio que llevara a cabo Carey en Liberia fue variado. Fundó y sirvió como pastor de la Iglesia Bautista Providencia. Ayudó a establecer escuelas tanto para colonizadores como para niños nativos, y prestó servicio como el primer presidente de la Sociedad Misionera Bautista Monrovia. Cuando el gobernador blanco de la colonia se vio forzado a regresar a su hogar por razón de enfermedad, nombró a Carey como gobernador provisional. En este papel Carey defendió la colonia contra ataques de nativos hostiles.
En 1829, cuando Carey estaba preparando una misión de rescate para recuperar algunos de sus hombres que habían estado presos mientras negociaban con una tribu nativa, él y siete compañeros de trabajo murieron en una explosión de pólvora aparentemente iniciada por una vela que se volcó. Habían transcurrido ocho años desde que se embarcó para África y cerca de 49 años desde que había nacido como esclavo en América.
Reflexión
Dios tuvo planes vastos y diferentes para Lott Carey que los que tenía su amo. ¿Alguna vez ha tenido pocas expectativas de una persona debido a su apariencia o posición? Es importante que veamos a esos a nuestro alrededor desde la perspectiva de Dios.
“Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?” (Santiago 2:2-4).